Carlos Ramírez / Indicador Político
Al grito de “bajar impuestos es de izquierda”, el presidente socialista español José Luis Rodríguez Zapatero inició su segundo periodo cuatrienal en 2008 con una política económica populista que estalló en mil pedazos el 2010-2011 y que puso a su partido 14 puntos porcentuales abajo del centro-derecha Partido Popular.
Más allá del contexto electoral, la crisis económica de España es un buen laboratorio para analizar una crisis económica. Zapatero recibió en 2004 una economía con un superávit presupuestal de 1% y la llevó a un déficit de -12% en el 2011. Agobiado por el desempleo, la desaceleración, el déficit, la demagogia económica y las protestas sociales, Zapatero tuvo que reconocer su fracaso y adelantar seis meses las elecciones generales.
Aunque la palabra Zapatético fue acuñada por el académico Luis María Ansón, consejero político de don Juan de Borbón, para ilustrar los desfiguros políticos de Zapatero, el juego verbal se ajusta para definir desde ahora la política económica de gobernantes populistas --que no de izquierda-- que buscan el voto fácil a costa de la racionalidad de la ciencia económica: Zapatética.
En su campaña electoral de 2008 para su primera y única reelección, Zapatero prometió regalar dinero a costa del superávit presupuestal: Menos impuestos a los ricos, regalo de 400 euros anuales a cada español en sus declaraciones fiscales y regalo de 2 mil 500 euros a cada mujer española que tuviera o adoptara un hijo.
Lo demás fue la demagogia zapateril ante la crisis: “Falacia, puro catastrofismo”, declaró Zapatero al finalizar 2007 y ya con las sirenas prendidas por la crisis hipotecaria. En mayo del 2010, ya con la crisis como lápida sobre el futuro de España, el presidente Obama presionó a Zapatero para que aplicara correctivos neoliberales y paliar los efectos desastrosos de la crisis, por cierto el recetario que el propio Obama se negó a aplicar en los EU hasta que los republicanos lo pusieron en su lugar.
La crisis española de Zapatero es una crisis típicamente populista: Gastar dinero sin atender el asunto fiscal. Los gobernantes han preferido cubrir sus deficiencias de política económica con gasto de corto plazo que pueda --aunque no siempre lo logra-- estimular el crecimiento económico, provocando altos déficit presupuestales. El problema en realidad no es el déficit, sino el mal uso del gasto. Obama, por ejemplo, usó gasto público para apuntalar a las corporaciones y bancos, aunque finalmente la crisis se agravó y dañó a la sociedad con altas cifras de desempleo. Zapatero dejará el poder con un desempleo de 20%, casi 5 millones de personas.
Paradójicamente, la estrategia de Zapatero ha sido la de salvarse a sí mismo a costa de hundir a España en el colapso social con protestas violentas en las calles y de facilitarle a la derecha el camino hacia el gobierno. El programa socialista de Zapatero se redujo a un vulgar programa neoliberal con recorte de gasto social, disminución de salarios, contrarreforma laboral, eso sí, con lenguaje de izquierda porque, decía, ser de izquierda es ajustar la crisis bajo los dictados del FMI.
La política anticrisis de Zapatero la resumió Antonio Santamaría en la revista de izquierda El Viejo Topo: “El gobierno del PSOE ha seguido a rajatabla el principio neoliberal de privatizar los beneficios y socializar las pérdidas”. Lo más grave para la izquierda fue haber sustituido un programa de desarrollo social por una estrategia de consolidación de poder personal. Por eso, en la sesión de despedida de Zapatero de la legislatura el martes pasado, el líder conservador Mariano Rajoy resumió las que llamo siete lecciones que dejó el fracaso económico de Zapatero, y serían las lecciones de lo que hay que hacer y lo no hay que hacer ante una crisis:
--Hacer un buen diagnóstico y no engañar.
--Gobernar con un plan y no a golpe de ocurrencia.
--No generar falsas expectativas.
--Hacer previsiones razonables.
--No gastar lo que no se tiene.
--Hacer reformas y no vivir de la herencia y de la inercia.
--No gobernar por decreto ley.
Lo grave de todo fue la irresponsabilidad de Zapatero como gobernante. En febrero de 2009 Zapatero se encontró con el economista Ramón Tamames, uno de los más prestigiados a nivel internacional y arquitecto de los Pactos de la Moncloa y desdeñó la crisis: “Mira, Ramón, no os enteráis. Somos los que menos estamos sufriendo la crisis y los que antes vamos a salir. Los indicadores de paro y déficit se van a resolver y no sufrirán los más débiles”. Dos y medio años después, el paro y el déficit serán el coro de despedida de Zapatero y del PSOE del poder.
El problema de España --como el de Grecia y los EU-- no es de proyecto ideológico sino de política económica: El colapso del populismo. Los gobiernos progresistas están obligados a una política económica de desarrollo de largo alcance, con equidad social, pero han querido la gloria aquí y ahora y han usado estrategias económicas de emergencia para procesos electorales. En este contexto se ha reafirmado el neoliberalismo, una política de estabilidad macroeconómica eficaz porque su objetivo es justamente económico y no social.
El desafío de la grave crisis económica del ciclo 2007-2012 radica en encontrar una política económica integral basada en tres pivotes: promueva la actividad económica, defina una política fiscal para ingresos y distribución del ingreso y se base en el desarrollo y no en el aplauso electoral. El error de las estrategias populistas ha sido su intento de sustituir el mercado, no de encontrar un mercado con rectoría del Estado.
