Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal
- Fernando Larrazabal, un lastre que golpea a todos en el partido azul - Córdova, el mejor calificado, es satanizado por el PAN de Guanajuato
La tragedia del Casino Royale en Monterrey --y su cauda de 52 muertes a manos del crimen organizado--, no sólo enlutó a la sociedad mexicana toda; no sólo mostró el tamaño del flagelo criminal, la vulnerabilidad social y la debilidad institucional. También permitió ver al tamaño de la crisis de confianza y credibilidad que vive el PAN.
Quedó exhibido que durante el gobierno de Vicente Fox se entregó no sólo el mayor número de permisos para casas de apuestas sino que, buena parte de los beneficiarios de esos "negocios" son grupos empresariales vinculados a exfuncionarios de la secretaría de Gobernación –los que dieron los permisos y hoy regentean los negocios del juego--, y que se vinculan con gobiernos azules. Y como todos saben, los casos emblema están en Monterrey y, claro, en Guanajuato. En pocas palabras, que la tragedia del casino en Monterrey también se convirtió en una tragedia político electoral para el PAN.
NO ME VOY, NO ME VOY Y...
Y es que a diez meses de la elección presidencial de julio de 2012, no hay peor "campaña" de imagen negativa para un partido político --como el PAN--, que la percepción social que produce un puñado de gobernantes transas, mentirosos y cínicos, como el caso de los hermanos Larrazabal, de Monterrey, y otros no menos transa, mentirosos y cínicos, como algunos políticos y empresarios vinculados al juego en el estado de Guanajuato.
Acaso por eso, la dirigencia nacional del PAN, los poderosos grupos empresariales de Nuevo León y hasta la casa presidencial de Los Pinos, recomendaron a Fernando Larrazabal --el alcalde de Monterrey caído en desgracia--, que renunciara a su cargo. El llamado lo formularon en todos los tonos y por todos los medios. Sin embargo, el alcalde pareció juguetear con las circunstancias y, al final de cuentas, decidió mantenerse en el cargo.
Y si bien el argumento que esgrimió Larrazabal para quedarse, parece sensato, lo cierto es que nada justifica lo que está a la vista de todos; el uso del poder municipal para fines personales, para beneficios privados. Dijo el alcalde de Monterrey: "No puedo tomar una decisión que permita que la mentira, el chantaje y la perversidad triunfen". ¿Qué quiere decir lo anterior? Que según el alcalde "regio", él y su hermano son víctimas de una perversión criminal que deben impedir.
Y pudiera tener razón. Pudiera ser cierto que el alcalde y su hermano son víctimas de un horroroso chantaje. Sin embargo, lo que pocos creen –si no es que nadie--, es que debió ocurrir la tragedia, para que el alcalde y su hermano se percataran de ese chantaje. Lo cierto es que por todas partes aparecen evidencias de que antes de "la perversa persecución del alcalde", eran evidentes los negocios familiares de los Larrazabal con los dueños de los casinos. Y esos negocios son un suculento manjar político electoral, para cualquier partido político opositor al PAN.
En realidad lo que no entendió el alcalde Fernando Larrazabal, es que al recomendarle que solicitara licencia de su cargo, lo que el gobierno federal intentó fue salvarle el pellejo. ¿Por qué? Por eso, porque son muchos los indicios de que el escándalo de los Larrazabal puede escalar a niveles de tragedia político electoral, para el candidato presidencial azul que sea. Eso es lo que nunca entendió Larrazabal, y lo que intentaron evitar en el CEN del PAN y en Los Pinos.
Y es que un hipotético escándalo de ese tamaño --como el de llevar a prisión al alcalde de la capital nevoleonesa--, durante la selección del candidato presidencial azul, sería lo más parecido a un suicidio. Y la razón es elemental. A estas alturas, la imagen de los hermanos Larrazabal es mucho más que un lastre para la imagen del PAN, de los candidatos presidenciales todos y, por supuesto, para el gobierno de Calderón. Y si recurrimos al "librito" de la clase política mexicana, resulta que "el lastre" se debe tirar al primer momento de crisis.
En rigor, la imagen de los hermanos Larrazabal es un factor poderosamente negativo para Santiago Creel, porque el escándalo de los casinos lo coloca en el centro del debate sobre la corrupción que han arrastrado esas casas de juego. Es un escándalo y una imagen negra para el precandidato presidencial Ernesto Cordero, porque el alcalde "Regio", Fernando Larrazabal, se había convertido en su principal impulsor en Nuevo León, y jefe de su campaña en la poderosa y estratégica plaza de Monterrey.
