Políticas que afectan la economía

Martin Khor / Red del Tercer Mundo

Estados Unidos y Europa están sumidos en crisis económicas y en un atolladero de conflictos políticos. Los países en desarrollo deberían estar atentos a cómo evoluciona la situación y prepararse para enfrentar sus efectos.

Las nuevas señales de debilitamiento de las principales economías industriales aumentó la perspectiva de que sobrevenga una recesión mundial. Otro problema es la suerte de parálisis política en esos países que les impide adoptar el tipo de medidas que los ayudaron a ellos y al mundo a recuperarse de la recesión en 2009.

La economía mundial está entrando ahora en una “nueva zona de peligro”, según palabras del presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, pronunciadas en Beijing el fin de semana pasado.

Zoellick advirtió que Europa enfrenta una crisis de la deuda soberana con graves consecuencias para la unión monetaria, los bancos y la competitividad de algunos países europeos. Y su propio país, Estados Unidos, anunció que en agosto no hubo un aumento de los puestos de trabajo, lo que provocó que el viernes 2 de setiembre el índice Dow Jones cayera 253 puntos en el mercado, o 2,2 por ciento.

Fue la primera vez en once meses que el rubro fuentes de trabajo se paralizó, en contraste con los ochenta y cinco mil puestos de trabajo creados en julio. El desempleo permaneció en 9,1 por ciento y la Casa Blanca dijo que era muy probable que ese nivel alto se mantuviera en 2012.

¿Estados Unidos puede hacer algo para contrarrestar esta tendencia?

El presidente Barack Obama se referirá a la situación de los puestos de trabajo y se espera que anuncie algunas medidas, como inversiones gubernamentales en infraestructura, incentivos fiscales para la creación de puestos de trabajo y una extensión de los beneficios de desempleo y de la reducción de los impuestos sobre los salarios.

Es poco probable que esas medidas sirvan para reactivar una economía que está al borde de una nueva recesión. Aún así, no es seguro que los republicanos le permitan al presidente adoptar esas medidas.

La situación cambió drásticamente desde que la administración Obama introdujo un estímulo fiscal de 800.000 millones de dólares, implementado a lo largo de dos años, que el Congreso aprobó en febrero de 2009.

Economistas keynesianos asignan al estímulo fiscal la función de sacar a la economía de la recesión. El debilitamiento actual se atribuye a que dicho estímulo finalizó hace algunos meses. Pero numerosos republicanos cuestionan esta línea de pensamiento porque consideran que la expansión fiscal está sumiendo a Estados Unidos en un mayor endeudamiento.

Desde que los republicanos obtuvieron la mayoría en la Cámara de Representantes en noviembre pasado, definieron como máxima prioridad la reducción de los gastos del Estado y del déficit fiscal, obligando a Obama a cambiar su estrategia del combate a la recesión al combate al déficit. Por tanto, el presidente estadounidense está impedido ahora de adoptar importantes medidas de estímulo, como las que adoptó antes.

No obstante, argumentará ante el Congreso que la creación de puestos de trabajo y la recuperación económica son ahora la máxima prioridad y que necesita crear de inmediato puestos de trabajo a corto plazo, aún cuando esto signifique un aumento del gasto.

La reducción del gasto y del déficit tendrán que esperar hasta que la economía se recupere, y aún entonces debe haber un aumento de los impuestos a los ricos para ayudar a reducir el déficit.

El argumento tiene mucho sentido para los economistas keynesianos, pero será muy resistido por los miembros republicanos más duros del Congreso. La estrategia de Obama para combatir la recesión encontrará, pues, graves resistencias en el corto plazo, y en el mediano plazo ocurrirá lo mismo con su estrategia contra el déficit.

En Estados Unidos el problema radica más en la parálisis política debido al conflicto ideológico, mientras que en Europa la situación es más complicada y probablemente más profunda, vinculada a la crisis de la deuda soberana. Se trata de una crisis contagiosa, que se ha esparcido a más países dentro de la eurozona.

El modelo político escogido de sacar del lío al país más afectado, no está funcionando.

Grecia recibió dos paquetes de rescate a cambio de la adopción de drásticas medidas de austeridad. Pero la semana pasada, un equipo de la Unión Europea, el Banco Central Europeo y funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) suspendieron las conversaciones con el gobierno griego indicando que no todo está bien.

Mientras tanto, un informe de la oficina de presupuesto de Grecia informó que el problema de la deuda estaba fuera de control y que a pesar de la severa austeridad y las políticas de privatización, el presupuesto no había registrado excedentes. De hecho, el déficit aumentó, debido a la recesión económica.

Los economistas keynesianos señalarán que era de esperar el fracaso del modelo de rescate ya que las grandes reducciones al presupuesto contribuyen a constreñir la economía, lo que a su vez reduce el ingreso fiscal y aumenta el déficit.

Mientras que la economía cae en espiral, la crisis de la deuda se agrava, en lugar de reducirse. Varios analistas llegaron a la conclusión de que Grecia -y probablemente algunos de los demás países afectados- necesitan una cancelación parcial de la deuda. Cuanto antes se haga esto, mejor, como parte de una solución permanente a la crisis.

Por supuesto, el incumplimiento de la deuda acarrea otros problemas, y por eso esta medida es resistida. Se adoptará sólo cuando todo lo demás no funcione, y para ese entonces el daño tendrá enormes alcances.

Durante algún tiempo, las economías de Estados Unidos y Europa quedarán atrapadas en una situación de deterioro así como en un feroz conflicto político.

A medida que la situación evolucione, los países en desarrollo se verán afectados, de una u otra forma, ya que la mayoría de ellos siguen estrechamente ligados a los países desarrollados. Por eso es importante que evalúen continuamente la situación y diseñen sus propias políticas para responder de la mejor manera posible a esta crisis.

Martin Khor, fundador de la Red del Tercer Mundo, es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.

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