Al grito de “bajar impuestos es de izquierda”, el presidente socialista español José Luis Rodríguez Zapatero inició su segundo periodo cuatrienal en 2008 con una política económica populista que estalló en mil pedazos el 2010-2011 y que puso a su partido 14 puntos porcentuales abajo del centro-derecha Partido Popular.
Más allá del contexto electoral, la crisis económica de España es un buen laboratorio para analizar una crisis económica. Zapatero recibió en 2004 una economía con un superávit presupuestal de 1% y la llevó a un déficit de -12% en el 2011. Agobiado por el desempleo, la desaceleración, el déficit, la demagogia económica y las protestas sociales, Zapatero tuvo que reconocer su fracaso y adelantar seis meses las elecciones generales.
Aunque la palabra Zapatético fue acuñada por el académico Luis María Ansón, consejero político de don Juan de Borbón, para ilustrar los desfiguros políticos de Zapatero, el juego verbal se ajusta para definir desde ahora la política económica de gobernantes populistas --que no de izquierda-- que buscan el voto fácil a costa de la racionalidad de la ciencia económica: Zapatética.
En su campaña electoral de 2008 para su primera y única reelección, Zapatero prometió regalar dinero a costa del superávit presupuestal: Menos impuestos a los ricos, regalo de 400 euros anuales a cada español en sus declaraciones fiscales y regalo de 2 mil 500 euros a cada mujer española que tuviera o adoptara un hijo.
Lo demás fue la demagogia zapateril ante la crisis: “Falacia, puro catastrofismo”, declaró Zapatero al finalizar 2007 y ya con las sirenas prendidas por la crisis hipotecaria. En mayo del 2010, ya con la crisis como lápida sobre el futuro de España, el presidente Obama presionó a Zapatero para que aplicara correctivos neoliberales y paliar los efectos desastrosos de la crisis, por cierto el recetario que el propio Obama se negó a aplicar en los EU hasta que los republicanos lo pusieron en su lugar.
La crisis española de Zapatero es una crisis típicamente populista: Gastar dinero sin atender el asunto fiscal. Los gobernantes han preferido cubrir sus deficiencias de política económica con gasto de corto plazo que pueda --aunque no siempre lo logra-- estimular el crecimiento económico, provocando altos déficit presupuestales. El problema en realidad no es el déficit, sino el mal uso del gasto. Obama, por ejemplo, usó gasto público para apuntalar a las corporaciones y bancos, aunque finalmente la crisis se agravó y dañó a la sociedad con altas cifras de desempleo. Zapatero dejará el poder con un desempleo de 20%, casi 5 millones de personas.
Paradójicamente, la estrategia de Zapatero ha sido la de salvarse a sí mismo a costa de hundir a España en el colapso social con protestas violentas en las calles y de facilitarle a la derecha el camino hacia el gobierno. El programa socialista de Zapatero se redujo a un vulgar programa neoliberal con recorte de gasto social, disminución de salarios, contrarreforma laboral, eso sí, con lenguaje de izquierda porque, decía, ser de izquierda es ajustar la crisis bajo los dictados del FMI.
La política anticrisis de Zapatero la resumió Antonio Santamaría en la revista de izquierda El Viejo Topo: “El gobierno del PSOE ha seguido a rajatabla el principio neoliberal de privatizar los beneficios y socializar las pérdidas”. Lo más grave para la izquierda fue haber sustituido un programa de desarrollo social por una estrategia de consolidación de poder personal. Por eso, en la sesión de despedida de Zapatero de la legislatura el martes pasado, el líder conservador Mariano Rajoy resumió las que llamo siete lecciones que dejó el fracaso económico de Zapatero, y serían las lecciones de lo que hay que hacer y lo no hay que hacer ante una crisis:
--Hacer un buen diagnóstico y no engañar.
--Gobernar con un plan y no a golpe de ocurrencia.
--No generar falsas expectativas.
--Hacer previsiones razonables.
--No gastar lo que no se tiene.
--Hacer reformas y no vivir de la herencia y de la inercia.
--No gobernar por decreto ley.
Lo grave de todo fue la irresponsabilidad de Zapatero como gobernante. En febrero de 2009 Zapatero se encontró con el economista Ramón Tamames, uno de los más prestigiados a nivel internacional y arquitecto de los Pactos de la Moncloa y desdeñó la crisis: “Mira, Ramón, no os enteráis. Somos los que menos estamos sufriendo la crisis y los que antes vamos a salir. Los indicadores de paro y déficit se van a resolver y no sufrirán los más débiles”. Dos y medio años después, el paro y el déficit serán el coro de despedida de Zapatero y del PSOE del poder.
El problema de España --como el de Grecia y los EU-- no es de proyecto ideológico sino de política económica: El colapso del populismo. Los gobiernos progresistas están obligados a una política económica de desarrollo de largo alcance, con equidad social, pero han querido la gloria aquí y ahora y han usado estrategias económicas de emergencia para procesos electorales. En este contexto se ha reafirmado el neoliberalismo, una política de estabilidad macroeconómica eficaz porque su objetivo es justamente económico y no social.
El desafío de la grave crisis económica del ciclo 2007-2012 radica en encontrar una política económica integral basada en tres pivotes: promueva la actividad económica, defina una política fiscal para ingresos y distribución del ingreso y se base en el desarrollo y no en el aplauso electoral. El error de las estrategias populistas ha sido su intento de sustituir el mercado, no de encontrar un mercado con rectoría del Estado.
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