Pero no sólo resulta una imagen negativa, sino destructiva para el saliente gobierno de Felipe Calderón, que en días recientes ha dado a conocer que en los últimos meses de su gestión se empeñará en trabajar para que el final de su sexenio se reconocido como el de la lucha contra la corrupción. Por eso los mensajes recurrentes a la corrupción descubierta en Monterrey.
Sin embargo, a Larrazabal no le importa ni el PAN, ni Felipe Calderón y menos los negativos para Ernesto Cordero. Al alcalde de Nuevo León le importa su propia imagen y cuidar su salida del gobierno, a riesgo de que el gobierno federal inicie una persecución en su contra.
Y GUANAJUATO APESTA
Pero la crisis que vive el PAN en Monterrey llegó a Guanajuato, en donde se vive una doble crisis político electoral. Y es que también en julio de 2012 se renovará el gobierno de Guanajuato, en donde el escándalo de los casinos podría tener su propia narrativa, y en donde sólo es cuestión de tiempo para que aparezca una cloaca por el escandaloso endeudamiento del gobierno saliente.
Y es que en Guanajuato se vivirá una doble sucesión; la presidencial y la local. En el primer caso, el gobernador Juan Manual Oliva --igual que operó Fernando Larrazabal--, abrazó la causa presidencial de Ernesto Cordero, y hasta le arrimó más de 30 mil votos de militantes y adherentes. Al mismo tiempo, el gobernador se ha convertido en el principal enemigo político del exsecretario de Salud, José Ángel Córdova, quien salió del gabinete con una nada despreciable calificación de propios y extraños.
El doctor Córdova no sólo es considerado como uno de los mejores secretarios de Salud, sino como uno de los mejores integrantes del gabinete de Felipe Calderón. A pesar de esas calificaciones de excelencia, el grupo político del gobernador Oliva, ha dicho a propios y extraños que no dejará pasar al doctor Córdova, como candidato del PAN al gobierno de Guanajuato. ¿La razón?
Que a Oliva no le importa que Guanajuato sea gobernado por el mejor candidato. Le importa cuidarse las espaldas. Por eso empuja a un mediocre secretario de su gabinete. ¿Qué tal con el PAN?
- Fernando Larrazabal, un lastre que golpea a todos en el partido azul - Córdova, el mejor calificado, es satanizado por el PAN de Guanajuato
La tragedia del Casino Royale en Monterrey --y su cauda de 52 muertes a manos del crimen organizado--, no sólo enlutó a la sociedad mexicana toda; no sólo mostró el tamaño del flagelo criminal, la vulnerabilidad social y la debilidad institucional. También permitió ver al tamaño de la crisis de confianza y credibilidad que vive el PAN.
Quedó exhibido que durante el gobierno de Vicente Fox se entregó no sólo el mayor número de permisos para casas de apuestas sino que, buena parte de los beneficiarios de esos "negocios" son grupos empresariales vinculados a exfuncionarios de la secretaría de Gobernación –los que dieron los permisos y hoy regentean los negocios del juego--, y que se vinculan con gobiernos azules. Y como todos saben, los casos emblema están en Monterrey y, claro, en Guanajuato. En pocas palabras, que la tragedia del casino en Monterrey también se convirtió en una tragedia político electoral para el PAN.
NO ME VOY, NO ME VOY Y...
Y es que a diez meses de la elección presidencial de julio de 2012, no hay peor "campaña" de imagen negativa para un partido político --como el PAN--, que la percepción social que produce un puñado de gobernantes transas, mentirosos y cínicos, como el caso de los hermanos Larrazabal, de Monterrey, y otros no menos transa, mentirosos y cínicos, como algunos políticos y empresarios vinculados al juego en el estado de Guanajuato.
Acaso por eso, la dirigencia nacional del PAN, los poderosos grupos empresariales de Nuevo León y hasta la casa presidencial de Los Pinos, recomendaron a Fernando Larrazabal --el alcalde de Monterrey caído en desgracia--, que renunciara a su cargo. El llamado lo formularon en todos los tonos y por todos los medios. Sin embargo, el alcalde pareció juguetear con las circunstancias y, al final de cuentas, decidió mantenerse en el cargo.
Y si bien el argumento que esgrimió Larrazabal para quedarse, parece sensato, lo cierto es que nada justifica lo que está a la vista de todos; el uso del poder municipal para fines personales, para beneficios privados. Dijo el alcalde de Monterrey: "No puedo tomar una decisión que permita que la mentira, el chantaje y la perversidad triunfen". ¿Qué quiere decir lo anterior? Que según el alcalde "regio", él y su hermano son víctimas de una perversión criminal que deben impedir.
