Francisco Rodríguez / Índice Político
Hace un par de semanas Felipe Calderón fue de gira a Baja California. Rodeado como siempre de elementos militares fuertemente armados, sin embargo fue alcanzado por el delegado general del ISSSTE en esa entidad, quien apenas consiguió pedirle si le otorgaba un par de minutos para comentarle sobre la grave situación de ese Instituto en ese punto geográfico a 3 mil kilómetros de Los Pinos.
Quienes escucharon la respuesta de quien se ostenta como “Presidente (sic) de todos los mexicanos” –funcionarios federales, estatales, municipales, empresarios, etc.– aún están azorados:
– ¡No! –casi gritó Calderón, quien de inmediato dio la espalda al servidor público, no menos sorprendido por la furibunda reacción del michoacano.
Y sí, vaya que es grave la situación del ISSSTE en Baja California.
No sólo el delegado George Wehbe, también el secretario técnico de la Comisión de Vigilancia de ese organismo bipartita de seguridad social, Carlos Padilla Becerra, confirman a este escribidor la emergencia que mantiene a 200 mil derechohabientes en enorme riesgo.
Porque, para empezar, desde hace 17 meses funcionan sin el Hospital General de Mexicali, la capital cachanilla, que colapsó tras los terremotos de inicios de abril de 2010. Ergo, muchos de los servicios que este nosocomio prestaba hubieron de subrogarse a instituciones privadas a las que no se han podido cubrir económicamente las atenciones prestadas a los derechohabientes del ISSSTE, por lo que ya se niegan a continuar brindando las mismas. Todo ello no obstante que la Secretaría de Salud ha “entrado al quite” en algunas ocasiones verdaderamente desesperantes.
El desabasto de medicamentos, de suyo proverbial a partir de que Miguel Ángel Yunes hizo “el negocio de su vida” al entregar la adquisición y distribución de fármacos a sus prestanombres en Silodisa y Mirafe –muchos dicen que, en realidad, son negocios de los hijos del derrotado candidato a la gubernatura de Veracruz–, rompe todos los récords en Baja California: más de 100 claves (el 78%) en “surtimiento cero”, cual se dice en el léxico burocráticos de este tipo de instituciones. Y sí, acertó usted que lee estas líneas, los medicamentos que no’más no hay son aquellos más caros para tratamientos oncológicos y otros parecidos, cuya falta pone en riesgo la vida de los pacientes que, eso sí, enteran religiosamente, cada quincena, sus cuotas a la institución.
Todo ello mientras en la radio y en la televisión, en cuanto medio impreso o electrónico “afín”, el ocupante de Los Pinos habla y habla, repite y repite al estilo goebbeliano que México está a punto de obtener la cobertura total en materia de salud.
Suponiendo sin conceder que así fuese, tal vez los bajacalifornianos y, en especial, la derechohabiencia del ISSSTE en esa entidad ya dejaron de pertenecer al Pacto Federal, porque la verdad es que el derecho a la salud se les está negando –“¡no!”, gritó Calderón– ostensiblemente.
¿Los enfermos? ¡Que se mueran!, pareciera haber dicho Calderón al negarse a escuchar el grito desesperado de quien tiene como responsabilidad acercar servicios efectivos y eficientes a quienes, por lo demás, tienen derecho a ello.
Vengancitas políticas. De eso se trata. Y a la mitad están 200 mil afectados por los malos humores del ocupante de Los Pinos, sí, pero también del títere que Miguel Ángel Yunes mantiene al frente del ISSSTE. Porque este último ha manifestado estar “molesto”, debido a que el delegado del Instituto en BC tramitó ante la Secretaría de Gobernación –cuyo actual titular es bajacaliforniano y aspirante panista a la gubernatura estatal– recursos del Fonden para la reconstrucción del Hospital General que, vale reiterar, está en ruinas y ya con equipamiento inservible desde hace 17 meses.
Y la “molestia” del señoritingo cuya madre al parecer es la única en todo México que está satisfecha por el servicio del ISSSTE, toma de rehenes a quienes en Baja California pagan sus cuotas sin la contraprestación correspondiente.
No es la bajacaliforniana la única delegación en donde esto se presenta. Sucede lo mismo en otras en donde despachan como responsables funcionarios ligados a la central burocrática conocida cual Fedessp, antagónica de la Fstse del siempre oficialista –cuando no está “desaparecido”, como ahora– Joel Ayala.
Indigna el “¡no!” tajante de Calderón. Encoleriza que los pleitos políticos se diriman, sin importar ni la salud ni la vida de las personas. Porque eso es justo lo que sucede. En este casino que se llama México –al que llegaron a incendiar los calderonistas–, “la vida no vale nada”, si se es derechohabiente del ISSSTE, ¿o sí?
Índice Flamígero: Nuevo pleito callejero del ocupante de Los Pinos, ahora en contra del Poder Judicial. El señor Calderón, pese a ser egresado de una prestigiada escuela donde se imparte el conocimiento y aplicación de las leyes, muestra una enorme ignorancia jurídica, amén de una peligrosa belicosidad, tras la que oculta sus inseguridades.
