Itinerario Político / Ricardo Alemán
En Guanajuato, todos saben que el gobernador de filiación panista, Juan Manuel Oliva, es la versión azul de los caciques al más puro estilo del viejo PRI.
A lo largo de 20 años de gobiernos azules, los guanajuatenses ya no ven diferencia entre el viejo PRI que gobernó por más de medio siglo, y el PAN que gobierna, en las dos décadas recientes.
Hasta hace pocas semanas, sin embargo, el cacique del pueblo, el “señor gobernador” de Guanajuato, ya no es la versión moderna de todo aquello que los panistas criticaron –cuando eran opositores–, de los gobiernos tricolores.
Y es que a pesar de que ha engañado a todos con el cuento de que tiene el control total del estado –al grado que Germán Martínez prometió guanajuatizar el PAN de todo el país–, lo cierto es que Juan Manuel Oliva nunca dejó de ser un político de utilería.
Y la terca realidad se impuso, apenas el pasado domingo, cuando en la fiesta por los 20 años del PAN en el poder de Guanajuato, los asistentes le recetaron una ofensiva rechifla y abucheo al candidato presidencial preferido del gobernador Oliva y de la casa presidencial, Ernesto Cordero.
¿Qué fue lo que pasó el domingo último en Guanajuato, en donde un sector del PAN local, abucheó de lo lindo a Ernesto Cordero, al tiempo que aplaudió a rabiar a Josefina Vázquez Mota; que abucheó de manera grosera al doctor José Ángel Córdoba, y vitoreó a Miguel Márquez, al “delfín azul”, del panismo local, para suceder a Oliva?
Pues nada, que el gobernador de Guanajuato –el mismo que el pasado viernes jugó el juego de bufón al saltar al templete para vitorear a Ernesto Cordero–, no fue capaz de controlar a una multitud de dos mil panistas que obedecen a los intereses no del gobernador Oliva, sino de su ex dirigente estatal, Fernando Torres Graciano, precandidato a senador.
En pocas palabras, que el gobernador Oliva –el gobernador chiquito, como le dicen sus paisanos–, en realidad ya no tiene ningún control político del PAN local. Más aún, se sabe que las cajas que dizque contenían las 30 mil firmas de apoyo a Ernesto Cordero –que le entregó Oliva a Cordero al inicio de su precampaña–, en realidad eran de utilería. Es decir, también en es ocasión engañó al candidato presidencial de Los Pinos, Ernesto Cordero.
Pero acaso lo más grave para los guanajuatenses y para el PAN de esa entidad, no sea que “el gobernador chiquito” o “el gobernador de utilería” haya engañado a Cordero, y que con su deficiente manejo político haya echado a buena parte del PAN de Guanajuato a los brazos de Josefina Vázquez Mota.
No, lo verdaderamente grave es que al orquestar abucheos y groseras cargadas contra el doctor José Ángel Córdoba, lo que consiguió “el señor gobernador”, Juan Manuel Oliva, es que todos –o casi todos–, los partidos opositores al PAN, en Guanajuato, hayan iniciado una frenética búsqueda del ex secretario federal de Salud, para convencerlo de que sea candidato de una alianza opositora.
Todas las encuestas colocan a Córdoba como el más aventajado precandidato del PAN al gobierno de Guanajuato. Pero solo el locuaz gobernador Oliva no quiere ver que lo único que está consiguiendo es que los 20 años de PAN en esa entidad, terminen en julio de 2012. ¿Y que tal les caería a los guanajuatenses, una alianza opositora al PAN de Oliva y de sus “siete enanos”, que lleve como candidato al gobierno estatal al doctor José Ángel Córdoba?
Córdoba nada dice del tema, pero confirmamos que se le han acercado no pocas dirigencias nacionales para proponerle una candidatura de unidad. Y si Oliva y los azules que no ven más allá de su nariz, si insisten en cerrarle el paso a Córdoba, estarán cavando su tumba. En pocas palabras, resulta que Ernesto Cordero ya perdió en Guanajuato y que su más efusivo promotor, Juan Manuel Oliva, se puede convertir en un lastre. O sea, otra derrota. Lo bueno es que Felipe Calderón dijo, “renovarse o morir”. ¿Qué tal si no lo dice?
EN EL CAMINO
Bonachón y dicharachero, como siempre, Humberto Moreira se aventó la puntada de revelar que el verdadero adversario del PRI se llama Andrés Manuel López Obrador. Triste papel del tabasqueño, ahora comparsa de Peña Nieto. Le están pagando el favor por destruir la alianza opositora en el Estado de México, pero lo hacen ver como un mero bulto. El tiempo, como siempre, pondrá a cada quien en su lugar… Pues nada, se confirma que Beatriz Paredes está lista para ser candidata del PRI al GDF. Todas las encuestas la colocan como ganadora. Aquí lo dijimos hace meses, y casi nos sacan los ojos.
