Francisco Rodríguez / Índice Político
En nuestro (todavía) bendito país, se podría escribir la antítesis del texto de Max Weber sobre la responsabilidad política: ante cualquier catástrofe ninguna “autoridad” se hace cargo de la situación. Unos a otros se echan la bolita. Y todos se hacen bolas, aún en contra de lo que recomiendan Salinas de Gortari y su clon en el EdoMex.
Hoy son los casinos –y hasta los centros cambiarios de divisas–, como ayer fueron las guarderías, los antros, las discotecas…
Nadie ha respondido, por ejemplo, por las pésimas condiciones de seguridad de las viviendas en el estado de Hidalgo, ante las cuales Felipe Calderón grabó un spot publicitario hace apenas unas semanas.
Nadie responde por los muertos del Casino Royale, ni por los infantes de la guardería ABC, ni por los mineros de Pasta de Conchos, ni por los jóvenes del News Divine, ni por las parejas del Lobohombo… Nadie responde por nada. Campean ausencia de transparencia, corrupción e impunidad.
Es la hora, para más señas, de que Gobernación no tiene aún la relación de los dueños de los casinos. Y ahí está, premiado, Juan Molinar a quien esperan el castigo divino y 49 querubines cuando llegue al más allá. Y por las mismas el empresario Larrea. O los Coppel que encerraban a sus empleadas muertas en el incendio de uno de sus establecimientos…
Son tantos los casos que, al menos en cuanto a impunidad, Felipe Calderón debería mantener cerrada la boca. “Mira quién habla”, podría decírsele cuando discursea sobre ese tema –“lo que daña al país es la impunidad”, dijo furioso apenas, en el marco de su nuevo pleito en contra del Poder Judicial–, o aún cuando pide que se corra a los alcaldes y gobernadores que, dijo maniqueamente, sean “malos”. ¿Y cuándo el ocupante de Los Pinos sea pésimo, como ya más y más dicen lo es él? ¿Lo corremos? ¿Enjuiciamos? ¿Fusilamos?
Calderón está cada vez peor. Enfermo. Bilioso, dice en magnífico artículo –que le fue censurado en La Crónica, por no ir de acuerdo con la línea editorial guió comercial del diario de los mercaderes Kahwagi–, el doctor en Ciencia Política, Luis Miguel Martínez Anzures.
“Uno de los hígados más insoportables que ha producido este país, por más señas efímero canciller de Vicente Fox, acaba de regañar públicamente al presidente de facto por dos gazapos imperdonables: uno, llamar al multihomicidio del casino de Monterrey acto de narcoterrorismo y dos, echarle la culpa a los Estados Unidos, cuando el vandalismo fue perpetrado con gasolina de Pemex y sin una sola arma proveniente del sistema rápido y furioso.
“En efecto, la reacción visceral de Calderón obedece más a su urgente necesidad de que intervengan de inmediato las tropas norteamericanas para hacerse cargo del país, tan odiado y tan temido, que a la inaplazable urgencia de enderezar las baterías en la lucha seria y frontal contra los orígenes y efectos de un sistema criminal causado por el desempleo, que el panismo vino a desorganizar para mal del país y generar 50 mil muertos que ya los quisiera cualquier dictador asiático o africano para justificar cualquier villanía de un gobierno felón y traidor.”
“Considero −y así lo he expuesto desde hace muchos años a mis pocos lectores− que para manejar un aparato corporativo de contrabando de estupefacientes se requiere una gran estructura logística, excelente información de medios terrestres y satelitales, enormes cantidades de efectivo para la movilización y para sostener un ejército paralelo al regular que cuesta mantenerlo mucho más de lo que nos imaginamos.
“No me refiero, desde luego, a los delincuentes de quinto talón que lo único que hicieron fue ejecutar una venganza, de parte de otro grupo de interés, contra los remisos que se negaban a pagar las cuotas criminales del derecho de piso, que se ha convertido en una gabela anticonstitucional que rige en todo el territorio nacional. Se les pasó la mano por inútiles, no porque tuvieran la intención decidida de hacer zozobrar la gobernabilidad y la tranquilidad de la sociedad mexicana.
“Me refiero a las bandas que se han repartido el país para sacar provecho no del simple traslado de la droga, sino de su promoción, distribución, venta y exportación que las han convertido, de golpe y porrazo, en estructuras criminales transnacionales, con un poder que rebasa al de cualquier dictadorcillo moderno y que, aquí esta lo grave, han arañado una parte de los 600 mil millones de dólares que recibían anualmente los big masters gringos.
