Andrea Becerril y Víctor Ballinas / La Jornada
El argumento central para el cambio de sede del Senado fue que se ahorrarían 100 millones de pesos al año, al no tener que pagar renta de varios inmuebles, pero sólo en el primer trimestre del año los gastos en el edificio de Reforma e Insurgentes por mantenimiento, limpieza, vigilancia y aseguramiento fueron de 110 millones, denunció el coordinador del Partido del Trabajo (PT), Ricardo Monreal, en la tribuna senatorial.
Propuso formalmente que el Senado regrese a llevar a cabo sus trabajos a las instalaciones de Xicoténcatl y se done a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) el cuestionado conjunto de Reforma e Insurgentes.
No se puede seguir gastando, subrayó, en un edificio lleno de lujos pero carente de funcionalidad y con fallas frecuentes, que ocasionan reparaciones constantes al sistema eléctrico, aire acondicionado, elevadores y controladores de imanes de las puertas.
Percance con una puerta
Ayer, incluso, se desplomó otra puerta –todas son de cristal– en la oficina de uno de los legisladores del PRD y le cayó encima a Lizbeth Cruz, quien se desempeña como asesora. Sufrió lesiones leves en las manos, pero se llevó un gran susto, ya que la estructura se zafó cuando iba a cerrarla, se estrelló en el piso y quedó echa añicos.
Monreal Ávila aludió al incidente e insistió en dejar el inmueble, en cuya construcción, recalcó, se gastaron 3 mil 20 millones de pesos, cifra que sigue aumentando considerablemente, sin que aún esté claro cuándo se detendrá.
Insistió en que el gasto por los servicios básicos que requiere la nueva sede es muy elevado, de 110 millones de pesos más impuesto al valor agregado en el primer trimestre del año, sin incluir el capítulo de pedidos y servicios, que representa unos 15 millones más.
El petista hizo notar que aunque se proyectó un edificio inteligente, diseñado para traer beneficios ecológicos, en realidad el consumo de energía es muy alto y no hay ahorro, porque las luces están prendidas las 24 horas del día, sin que haya posibilidad de apagarlas.
Tampoco funciona el sistema de acopio de agua de lluvia, ya que el líquido se filtra por todo el hemiciclo –donde se ubica el salón de sesiones– y las oficinas, provocando inundaciones que arruinan muebles, ventanas, plafones y alfombras, aumentando el gasto en las reparaciones.
Abundó: las oficinas son insuficientes para los 2 mil 100 trabajadores del Senado y asesores, las conexiones de electricidad son escasas y limitadas para computadoras. Además, los ascensores no son funcionales, por lo que es muy difícil subir la torre de 15 pisos.
¿Dónde está el ahorro?, preguntó. Reiteró que el inmueble podría donarse a la UNAM. ¡Por amor de Dios, regresemos a Xicoténcatl, expresó.
El argumento central para el cambio de sede del Senado fue que se ahorrarían 100 millones de pesos al año, al no tener que pagar renta de varios inmuebles, pero sólo en el primer trimestre del año los gastos en el edificio de Reforma e Insurgentes por mantenimiento, limpieza, vigilancia y aseguramiento fueron de 110 millones, denunció el coordinador del Partido del Trabajo (PT), Ricardo Monreal, en la tribuna senatorial.
Propuso formalmente que el Senado regrese a llevar a cabo sus trabajos a las instalaciones de Xicoténcatl y se done a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) el cuestionado conjunto de Reforma e Insurgentes.
No se puede seguir gastando, subrayó, en un edificio lleno de lujos pero carente de funcionalidad y con fallas frecuentes, que ocasionan reparaciones constantes al sistema eléctrico, aire acondicionado, elevadores y controladores de imanes de las puertas.
Percance con una puerta
Ayer, incluso, se desplomó otra puerta –todas son de cristal– en la oficina de uno de los legisladores del PRD y le cayó encima a Lizbeth Cruz, quien se desempeña como asesora. Sufrió lesiones leves en las manos, pero se llevó un gran susto, ya que la estructura se zafó cuando iba a cerrarla, se estrelló en el piso y quedó echa añicos.
Monreal Ávila aludió al incidente e insistió en dejar el inmueble, en cuya construcción, recalcó, se gastaron 3 mil 20 millones de pesos, cifra que sigue aumentando considerablemente, sin que aún esté claro cuándo se detendrá.
Insistió en que el gasto por los servicios básicos que requiere la nueva sede es muy elevado, de 110 millones de pesos más impuesto al valor agregado en el primer trimestre del año, sin incluir el capítulo de pedidos y servicios, que representa unos 15 millones más.
El petista hizo notar que aunque se proyectó un edificio inteligente, diseñado para traer beneficios ecológicos, en realidad el consumo de energía es muy alto y no hay ahorro, porque las luces están prendidas las 24 horas del día, sin que haya posibilidad de apagarlas.
Tampoco funciona el sistema de acopio de agua de lluvia, ya que el líquido se filtra por todo el hemiciclo –donde se ubica el salón de sesiones– y las oficinas, provocando inundaciones que arruinan muebles, ventanas, plafones y alfombras, aumentando el gasto en las reparaciones.
Abundó: las oficinas son insuficientes para los 2 mil 100 trabajadores del Senado y asesores, las conexiones de electricidad son escasas y limitadas para computadoras. Además, los ascensores no son funcionales, por lo que es muy difícil subir la torre de 15 pisos.
¿Dónde está el ahorro?, preguntó. Reiteró que el inmueble podría donarse a la UNAM. ¡Por amor de Dios, regresemos a Xicoténcatl, expresó.
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