En Guanajuato, todos saben que el gobernador de filiación panista, Juan Manuel Oliva, es la versión azul de los caciques al más puro estilo del viejo PRI.
A lo largo de 20 años de gobiernos azules, los guanajuatenses ya no ven diferencia entre el viejo PRI que gobernó por más de medio siglo, y el PAN que gobierna, en las dos décadas recientes.
Hasta hace pocas semanas, sin embargo, el cacique del pueblo, el “señor gobernador” de Guanajuato, ya no es la versión moderna de todo aquello que los panistas criticaron –cuando eran opositores–, de los gobiernos tricolores.
Y es que a pesar de que ha engañado a todos con el cuento de que tiene el control total del estado –al grado que Germán Martínez prometió guanajuatizar el PAN de todo el país–, lo cierto es que Juan Manuel Oliva nunca dejó de ser un político de utilería.
Y la terca realidad se impuso, apenas el pasado domingo, cuando en la fiesta por los 20 años del PAN en el poder de Guanajuato, los asistentes le recetaron una ofensiva rechifla y abucheo al candidato presidencial preferido del gobernador Oliva y de la casa presidencial, Ernesto Cordero.
¿Qué fue lo que pasó el domingo último en Guanajuato, en donde un sector del PAN local, abucheó de lo lindo a Ernesto Cordero, al tiempo que aplaudió a rabiar a Josefina Vázquez Mota; que abucheó de manera grosera al doctor José Ángel Córdoba, y vitoreó a Miguel Márquez, al “delfín azul”, del panismo local, para suceder a Oliva?
Pues nada, que el gobernador de Guanajuato –el mismo que el pasado viernes jugó el juego de bufón al saltar al templete para vitorear a Ernesto Cordero–, no fue capaz de controlar a una multitud de dos mil panistas que obedecen a los intereses no del gobernador Oliva, sino de su ex dirigente estatal, Fernando Torres Graciano, precandidato a senador.
En pocas palabras, que el gobernador Oliva –el gobernador chiquito, como le dicen sus paisanos–, en realidad ya no tiene ningún control político del PAN local. Más aún, se sabe que las cajas que dizque contenían las 30 mil firmas de apoyo a Ernesto Cordero –que le entregó Oliva a Cordero al inicio de su precampaña–, en realidad eran de utilería. Es decir, también en es ocasión engañó al candidato presidencial de Los Pinos, Ernesto Cordero.
Pero acaso lo más grave para los guanajuatenses y para el PAN de esa entidad, no sea que “el gobernador chiquito” o “el gobernador de utilería” haya engañado a Cordero, y que con su deficiente manejo político haya echado a buena parte del PAN de Guanajuato a los brazos de Josefina Vázquez Mota.
No, lo verdaderamente grave es que al orquestar abucheos y groseras cargadas contra el doctor José Ángel Córdoba, lo que consiguió “el señor gobernador”, Juan Manuel Oliva, es que todos –o casi todos–, los partidos opositores al PAN, en Guanajuato, hayan iniciado una frenética búsqueda del ex secretario federal de Salud, para convencerlo de que sea candidato de una alianza opositora.
Todas las encuestas colocan a Córdoba como el más aventajado precandidato del PAN al gobierno de Guanajuato. Pero solo el locuaz gobernador Oliva no quiere ver que lo único que está consiguiendo es que los 20 años de PAN en esa entidad, terminen en julio de 2012. ¿Y que tal les caería a los guanajuatenses, una alianza opositora al PAN de Oliva y de sus “siete enanos”, que lleve como candidato al gobierno estatal al doctor José Ángel Córdoba?
Córdoba nada dice del tema, pero confirmamos que se le han acercado no pocas dirigencias nacionales para proponerle una candidatura de unidad. Y si Oliva y los azules que no ven más allá de su nariz, si insisten en cerrarle el paso a Córdoba, estarán cavando su tumba. En pocas palabras, resulta que Ernesto Cordero ya perdió en Guanajuato y que su más efusivo promotor, Juan Manuel Oliva, se puede convertir en un lastre. O sea, otra derrota. Lo bueno es que Felipe Calderón dijo, “renovarse o morir”. ¿Qué tal si no lo dice?
EN EL CAMINO
Bonachón y dicharachero, como siempre, Humberto Moreira se aventó la puntada de revelar que el verdadero adversario del PRI se llama Andrés Manuel López Obrador. Triste papel del tabasqueño, ahora comparsa de Peña Nieto. Le están pagando el favor por destruir la alianza opositora en el Estado de México, pero lo hacen ver como un mero bulto. El tiempo, como siempre, pondrá a cada quien en su lugar… Pues nada, se confirma que Beatriz Paredes está lista para ser candidata del PRI al GDF. Todas las encuestas la colocan como ganadora. Aquí lo dijimos hace meses, y casi nos sacan los ojos.
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