“Formar, disciplinar, armar y operar ese gran ejército paralelo, más efectivo y depredador que el que se viste de verde olivo, sólo se logra con dinero, mucho dinero, cantidades enormes que deben fluir con disponibilidades espectaculares que pocas gentes poseen. Sólo los demasiado ricos. Podríamos decir que en México no hay cuarenta gentes que alcancen esas posibilidades logístico –financieras−.
“A lo anterior hay que agregar las relaciones políticas que consiguen la impunidad total. Libre movilidad por todo el territorio y amplio margen de maniobra para comprar conciencias, jilgueros y medios de comunicación. Después, las relaciones internacionales con los grupos del gran poder, no sólo político sino con los jefes de ellos, con los dueños del dinero, con los que manejan los negocios más siniestros, los robos en gran escala, las invasiones bélico-químicas, los contrabandistas de armas y autopartes.
“Luego, el manejo de los refugios fiscales, los grandes sistemas del blanqueo de dinero. Esta red, obviamente no la tienen ni en sueños, los chapos, ni los mayos, ni los beltranes, ni los azules, ni los carrillo. La tienen sus jefes.
“Que nadie se rasgue las vestiduras. Los ciudadanos de un país de agachados como el nuestro no podemos hacer nada. Las campañas de radio de la organización del viejo Aguirre que llama a orar a las 12 del día para conseguir un país mejor son patéticas. Las campañas televisivas llamando a los intelectuales a reforzar las conciencias es demagogia ramplona, pedestre, aldeana. ¿Somos víctimas de un sistema o somos culpables de sus fallas y omisiones?
“Mientras, seguiremos siendo presa de los hígados que lucran con el terrorismo como pie de estribo del intervencionismo.”
Hígaditos. Biliosos. Eso, dice Martínez Anzures, es bilio-terrorismo. Coincido. ¿Usted también?
Índice Flamígero: La pregunta de la semana: ¿Contra quién o quiénes dirigirá su ira Felipe Calderón en los próximos días?
En nuestro (todavía) bendito país, se podría escribir la antítesis del texto de Max Weber sobre la responsabilidad política: ante cualquier catástrofe ninguna “autoridad” se hace cargo de la situación. Unos a otros se echan la bolita. Y todos se hacen bolas, aún en contra de lo que recomiendan Salinas de Gortari y su clon en el EdoMex.
Hoy son los casinos –y hasta los centros cambiarios de divisas–, como ayer fueron las guarderías, los antros, las discotecas…
Nadie ha respondido, por ejemplo, por las pésimas condiciones de seguridad de las viviendas en el estado de Hidalgo, ante las cuales Felipe Calderón grabó un spot publicitario hace apenas unas semanas.
Nadie responde por los muertos del Casino Royale, ni por los infantes de la guardería ABC, ni por los mineros de Pasta de Conchos, ni por los jóvenes del News Divine, ni por las parejas del Lobohombo… Nadie responde por nada. Campean ausencia de transparencia, corrupción e impunidad.
Es la hora, para más señas, de que Gobernación no tiene aún la relación de los dueños de los casinos. Y ahí está, premiado, Juan Molinar a quien esperan el castigo divino y 49 querubines cuando llegue al más allá. Y por las mismas el empresario Larrea. O los Coppel que encerraban a sus empleadas muertas en el incendio de uno de sus establecimientos…
Son tantos los casos que, al menos en cuanto a impunidad, Felipe Calderón debería mantener cerrada la boca. “Mira quién habla”, podría decírsele cuando discursea sobre ese tema –“lo que daña al país es la impunidad”, dijo furioso apenas, en el marco de su nuevo pleito en contra del Poder Judicial–, o aún cuando pide que se corra a los alcaldes y gobernadores que, dijo maniqueamente, sean “malos”. ¿Y cuándo el ocupante de Los Pinos sea pésimo, como ya más y más dicen lo es él? ¿Lo corremos? ¿Enjuiciamos? ¿Fusilamos?
Calderón está cada vez peor. Enfermo. Bilioso, dice en magnífico artículo –que le fue censurado en La Crónica, por no ir de acuerdo con la línea editorial guió comercial del diario de los mercaderes Kahwagi–, el doctor en Ciencia Política, Luis Miguel Martínez Anzures.
