José Carreño Figueras
De hacer caso a los conservadores estadounidenses, si como todo indica el presidente Barack Obama está decidido a buscar la reelección en 2012, se encuentra camino a un muy duro choque.
Tradicionalmente, cuando un presidente busca a reelección los comicios se convierten en un referendo sobre su gobierno y hasta ahora, pese a todo el entusiasmo, la buena voluntad y buenos propósitos que animaron la llegada de Obama al gobierno, el 20 de enero de 2009, los prospectos son mas que difíciles.
Si los reportes que se publican ahora se mantienen en noviembre de 2012, Obama no tiene posibilidades.
Puede ser motivado por ejemplo que el periódico de su ciudad de residencia, el “Chicago Tribune”, consigne ahora las razones por las que Obama debe retirarse y no buscar la reelección en 2012.
El optimismo de la derecha puede tener raíz en el creciente desencanto respecto a Obama entre afroestadounidenses y latinos, dos grupos clave para su elección en 2008 y críticos para sus posibilidades de reelección.
“Si Obama no fuera el presiente ya estaríamos en marchas contra la Casa Blanca”, señaló el diputado demócrata Emanuel Cleaver, presidente del grupo de legisladores afroestadounidenses en la Cámara baja.
La reflexión acompaña de hecho a las quejas de los hispanos sobre la forma en que el gobierno Obama aborda el problema de la reforma migratoria, que al menos en estos últimos dos años ha estad basada mas en la represión y la persecución de indocumentados que en la posibilidad de legalización.
Claro que los problemas de Obama son en buena medida heredados y que mucho de lo que ha hecho ha sido condicionado por la circunstancias, pero al mismo tiempo el hecho es que como decía el presidente Harry S. Truman, la responsabilidad última es suya.
De creer a los conservadores Obama está condenado. Después de todo la economía, la principal “vara de medir” el éxito o el fracaso de un presidente estadounidense, está y estará en serios problemas por el futuro previsible.
Pero los conservadores no cuentan, o no quieren contar, con las limitaciones de sus aspirantes, incluso los presuntamente ultrarreligiosos Rick Perry, gobernador de Texas, y Rick Santorum, exsenador por Pennsylvania; el económicamente retrógrado Rand Paul; la muy polémica Michelle Bachman, el eficiente pero gris Mitt Romney, cuya religión mormona puede ser un inconveniente, y, aunque todavía no es candidata oficial, la muy ignorante pero muy popular Sarah Palin.
Y aunque hoy parece una esperanza muy pequeña, ante el desencanto de la coalición que llevó a Obama al poder, lo cierto es también que en política, especialmente la estadounidense, los casi 14 meses que faltan para las próximas elecciones son una eternidad.
De hacer caso a los conservadores estadounidenses, si como todo indica el presidente Barack Obama está decidido a buscar la reelección en 2012, se encuentra camino a un muy duro choque.
Tradicionalmente, cuando un presidente busca a reelección los comicios se convierten en un referendo sobre su gobierno y hasta ahora, pese a todo el entusiasmo, la buena voluntad y buenos propósitos que animaron la llegada de Obama al gobierno, el 20 de enero de 2009, los prospectos son mas que difíciles.
Si los reportes que se publican ahora se mantienen en noviembre de 2012, Obama no tiene posibilidades.
Puede ser motivado por ejemplo que el periódico de su ciudad de residencia, el “Chicago Tribune”, consigne ahora las razones por las que Obama debe retirarse y no buscar la reelección en 2012.
El optimismo de la derecha puede tener raíz en el creciente desencanto respecto a Obama entre afroestadounidenses y latinos, dos grupos clave para su elección en 2008 y críticos para sus posibilidades de reelección.
“Si Obama no fuera el presiente ya estaríamos en marchas contra la Casa Blanca”, señaló el diputado demócrata Emanuel Cleaver, presidente del grupo de legisladores afroestadounidenses en la Cámara baja.
La reflexión acompaña de hecho a las quejas de los hispanos sobre la forma en que el gobierno Obama aborda el problema de la reforma migratoria, que al menos en estos últimos dos años ha estad basada mas en la represión y la persecución de indocumentados que en la posibilidad de legalización.
Claro que los problemas de Obama son en buena medida heredados y que mucho de lo que ha hecho ha sido condicionado por la circunstancias, pero al mismo tiempo el hecho es que como decía el presidente Harry S. Truman, la responsabilidad última es suya.
De creer a los conservadores Obama está condenado. Después de todo la economía, la principal “vara de medir” el éxito o el fracaso de un presidente estadounidense, está y estará en serios problemas por el futuro previsible.
Pero los conservadores no cuentan, o no quieren contar, con las limitaciones de sus aspirantes, incluso los presuntamente ultrarreligiosos Rick Perry, gobernador de Texas, y Rick Santorum, exsenador por Pennsylvania; el económicamente retrógrado Rand Paul; la muy polémica Michelle Bachman, el eficiente pero gris Mitt Romney, cuya religión mormona puede ser un inconveniente, y, aunque todavía no es candidata oficial, la muy ignorante pero muy popular Sarah Palin.
Y aunque hoy parece una esperanza muy pequeña, ante el desencanto de la coalición que llevó a Obama al poder, lo cierto es también que en política, especialmente la estadounidense, los casi 14 meses que faltan para las próximas elecciones son una eternidad.
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