Laura Gómez
Las tiendas de abarrotes, estanquillos o de la esquina, como se les conoce en las colonias populares, se encuentran en riesgo de desaparecer. Las causas: el crecimiento de las tiendas de conveniencia y autoservicio, que ha provocado la reducción de sus ventas hasta en 90 por ciento; la necesidad de contar con productos ganchos, como cigarros y refrescos, de los cuales dependen en 75 por ciento, y la incidencia delictiva, que ha provocado a uno de cada cuatro vivir tras las rejas, por la colocación de barrotes.
En conferencia de prensa, integrantes de la Cámara de Comercio en Pequeño de la Ciudad de México (Canacope) y de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec) denunciaron que a ello se suma la falta de créditos accesibles para su modernización o expansión, por lo que están en la tablita, cuando realizan una labor de banca social al fiar a sus clientes.
Se trata, explicó Cuauhtémoc Rivera, integrante de la Alianza, de un amortiguador social importante, al permitir a la gente subsanar sus necesidades diarias de alimentación o limpieza y poder liquidar sus deudas cada semana o cada 15 días, lo cual no hacen las tiendas de cadena, donde la gente adquiere sus productos hasta con sobreprecios de 40 por ciento.
Tan sólo la volatilidad del dólar provocó que en días recientes se registre un incremento de entre 10 y 50 centavos en algunos productos con insumos de exportación, pero “el tendero, lejos de aplicarlo, lo reduce de sus utilidades, ante la imposibilidad de competir en igualdad de circunstancias con tiendas exprés, de conveniencia o autoservicio, que sí lo aplican, pero la gente no se da cuenta”.
Dicha situación ha provocado que, por cada tienda de conveniencia o exprés que abre en una colonia, desaparecen cuatro pequeños negocios, con el desplazamiento de 12 trabajadores, quienes se suman a la informalidad o buscan en esos lugares una oportunidad, aunque su salario registrará una merma de 50 por ciento. Allá pagan mil 950 pesos mensuales, contra 4 mil que reciben en las tienditas, señaló el director de la Canacope, Enrique Guerrero Ambriz.
Hoy, cuatro de cada 10 consumidores han dejado de realizar sus compras en las tiendas de abarrotes. De los seis restantes, 63.7 por ciento acuden diariamente y los otros dos veces por semana, aunque 79 por ciento de las ventas de estos negocios están integrados por artículos denominados ganchos, como refrescos, cigarros, botanas, pan de caja, leche y cerveza.
Por ello, destacaron, 62 por ciento de los abarroteros consideran que sin esos productos despedirían a sus trabajadores y podrían cerrar, pues en un día común las ventas y flujo de efectivo dependen en un 25 por ciento de los refrescos; 24, de cigarros; 8, de cervezas, leche y botanas cada uno; 6 de abarrotes, y 21 por ciento de artículos de primera necesidad.
Los dirigentes empresariales mencionaron que estamos en una situación muy difícil, sobre todo porque casi nueve de cada 10 abarroteros tiene sólo primaria y secundaria, y son personas adultas que difícilmente se podrían incorporar a otra actividad.
Las tiendas de abarrotes, estanquillos o de la esquina, como se les conoce en las colonias populares, se encuentran en riesgo de desaparecer. Las causas: el crecimiento de las tiendas de conveniencia y autoservicio, que ha provocado la reducción de sus ventas hasta en 90 por ciento; la necesidad de contar con productos ganchos, como cigarros y refrescos, de los cuales dependen en 75 por ciento, y la incidencia delictiva, que ha provocado a uno de cada cuatro vivir tras las rejas, por la colocación de barrotes.
En conferencia de prensa, integrantes de la Cámara de Comercio en Pequeño de la Ciudad de México (Canacope) y de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec) denunciaron que a ello se suma la falta de créditos accesibles para su modernización o expansión, por lo que están en la tablita, cuando realizan una labor de banca social al fiar a sus clientes.
Se trata, explicó Cuauhtémoc Rivera, integrante de la Alianza, de un amortiguador social importante, al permitir a la gente subsanar sus necesidades diarias de alimentación o limpieza y poder liquidar sus deudas cada semana o cada 15 días, lo cual no hacen las tiendas de cadena, donde la gente adquiere sus productos hasta con sobreprecios de 40 por ciento.
Tan sólo la volatilidad del dólar provocó que en días recientes se registre un incremento de entre 10 y 50 centavos en algunos productos con insumos de exportación, pero “el tendero, lejos de aplicarlo, lo reduce de sus utilidades, ante la imposibilidad de competir en igualdad de circunstancias con tiendas exprés, de conveniencia o autoservicio, que sí lo aplican, pero la gente no se da cuenta”.
Dicha situación ha provocado que, por cada tienda de conveniencia o exprés que abre en una colonia, desaparecen cuatro pequeños negocios, con el desplazamiento de 12 trabajadores, quienes se suman a la informalidad o buscan en esos lugares una oportunidad, aunque su salario registrará una merma de 50 por ciento. Allá pagan mil 950 pesos mensuales, contra 4 mil que reciben en las tienditas, señaló el director de la Canacope, Enrique Guerrero Ambriz.
Hoy, cuatro de cada 10 consumidores han dejado de realizar sus compras en las tiendas de abarrotes. De los seis restantes, 63.7 por ciento acuden diariamente y los otros dos veces por semana, aunque 79 por ciento de las ventas de estos negocios están integrados por artículos denominados ganchos, como refrescos, cigarros, botanas, pan de caja, leche y cerveza.
Por ello, destacaron, 62 por ciento de los abarroteros consideran que sin esos productos despedirían a sus trabajadores y podrían cerrar, pues en un día común las ventas y flujo de efectivo dependen en un 25 por ciento de los refrescos; 24, de cigarros; 8, de cervezas, leche y botanas cada uno; 6 de abarrotes, y 21 por ciento de artículos de primera necesidad.
Los dirigentes empresariales mencionaron que estamos en una situación muy difícil, sobre todo porque casi nueve de cada 10 abarroteros tiene sólo primaria y secundaria, y son personas adultas que difícilmente se podrían incorporar a otra actividad.
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