Rubén Cortés
Ante la proporción de las preferencias a favor de Josefina Vázquez Mota, tanto en encuestas como dentro del partido, el Presidente encontró la forma de mantenerse en el control de los precandidatos del PAN al 2012.
¿Cómo? Con las señales que marca el librito de la sucesión, que no cambia sea cual sea político que lo sigue: el viernes pasado, durante su V Informe de Gobierno, hizo sentar a Vázquez Mota junto a su esposa, Margarita Zavala.
Y el fin de semana, decidió que Roberto Gil, el político más cercano a Vázquez Mota, permaneciera como su secretario particular, en lugar de que se fuera a la Cámara de Diputados a sustituirla a ella al frente de la bancada del partido gobernante.
¿Por qué dejó el Presidente a Gil en su oficina, aun cuando la oposición le hizo saber por todas las vías posibles que querían negociar con éste el presupuesto de 2012, por delante de cualquier otro panista, incluido el ya seguro sustituto de Josefina, Francisco Ramírez Acuña?
Porque sólo un contratiempo muy grande impediría que dentro de unas semanas Gil no sea el coordinador de la campaña presidencial de Vázquez Mota: esa posición de su secretario particular, le permitiría al Presidente tener mucho más que un pie dentro del juego sucesorio.
Gil le será más útil a Calderón dirigiendo la campaña de la candidata de su partido que no en una Cámara de Diputados controlada totalmente por el ala priista de Enrique Peña Nieto, y en la cual le será muy difícil conseguir mucho más de lo
poco que ha conseguido hasta ahora.
En ese contexto, Gil se convierte en una pieza clave del Presidente porque el contar con él junto a Vázquez Mota, le permite no tener que poner todos los huevos en la canasta de su cada vez más menguado delfín, el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero.
Tan valioso le resulta su secretario particular en estos momentos que por lo mismo decidió tenerlo cerca: para protegerlo de los corderistas que en los pasillos de Los Pinos le llenan a Gil el camino de piedritas, tratan de embarcarlo con señales falsas y le ponen todo tipo de zancadillas.
Por eso el fin de semana se lo llevó consigo al cumpleaños del secretario de Educación, Alonso Lujambio. Calderón sabe que mucha de su gente en la casa presidencial le está pegando a su hombre de confianza: una grilla que no puede evitar, pero sí atenuar manteniéndolo a su lado.
De ahí el gran valor de Gil para el PAN en el momento actual: no va a trasladar ningún enojo entre Calderón y Josefina. Y todo lo que hará será en positivo para el Presidente y la candidata.
Ante la proporción de las preferencias a favor de Josefina Vázquez Mota, tanto en encuestas como dentro del partido, el Presidente encontró la forma de mantenerse en el control de los precandidatos del PAN al 2012.
¿Cómo? Con las señales que marca el librito de la sucesión, que no cambia sea cual sea político que lo sigue: el viernes pasado, durante su V Informe de Gobierno, hizo sentar a Vázquez Mota junto a su esposa, Margarita Zavala.
Y el fin de semana, decidió que Roberto Gil, el político más cercano a Vázquez Mota, permaneciera como su secretario particular, en lugar de que se fuera a la Cámara de Diputados a sustituirla a ella al frente de la bancada del partido gobernante.
¿Por qué dejó el Presidente a Gil en su oficina, aun cuando la oposición le hizo saber por todas las vías posibles que querían negociar con éste el presupuesto de 2012, por delante de cualquier otro panista, incluido el ya seguro sustituto de Josefina, Francisco Ramírez Acuña?
Porque sólo un contratiempo muy grande impediría que dentro de unas semanas Gil no sea el coordinador de la campaña presidencial de Vázquez Mota: esa posición de su secretario particular, le permitiría al Presidente tener mucho más que un pie dentro del juego sucesorio.
Gil le será más útil a Calderón dirigiendo la campaña de la candidata de su partido que no en una Cámara de Diputados controlada totalmente por el ala priista de Enrique Peña Nieto, y en la cual le será muy difícil conseguir mucho más de lo
poco que ha conseguido hasta ahora.
En ese contexto, Gil se convierte en una pieza clave del Presidente porque el contar con él junto a Vázquez Mota, le permite no tener que poner todos los huevos en la canasta de su cada vez más menguado delfín, el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero.
Tan valioso le resulta su secretario particular en estos momentos que por lo mismo decidió tenerlo cerca: para protegerlo de los corderistas que en los pasillos de Los Pinos le llenan a Gil el camino de piedritas, tratan de embarcarlo con señales falsas y le ponen todo tipo de zancadillas.
Por eso el fin de semana se lo llevó consigo al cumpleaños del secretario de Educación, Alonso Lujambio. Calderón sabe que mucha de su gente en la casa presidencial le está pegando a su hombre de confianza: una grilla que no puede evitar, pero sí atenuar manteniéndolo a su lado.
De ahí el gran valor de Gil para el PAN en el momento actual: no va a trasladar ningún enojo entre Calderón y Josefina. Y todo lo que hará será en positivo para el Presidente y la candidata.
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