Y pudiera tener razón. Pudiera ser cierto que el alcalde y su hermano son víctimas de un horroroso chantaje. Sin embargo, lo que pocos creen –si no es que nadie--, es que debió ocurrir la tragedia, para que el alcalde y su hermano se percataran de ese chantaje. Lo cierto es que por todas partes aparecen evidencias de que antes de "la perversa persecución del alcalde", eran evidentes los negocios familiares de los Larrazabal con los dueños de los casinos. Y esos negocios son un suculento manjar político electoral, para cualquier partido político opositor al PAN.
En realidad lo que no entendió el alcalde Fernando Larrazabal, es que al recomendarle que solicitara licencia de su cargo, lo que el gobierno federal intentó fue salvarle el pellejo. ¿Por qué? Por eso, porque son muchos los indicios de que el escándalo de los Larrazabal puede escalar a niveles de tragedia político electoral, para el candidato presidencial azul que sea. Eso es lo que nunca entendió Larrazabal, y lo que intentaron evitar en el CEN del PAN y en Los Pinos.
Y es que un hipotético escándalo de ese tamaño --como el de llevar a prisión al alcalde de la capital nevoleonesa--, durante la selección del candidato presidencial azul, sería lo más parecido a un suicidio. Y la razón es elemental. A estas alturas, la imagen de los hermanos Larrazabal es mucho más que un lastre para la imagen del PAN, de los candidatos presidenciales todos y, por supuesto, para el gobierno de Calderón. Y si recurrimos al "librito" de la clase política mexicana, resulta que "el lastre" se debe tirar al primer momento de crisis.
En rigor, la imagen de los hermanos Larrazabal es un factor poderosamente negativo para Santiago Creel, porque el escándalo de los casinos lo coloca en el centro del debate sobre la corrupción que han arrastrado esas casas de juego. Es un escándalo y una imagen negra para el precandidato presidencial Ernesto Cordero, porque el alcalde "Regio", Fernando Larrazabal, se había convertido en su principal impulsor en Nuevo León, y jefe de su campaña en la poderosa y estratégica plaza de Monterrey.
Pero no sólo resulta una imagen negativa, sino destructiva para el saliente gobierno de Felipe Calderón, que en días recientes ha dado a conocer que en los últimos meses de su gestión se empeñará en trabajar para que el final de su sexenio se reconocido como el de la lucha contra la corrupción. Por eso los mensajes recurrentes a la corrupción descubierta en Monterrey.
Sin embargo, a Larrazabal no le importa ni el PAN, ni Felipe Calderón y menos los negativos para Ernesto Cordero. Al alcalde de Nuevo León le importa su propia imagen y cuidar su salida del gobierno, a riesgo de que el gobierno federal inicie una persecución en su contra.
Y GUANAJUATO APESTA
Pero la crisis que vive el PAN en Monterrey llegó a Guanajuato, en donde se vive una doble crisis político electoral. Y es que también en julio de 2012 se renovará el gobierno de Guanajuato, en donde el escándalo de los casinos podría tener su propia narrativa, y en donde sólo es cuestión de tiempo para que aparezca una cloaca por el escandaloso endeudamiento del gobierno saliente.
Y es que en Guanajuato se vivirá una doble sucesión; la presidencial y la local. En el primer caso, el gobernador Juan Manual Oliva --igual que operó Fernando Larrazabal--, abrazó la causa presidencial de Ernesto Cordero, y hasta le arrimó más de 30 mil votos de militantes y adherentes. Al mismo tiempo, el gobernador se ha convertido en el principal enemigo político del exsecretario de Salud, José Ángel Córdova, quien salió del gabinete con una nada despreciable calificación de propios y extraños.
El doctor Córdova no sólo es considerado como uno de los mejores secretarios de Salud, sino como uno de los mejores integrantes del gabinete de Felipe Calderón. A pesar de esas calificaciones de excelencia, el grupo político del gobernador Oliva, ha dicho a propios y extraños que no dejará pasar al doctor Córdova, como candidato del PAN al gobierno de Guanajuato. ¿La razón?
Que a Oliva no le importa que Guanajuato sea gobernado por el mejor candidato. Le importa cuidarse las espaldas. Por eso empuja a un mediocre secretario de su gabinete. ¿Qué tal con el PAN?
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