Álvaro Delgado
La revista Proceso publica esta semana una fotografía de inobjetable calibre periodístico: Juan José Rojas Cardona, “El zar de los casinos”, posa junto al cardenal Norberto Rivera, máximo jerarca de la Iglesia católica en México, y a un grupo de panistas encabezados por el senador Rodolfo Dorador, un político incondicional de Felipe Calderón y Gustavo Madero.
La imagen es simbólica: El poder económico corrupto y corruptor de Rojas Cardona, dueño de numerosos casinos de lujo en México, en connivencia con el poder de la Iglesia católica que encarna Norberto Rivera y el poder político que representa el senador Dorador, coordinador de la campaña de Madero a la presidencia del Partido Acción Nacional (PAN).
En la fotografía, publicada en páginas interiores del semanario, aparece otro alto jerarca del clero, el arzobispo de Mérida, Emilio Berlié –afamado por haber sido capellán de los Arellano Félix, líderes del cártel de Tijuana–, y junto a él está Arturo Rojas Cardona –hermano de Juan José–, a cuyo nombre están los permisos de la Secretaría de Gobernación para operar casas de juego y también numerosos empresas.
Forman parte del elenco que posó para la foto, además, otros tres panistas: Iván Paul Garza Téllez, director del Registro Nacional de Miembros (RNM), el padrón electoral del PAN –un instrumento estratégico para la elección de dirigentes y candidatos–; José Serrano Montoya, socio de los Rojas Cardona y su operador político, y David Aguilar Romero, vocero de Ricardo Sheffield, alcalde de León, Guanajuato.
Sheffield debe saber de la relación de Aguilar Romero con “El zar de los casinos”, y si no lo sabe es peor, sobre todo luego de que el periodista Arnoldo Cuéllar reveló en el portal guanajuatense Zona Franca que asistió a una cena en apoyo a Miguel Márquez, el precandidato de Juan Manuel Oliva a la candidatura del PAN a la gubernatura, a pesar de que su jefe respalda a Josefina Vázquez Mota.
La relación no es fortuita, porque la mecánica de Rojas Cardona es colocar a sus personeros en partidos y gobiernos para hacerles “regalitos” que luego deben pagar a través, por ejemplo, de los permisos para instalar casas de juego.
Madero asegura, por su parte, no conocer la liga de Rojas Cardona con Garza Téllez, a quien nombró encargado del padrón del PAN por la amistad que tiene con su padre, según declaró a este reportero a través de Raúl Reynoso, su vocero, y no porque haya financiado su campaña por la presidencia del PAN.
Como se publica en Proceso esta semana, entre los panistas de la cúpula se sabe que Madero recibió apoyo económico y en especie de los Rojas Cardona, por lo menos el préstamo de un avión, vehículos y diseño de su propaganda de campaña por Tango Publicidad y Medios México, S.A. de C.V., cuyo accionista mayoritario es Gerardo Alberto Rojas Cardona, que posee 99 de las 100 acciones, y el minoritario –con una sola acción– es el panista José Serrano, operador clave del clan en la política nacional.
Junto con Serrano, quien es propietario de la empresa Latin Power Music –que representa a grupos musicales y de producción de videos–, los Rojas Cardona han financiado al alcalde de Monterrey, Fernando Larrazábal, y a su antecesor, Adalberto Madero, y de San Nicolás de los Garza, Zeferino Salgador Almaguer, actual delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).
Pero, también, han recibido favores de los Rojas Cardona los senadores Guillermo Anaya Llamas, compadre de Calderón, y Ulises Ramírez, allegado también a éste, así como Francisco García Cabeza de Vaca, exalcalde de Reynosa, Tamaulipas, y actual director de la Comisión Reguladora de la Tenencia de la Tierra (Corett).
Es obvio que la entrega de dinero a estos panistas producto del juego no es gratuito y eso debe ser parte de la investigación que deberá hacerse en el caso de Larrazábal, el alcalde regiomontano que rechazó la petición del PAN de solicitar licencia, pero también una indagación debe involucrar a políticos de todos los niveles y de todos los partidos que también han recibido dinero sucio.
Lo que seguramente ocurrirá es que, en el mejor de los casos, Larrazábal será expulsado del PAN para sepultar el asunto y evitar que la ruta del dinero sucio llegue hasta Calderón y su campaña en 2006…
Apuntes
El 13 de septiembre de 2001 escribí un artículo sobre el ataque terrorista a Estados Unidos que titulé “El imperio no es inocente”. A una década de distancia sigo pensando lo mismo y, sólo por razones de espacio, comparto unos párrafos de ese artículo, que en Twiter transmitiré íntegro: “El espectáculo atroz producto de los atentados en Estados Unidos acredita, una vez más, que la irracionalidad humana no conoce límites y que el odio incita a la revancha. La guerra del nuevo milenio, es obvio, ya comenzó. Las miles de víctimas, por las que es preciso condolerse, serán ahora justificación del país más poderoso del planeta para reactivar la industria de guerra y catalizar su ansia de sangre contra el enemigo que le estaba haciendo falta al desaparecer el comunismo. Nada bueno han dejado las guerras a lo largo de la historia y nada positivo puede esperarse de la que ahora inicia, en respuesta a la bárbara carnicería del 11 de septiembre en Nueva York, Washington y Pittsburgh. Y lo deseable sería que, como postulaba el patriota cubano José Martí, las tumbas sean altares de la paz. Lamentablemente es manifiesto que no hay espacio para la cordura en Estados Unidos, cuyo gobierno ya ha hecho una virtual declaratoria de guerra a un enemigo de rostro hasta ahora difuso…”
La revista Proceso publica esta semana una fotografía de inobjetable calibre periodístico: Juan José Rojas Cardona, “El zar de los casinos”, posa junto al cardenal Norberto Rivera, máximo jerarca de la Iglesia católica en México, y a un grupo de panistas encabezados por el senador Rodolfo Dorador, un político incondicional de Felipe Calderón y Gustavo Madero.