Hace un par de semanas Felipe Calderón fue de gira a Baja California. Rodeado como siempre de elementos militares fuertemente armados, sin embargo fue alcanzado por el delegado general del ISSSTE en esa entidad, quien apenas consiguió pedirle si le otorgaba un par de minutos para comentarle sobre la grave situación de ese Instituto en ese punto geográfico a 3 mil kilómetros de Los Pinos.
Quienes escucharon la respuesta de quien se ostenta como “Presidente (sic) de todos los mexicanos” –funcionarios federales, estatales, municipales, empresarios, etc.– aún están azorados:
– ¡No! –casi gritó Calderón, quien de inmediato dio la espalda al servidor público, no menos sorprendido por la furibunda reacción del michoacano.
Y sí, vaya que es grave la situación del ISSSTE en Baja California.
No sólo el delegado George Wehbe, también el secretario técnico de la Comisión de Vigilancia de ese organismo bipartita de seguridad social, Carlos Padilla Becerra, confirman a este escribidor la emergencia que mantiene a 200 mil derechohabientes en enorme riesgo.
Porque, para empezar, desde hace 17 meses funcionan sin el Hospital General de Mexicali, la capital cachanilla, que colapsó tras los terremotos de inicios de abril de 2010. Ergo, muchos de los servicios que este nosocomio prestaba hubieron de subrogarse a instituciones privadas a las que no se han podido cubrir económicamente las atenciones prestadas a los derechohabientes del ISSSTE, por lo que ya se niegan a continuar brindando las mismas. Todo ello no obstante que la Secretaría de Salud ha “entrado al quite” en algunas ocasiones verdaderamente desesperantes.
El desabasto de medicamentos, de suyo proverbial a partir de que Miguel Ángel Yunes hizo “el negocio de su vida” al entregar la adquisición y distribución de fármacos a sus prestanombres en Silodisa y Mirafe –muchos dicen que, en realidad, son negocios de los hijos del derrotado candidato a la gubernatura de Veracruz–, rompe todos los récords en Baja California: más de 100 claves (el 78%) en “surtimiento cero”, cual se dice en el léxico burocráticos de este tipo de instituciones. Y sí, acertó usted que lee estas líneas, los medicamentos que no’más no hay son aquellos más caros para tratamientos oncológicos y otros parecidos, cuya falta pone en riesgo la vida de los pacientes que, eso sí, enteran religiosamente, cada quincena, sus cuotas a la institución.
Todo ello mientras en la radio y en la televisión, en cuanto medio impreso o electrónico “afín”, el ocupante de Los Pinos habla y habla, repite y repite al estilo goebbeliano que México está a punto de obtener la cobertura total en materia de salud.
Suponiendo sin conceder que así fuese, tal vez los bajacalifornianos y, en especial, la derechohabiencia del ISSSTE en esa entidad ya dejaron de pertenecer al Pacto Federal, porque la verdad es que el derecho a la salud se les está negando –“¡no!”, gritó Calderón– ostensiblemente.
¿Los enfermos? ¡Que se mueran!, pareciera haber dicho Calderón al negarse a escuchar el grito desesperado de quien tiene como responsabilidad acercar servicios efectivos y eficientes a quienes, por lo demás, tienen derecho a ello.
Vengancitas políticas. De eso se trata. Y a la mitad están 200 mil afectados por los malos humores del ocupante de Los Pinos, sí, pero también del títere que Miguel Ángel Yunes mantiene al frente del ISSSTE. Porque este último ha manifestado estar “molesto”, debido a que el delegado del Instituto en BC tramitó ante la Secretaría de Gobernación –cuyo actual titular es bajacaliforniano y aspirante panista a la gubernatura estatal– recursos del Fonden para la reconstrucción del Hospital General que, vale reiterar, está en ruinas y ya con equipamiento inservible desde hace 17 meses.
Y la “molestia” del señoritingo cuya madre al parecer es la única en todo México que está satisfecha por el servicio del ISSSTE, toma de rehenes a quienes en Baja California pagan sus cuotas sin la contraprestación correspondiente.
No es la bajacaliforniana la única delegación en donde esto se presenta. Sucede lo mismo en otras en donde despachan como responsables funcionarios ligados a la central burocrática conocida cual Fedessp, antagónica de la Fstse del siempre oficialista –cuando no está “desaparecido”, como ahora– Joel Ayala.
Indigna el “¡no!” tajante de Calderón. Encoleriza que los pleitos políticos se diriman, sin importar ni la salud ni la vida de las personas. Porque eso es justo lo que sucede. En este casino que se llama México –al que llegaron a incendiar los calderonistas–, “la vida no vale nada”, si se es derechohabiente del ISSSTE, ¿o sí?
Índice Flamígero: Nuevo pleito callejero del ocupante de Los Pinos, ahora en contra del Poder Judicial. El señor Calderón, pese a ser egresado de una prestigiada escuela donde se imparte el conocimiento y aplicación de las leyes, muestra una enorme ignorancia jurídica, amén de una peligrosa belicosidad, tras la que oculta sus inseguridades.
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