Peña Nieto y Cordero, tal para cual

Álvaro Delgado

Por sus afectos a personajes de mala reputación, que podrían acompañarlo a gobernar de llegar a la Presidencia de México, el priista Enrique Peña Nieto y el panista Ernesto Cordero comparten el apotegma según el cual a los beatos se les beatifica, a los santos se les santifica y a las ratas se les ratifica.

Cordero, el anodino prospecto de Felipe Calderón para sucederlo, ha dado recientemente dos muestras públicas de esa proclividad a la impunidad y ambas ocurrieron el 15 de septiembre, la noche del Grito de Independencia, que en su caso es antónimo.

La primera ocurrió en una entrevista radiofónica con Salvador Camarena, de W Radio, cuando Cordero colmó de elogios a Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública federal, y se comprometió a mantenerlo en su hipotético gabinete –“sería un honor”–, como se sabe que le ordenó Calderón.

“Es un buen mexicano y un muy buen servidor público que ha combatido valientemente a la delincuencia organizada en México”, definió Cordero. “Para mí sería un honor que él formara parte de mi quipo de trabajo.”

La segunda defensa pública de la impunidad la hizo en Palacio Nacional, previa a la ceremonia del Grito, cuando defendió al alcalde de Monterrey, Fernando Larrazabal, involucrado en los escándalos de corrupción de su hermano Jonás y de su secretario de Desarrollo Humano, Miguel Angel García.

“Ya dejen en paz al pobre Larrazabal”, clamó el secretario de Desarrollo Social y de Hacienda en el sexenio que ha creado más de 12 millones de pobres, cuyo operador de su búsqueda de la candidatura presidencial en el norte del país es justamente ese funcionario de origen oaxaqueño.

En los hechos, más que en declaraciones, Cordero es consistente en acoger en su equipo a personajes sobre los que hay fundadas sospechas de enriquecimiento ilícito. Dos ejemplos nítidos: El expriista Miguel Angel Yunes, cuya gestión en el ISSSTE sigue sin ser esclarecida, y el diputado federal panista César Nava, quien comenzó a ostentar una súbita riqueza luego de ser abogado general de Pemex.

En el caso de Peña Nieto, el elenco de políticos impresentables, sobre todo por razones de corrupción, es vasto. Y la aclamación que recibió su tío el exgobernador Arturo Montiel en la toma de posesión de Eruviel Avila es justamente la ruidosa manifestación del cinismo.

El equipo de Peña Nieto en el Estado de México –del que Eruviel ratificó al procurador y a tres secretarios– y el que se propone integrar para buscar la Presidencia de México, que él y sus amanuenses de los medios quieren hacer creer que es ya inevitable, se nutre del priismo más primitivo del país, como en su momento lo hizo también su tutor político, Carlos Salinas, padre de la plutocracia que pastorea al PAN y al PRI.

El propio Humberto Moreira, designado presidente del PRI por indicación de Peña Nieto, no ha sido capaz de explicar el repentino enriquecimiento de dos de sus colaboradores desde que era gobernador de Coahuila, a cuya entidad endeudó espectacularmente, en algunos casos mediante maniobras presuntamente delincuenciales.

Aun sin cargo formal, que lo tendrá en el PRI en el área electoral, el exgobernador Ulises Ramírez, que robó del erario de Oaxaca hasta la náusea, forma parte del equipo de Peña Nieto, junto con su mentor Roberto Madrazo, lo mismo que Fidel Herrera, el exgobernador de Veracruz.

En medio de la bufalada, van a seguir apareciendo los rostros de la corrupción y la impunidad en el entorno de Peña Nieto, como la cacique magisterial Elba Esther Gordillo y exgobernadores de la talla de Mario Marín, Ismael Hernández, Tomás Yarrignton y, claro, Miguel Osorio Chong, el operador estrella.

¿A poco el robo que hizo el policía Michelle Delgadillo Salas del reloj del poeta Efraín Bartolomé en el salvaje operativo en viviendas capitalinas fue un hecho aislado? No, en el Estado de México la corrupción es estructural y propiciada desde la cúspide.

Apuntes

Josefina Vázquez Mota tiene, también, sus malas compañías, empezando por Germán Martínez y Jorge Manzanera, quienes dejaron derrotado y quebrado al PAN. Apenas este domingo la aspirante presidencial presentó a Alejandro Vázquez Cuevas como su gran operador electoral, alguien con muy mala reputación. Lo mismo su hermano Alfonso, quien fue exhibido en un video recibiendo fajos de billetes que le dio Héctor Gordillo, director de Egresos del ayuntamiento de Xalapa para comprar su votos como regidor. Y Calderón lo premió nombrándolo delegado de la Secretaría del Trabajo en Veracruz.

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