La imagen es simbólica: El poder económico corrupto y corruptor de Rojas Cardona, dueño de numerosos casinos de lujo en México, en connivencia con el poder de la Iglesia católica que encarna Norberto Rivera y el poder político que representa el senador Dorador, coordinador de la campaña de Madero a la presidencia del Partido Acción Nacional (PAN).
En la fotografía, publicada en páginas interiores del semanario, aparece otro alto jerarca del clero, el arzobispo de Mérida, Emilio Berlié –afamado por haber sido capellán de los Arellano Félix, líderes del cártel de Tijuana–, y junto a él está Arturo Rojas Cardona –hermano de Juan José–, a cuyo nombre están los permisos de la Secretaría de Gobernación para operar casas de juego y también numerosos empresas.
Forman parte del elenco que posó para la foto, además, otros tres panistas: Iván Paul Garza Téllez, director del Registro Nacional de Miembros (RNM), el padrón electoral del PAN –un instrumento estratégico para la elección de dirigentes y candidatos–; José Serrano Montoya, socio de los Rojas Cardona y su operador político, y David Aguilar Romero, vocero de Ricardo Sheffield, alcalde de León, Guanajuato.
Sheffield debe saber de la relación de Aguilar Romero con “El zar de los casinos”, y si no lo sabe es peor, sobre todo luego de que el periodista Arnoldo Cuéllar reveló en el portal guanajuatense Zona Franca que asistió a una cena en apoyo a Miguel Márquez, el precandidato de Juan Manuel Oliva a la candidatura del PAN a la gubernatura, a pesar de que su jefe respalda a Josefina Vázquez Mota.
La relación no es fortuita, porque la mecánica de Rojas Cardona es colocar a sus personeros en partidos y gobiernos para hacerles “regalitos” que luego deben pagar a través, por ejemplo, de los permisos para instalar casas de juego.
Madero asegura, por su parte, no conocer la liga de Rojas Cardona con Garza Téllez, a quien nombró encargado del padrón del PAN por la amistad que tiene con su padre, según declaró a este reportero a través de Raúl Reynoso, su vocero, y no porque haya financiado su campaña por la presidencia del PAN.
Como se publica en Proceso esta semana, entre los panistas de la cúpula se sabe que Madero recibió apoyo económico y en especie de los Rojas Cardona, por lo menos el préstamo de un avión, vehículos y diseño de su propaganda de campaña por Tango Publicidad y Medios México, S.A. de C.V., cuyo accionista mayoritario es Gerardo Alberto Rojas Cardona, que posee 99 de las 100 acciones, y el minoritario –con una sola acción– es el panista José Serrano, operador clave del clan en la política nacional.
Junto con Serrano, quien es propietario de la empresa Latin Power Music –que representa a grupos musicales y de producción de videos–, los Rojas Cardona han financiado al alcalde de Monterrey, Fernando Larrazábal, y a su antecesor, Adalberto Madero, y de San Nicolás de los Garza, Zeferino Salgador Almaguer, actual delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).
Pero, también, han recibido favores de los Rojas Cardona los senadores Guillermo Anaya Llamas, compadre de Calderón, y Ulises Ramírez, allegado también a éste, así como Francisco García Cabeza de Vaca, exalcalde de Reynosa, Tamaulipas, y actual director de la Comisión Reguladora de la Tenencia de la Tierra (Corett).
Es obvio que la entrega de dinero a estos panistas producto del juego no es gratuito y eso debe ser parte de la investigación que deberá hacerse en el caso de Larrazábal, el alcalde regiomontano que rechazó la petición del PAN de solicitar licencia, pero también una indagación debe involucrar a políticos de todos los niveles y de todos los partidos que también han recibido dinero sucio.
Lo que seguramente ocurrirá es que, en el mejor de los casos, Larrazábal será expulsado del PAN para sepultar el asunto y evitar que la ruta del dinero sucio llegue hasta Calderón y su campaña en 2006…
Apuntes
El 13 de septiembre de 2001 escribí un artículo sobre el ataque terrorista a Estados Unidos que titulé “El imperio no es inocente”. A una década de distancia sigo pensando lo mismo y, sólo por razones de espacio, comparto unos párrafos de ese artículo, que en Twiter transmitiré íntegro: “El espectáculo atroz producto de los atentados en Estados Unidos acredita, una vez más, que la irracionalidad humana no conoce límites y que el odio incita a la revancha. La guerra del nuevo milenio, es obvio, ya comenzó. Las miles de víctimas, por las que es preciso condolerse, serán ahora justificación del país más poderoso del planeta para reactivar la industria de guerra y catalizar su ansia de sangre contra el enemigo que le estaba haciendo falta al desaparecer el comunismo. Nada bueno han dejado las guerras a lo largo de la historia y nada positivo puede esperarse de la que ahora inicia, en respuesta a la bárbara carnicería del 11 de septiembre en Nueva York, Washington y Pittsburgh. Y lo deseable sería que, como postulaba el patriota cubano José Martí, las tumbas sean altares de la paz. Lamentablemente es manifiesto que no hay espacio para la cordura en Estados Unidos, cuyo gobierno ya ha hecho una virtual declaratoria de guerra a un enemigo de rostro hasta ahora difuso…”
Comentarios