PAN: lucha entre dos

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

El dulce que vertió recientemente Felipe Calderón sobre Josefina Vázquez Mota en vísperas de pedir licencia en el Congreso para buscar la candidatura presidencial del PAN, desató la gran ola especulativa que con ese calor a “Pina” -como la llamó cariñosamente-, el Presidente había cambiado o ampliado su mosaico de candidatos. No sería Ernesto Cordero un único delfín. Podría ser ella, de terminar mejor posicionada en la opinión pública, la nueva querubín de Calderón.

En el entorno de Vázquez Mota se animaron con la idea de que la semiótica de Calderón reflejaba un cambio de actitud. No vieron la realidad, clara a los ojos de un observador: Calderón fue muy cariñoso con ella, en un ambiente –los panistas en el Congreso- que la aplaudía y le expresaba su apoyo. Calderón no iba a remar contra esa corriente, pero hizo algo muy fuerte en contra de ella: le arrebató la iniciativa y el momento político a su solicitud de licencia. El Presidente anunció que ella se iba, contra todo protocolo y tacto político, e impidió que el anuncio de su licencia fuera capitalizado políticamente por Vázquez Mota.

Calderón no fue meloso, sino muy duro en las analogías. Cordero no había anunciado que se iba de Hacienda, pero el Presidente obligó a tres secretarios de Estado a dejarle el camino libre. Una vez que salió de Hacienda, la televisión se abrió para él: una larga entrevista en horario estelar en un marco como si fuera ya candidato presidencial, y la transmisión en vivo de un acto panista con él de orador, que le dio un espacio público que provocó muecas entre sus rivales, que no han tenido ni el mismo trato, ni obtenido arropamiento presidencial. Al contrario.

El caso más sobresaliente es el de Roberto Gil, secretario particular del Presidente, que estaba en la primera línea para ir a coordinar la precampaña de Vázquez Mota por la candidatura presidencial. El Presidente no lo dejó renunciar, como deseaba para irse al barco de la contendiente, aunque hace dos meses el propio Gil sentía que Calderón quería deshacerse de él. Se queda en Los Pinos, mientras Vázquez Mota continúa sin un coordinador de campaña con ADN panista, y obligada a recurrir a quien ha sido su estratega, Diódoro Carrasco, ex secretario de Gobernación en el último sexenio priísta.

Pero si hay un trabajo duro por parte del Presidente, también hay un trabajo sucio, encargado a Ana Teresa Aranda, que remplazó a Vázquez Mota en la Secretaría de Desarrollo Social cuando en el sexenio pasado se sumó al equipo de campaña de Calderón. Aranda, una poblana que pertenece a los sectores duros del PAN, no comparte la ideología más liberal de Cordero, pero sus diferencias con Vázquez Mota son viejas, por lo que se unió al grupo extremista en el PAN que ha sido persuadido por el delfín presidencial para sumarse a su campaña.

Hace semanas Cordero doblegó al gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, que iba rumbo a tener problemas con la Función Pública –cuyo secretario Salvador Vega, ya pactó con el delfín- por la compra de terrenos cuando pujó porque se construyera una refinería en su estado, para que lo respaldara, pero aún no logra convencer al gobernador de Morelos, Marco Adame, jefe político de esa facción, que apoya a Vázquez Mota.

La extrema derecha tiene a un candidato, el gobernador de Jalisco, Emilio González, y sabe que aunque carecen de los votos necesarios dentro del PAN para ganar la nominación, sí tienen los que se necesitan para decidir quién gana, como sucedió durante la contienda por la presidencia del partido, donde pactaron con Gustavo Madero y lo llevaron al liderazgo nacional a cambio de la secretaría general. El papel protagónico de González puede verse como un intento por elevar el perfil de esa facción y, por tanto, del costo que tendrá su adhesión.

Vázquez Mota no tiene los recursos de Cordero –con la permanente sombra del Presidente y lo que eso significa- para persuadir a panistas a que voten por ella en la elección interna que decidirá en la primavera de 2012 su candidatura, ni poder sobre presupuestos estatales, o partidas para impactar municipios. Tampoco tiene qué ofrecer materialmente a políticos locales para ganar su apoyo, o herramientas para neutralizar venganzas y represalias al más alto nivel si desairan a Cordero.

Tiene en cambio, un factor intangible que empieza a jugar a su favor: el desencanto de operadores eficientes que se han alejado de Cordero. El primero fue Jorge Manzanera, con mala fama, pero ampliamente reconocido como operador y conocedor de las entrañas del PAN. Otro es Miguel Ángel Yunes, que saltó de la trinchera de Cordero para sumarse esta semana a la de Vázquez Mota.

Manzanera es, junto con el ex alcalde de Tijuana Jorge Ramos, de gran prestigio dentro del partido por el trabajo que realizó en aquella ciudad, operador en jefe para la estructura territorial. Yunes, como Manzanera tiene negativos políticos, pero a la vista de las necesidades, los beneficios para Vázquez Mota son mayores que los costos. Sobretodo porque en la medida que calderonistas se empiecen a alejar de Cordero, como el caso de ambos o recientemente de Rodolfo Elizondo, ex secretario de Turismo, la percepción de su crecimiento se incrementará.

La lucha por la candidatura presidencial del PAN incluye a un cuarto aspirante, el ex senador Santiago Creel, quien es la pieza clave para cuando empiece oficialmente el proceso de 2012, el próximo mes, y quien definirá en buena medida cómo se a acomodan las fichas. Creel sostiene que no declinará, pero sus números de preferencia electoral se han venido reduciendo ligeramente, lo que es grave, pues después de seis años de campaña, no crece en intención de voto.

Creel puede evaluar en las próximas semanas si se arriesga a una derrota o declina a favor de Vázquez Mota y juega contra Cordero. Este sería el mejor escenario para Vázquez Mota. Para Cordero, una lucha entre tres es preferible, porque el voto anti Calderón se dividiría entre dos y el delfín podría avanzar por en medio de los dos. Si fuera de dos, el ideal sería Creel, a quien ven un adversario bastante más fácil de vencer que Vázquez Mota.

En todo caso, la disputa por la candidatura en el PAN es incierta, y lo que hoy es un escenario real entre los contendientes, puede cambiar en unas cuantas semanas, cuando arranque el proceso de sucesión presidencial, luego que su Consejo Político defina el 24 de septiembre las reglas para la nominación, con lo cual el juego volvería a empezar bajo parámetros radicalmente diferentes.

Comentarios