Especial Independencia de México: Heroínas de la Independencia de México

Otto Schober / La Línea del Tiempo

Altagracia Mercado, “Heroína de Huichapan” (Hidalgo), de su propio dinero armó un pequeño ejército en cuanto se enteró de la lucha por la libertad. Se puso a la cabeza y dio la pelea a los realistas. Pero en un encuentro desafortunado perdió el combate, quedando sólo ella en pie. Sin demostrar temor y con la valentía que la caracterizaba, siguió peleando hasta ser capturada.

Su valor causó mucha admiración a los jefes españoles y como la costumbre era no tomar prisioneros sino fusilarlos, el coronel en jefe ordenó la dejaran en libertad diciendo: “Mujeres como ella no deben morir”. Con valentía y arrojo María Soto la Marina ayudó a las tropas del general Francisco Javier Mina.

Las huestes de los realistas se enfrentaron con los insurgentes cerca del río del mismo nombre que la heroína, pero no contó el general Mina con un enemigo más poderoso, la sed, los españoles se habían apoderado del río y no podían llegar hasta el agua.

Altagracia salió de la retaguardia, tomó dos cántaros y sin importar las balas enemigas, llevó una y otra vez el agua para que tomaran los soldados insurgentes. Gertrudis Bocanegra, casó con un realista que por amor a ella abandonó las armas.

Después del grito de Dolores, su marido y su hijo se unieron a la insurgencia con las fuerzas de Manuel Muñiz. En el ataque a Valladolid murieron su esposo y su hijo. Se unió al regimiento en donde estaba su yerno, quien la envía a Pátzcuaro para ver la posibilidad de un ataque. Descubierta por el enemigo, fue encarcelada junto con sus hijas, fue sentenciada a muerte y fusilada.

Leona Vicario Fernández, al quedar huérfana, por deseo de su madre quedó como tutor su tío Agustín Pomposo Fernández. Por herencia era muy rica y cuando llegó a vivir a la Ciudad de México con su tío, fue educada con exquisito gusto.

En el despacho de su tutor conoció a Andrés Quintana Roo, quien también simpatizaba con la insurgencia y se hicieron novios. Desde ese momento se arriesgaba a enviar medicinas y mensajes de su propio dinero.

Uno de sus mensajeros fue aprehendido y después de torturarlo la denunció, al saberse descubierta huyó, pero su tío consiguió el indulto, pero al regresar a la Ciudad de México fue encerrada en el colegio de Belén y llevada a juicio.

No delató a los jefes de la insurgencia y la regresaron al colegio en calidad de detenida. Fue rescatada por los insurgentes y enviada a Oaxaca, donde se casó con Andrés Quintana Roo, tuvo a su hija en una cueva por encontrarse perseguida por los realistas.

Al calmarse el país, regresan a la capital. Sus restos descansan en la columna de la independencia. (Tomado del Diario de Jalapa, publicado el 13 de septiembre de 2007).

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