“Uno de los hígados más insoportables que ha producido este país, por más señas efímero canciller de Vicente Fox, acaba de regañar públicamente al presidente de facto por dos gazapos imperdonables: uno, llamar al multihomicidio del casino de Monterrey acto de narcoterrorismo y dos, echarle la culpa a los Estados Unidos, cuando el vandalismo fue perpetrado con gasolina de Pemex y sin una sola arma proveniente del sistema rápido y furioso.
“En efecto, la reacción visceral de Calderón obedece más a su urgente necesidad de que intervengan de inmediato las tropas norteamericanas para hacerse cargo del país, tan odiado y tan temido, que a la inaplazable urgencia de enderezar las baterías en la lucha seria y frontal contra los orígenes y efectos de un sistema criminal causado por el desempleo, que el panismo vino a desorganizar para mal del país y generar 50 mil muertos que ya los quisiera cualquier dictador asiático o africano para justificar cualquier villanía de un gobierno felón y traidor.”
“Considero −y así lo he expuesto desde hace muchos años a mis pocos lectores− que para manejar un aparato corporativo de contrabando de estupefacientes se requiere una gran estructura logística, excelente información de medios terrestres y satelitales, enormes cantidades de efectivo para la movilización y para sostener un ejército paralelo al regular que cuesta mantenerlo mucho más de lo que nos imaginamos.
“No me refiero, desde luego, a los delincuentes de quinto talón que lo único que hicieron fue ejecutar una venganza, de parte de otro grupo de interés, contra los remisos que se negaban a pagar las cuotas criminales del derecho de piso, que se ha convertido en una gabela anticonstitucional que rige en todo el territorio nacional. Se les pasó la mano por inútiles, no porque tuvieran la intención decidida de hacer zozobrar la gobernabilidad y la tranquilidad de la sociedad mexicana.
“Me refiero a las bandas que se han repartido el país para sacar provecho no del simple traslado de la droga, sino de su promoción, distribución, venta y exportación que las han convertido, de golpe y porrazo, en estructuras criminales transnacionales, con un poder que rebasa al de cualquier dictadorcillo moderno y que, aquí esta lo grave, han arañado una parte de los 600 mil millones de dólares que recibían anualmente los big masters gringos.
“Formar, disciplinar, armar y operar ese gran ejército paralelo, más efectivo y depredador que el que se viste de verde olivo, sólo se logra con dinero, mucho dinero, cantidades enormes que deben fluir con disponibilidades espectaculares que pocas gentes poseen. Sólo los demasiado ricos. Podríamos decir que en México no hay cuarenta gentes que alcancen esas posibilidades logístico –financieras−.
“A lo anterior hay que agregar las relaciones políticas que consiguen la impunidad total. Libre movilidad por todo el territorio y amplio margen de maniobra para comprar conciencias, jilgueros y medios de comunicación. Después, las relaciones internacionales con los grupos del gran poder, no sólo político sino con los jefes de ellos, con los dueños del dinero, con los que manejan los negocios más siniestros, los robos en gran escala, las invasiones bélico-químicas, los contrabandistas de armas y autopartes.
“Luego, el manejo de los refugios fiscales, los grandes sistemas del blanqueo de dinero. Esta red, obviamente no la tienen ni en sueños, los chapos, ni los mayos, ni los beltranes, ni los azules, ni los carrillo. La tienen sus jefes.
“Que nadie se rasgue las vestiduras. Los ciudadanos de un país de agachados como el nuestro no podemos hacer nada. Las campañas de radio de la organización del viejo Aguirre que llama a orar a las 12 del día para conseguir un país mejor son patéticas. Las campañas televisivas llamando a los intelectuales a reforzar las conciencias es demagogia ramplona, pedestre, aldeana. ¿Somos víctimas de un sistema o somos culpables de sus fallas y omisiones?
“Mientras, seguiremos siendo presa de los hígados que lucran con el terrorismo como pie de estribo del intervencionismo.”
Hígaditos. Biliosos. Eso, dice Martínez Anzures, es bilio-terrorismo. Coincido. ¿Usted también?
Índice Flamígero: La pregunta de la semana: ¿Contra quién o quiénes dirigirá su ira Felipe Calderón en los próximos días?
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