Marco A. Flota / Grillotina
Antes, todo el país tenía la oportunidad -y la obligación- de escucharlo en el momento mismo que el Presidente lo presentaba al Congreso y era transmitido por televisión, en cadena nacional. Hoy llega al Legislativo por mensajería, alguien firma de recibido y a otra cosa mariposa.
Antes, diputados y senadores interrumpían repetidamente al Señor Presidente durante su lectura, aplaudiendo, todos de pie, en repetidas ocasiones. Hoy diputados y senadores dicen que el Presidente ya está muy aplaudido y éste se toma el día libre, feliz de no tener que atravesar toda la ciudad para llegar a la sede del Legislativo.
Antes el Primero de Septiembre era el Día del Informe, el Día del Presidente.
Camino al Congreso, miles de personas hacían valla, portando mantas con la leyenda: “¡Gracias, señor Presidente!” Era nuestro Día de Gracias, pero distinto al de los Estados Unidos.
Concluido el Informe, el Presidente recibía en Palacio la salutación de su gabinete, el cuerpo diplomático y toda la clase política, en la ceremonia conocida como el besamanos que, atinadamente, suprimió Vicente Fox. En cambio, Fox instituyó otra ceremonia del besamanos, pero sólo con motivo de la visita del Papa.
Si el Informe que rendía era el Quinto de su sexenio, la expectación crecía al máximo, porque estaba el Señor Presidente “en la plenitud del poder”, todavía no calificado como pinche, por un clásico moderno (Se aclara que ese clásico moderno calificó de pinche al poder, no al Presidente, porque fue Fidel Herrera, no Santiago Creel u otro panista descontento con el apoyo descarado a Ernesto Cordero)
Pero, señoras, señores y parejas en sociedad de convivencia, el Informe Presidencial ya no es lo que fue. Y muchas cosas tuvieron que ocurrir para que dejara de serlo.
El Presidente López Portillo le restó solemnidad cuando en su última comparecencia ante el Congreso soltó el llanto, pidiendo perdón a los marginados. Aunque, según las malas lenguas, en realidad Jolopo aulló porque, su Jefe del Estado Mayor, general Godínez, parado a sus espaldas, le estaba pisando la cola.
Pero quizá el mayor mérito corresponda a Muñoz Ledo, quien cambió el Informe de rito a reto. El 1 de septiembre de 1988 e interpeló reiteradamente a Miguel de la Madrid, mientras el diputado presidente hacía sonar la campanita e insistía que las interpelaciones sólo se dan entre pares, mientras el senador Porfirio gritaba: “¡Nones!” Y en 1997 el mismo Muñoz Ledo, diputado Presidente, le recalcó a Zedillo que “Cada uno de nosotros vale tanto como vos y todos juntos valemos más que vos”.
Antes, al Presidente Salinas se le apareció un diputado perredista con máscara del Cerdito Valiente, primer antecedente del cochinero en que se convertiría el partido del Sol Azteca, cuando ahí dejaron de tronar los chicharrones de Cuauhtémoc Cárdenas.
Más tarde, a Vicente Fox lo obligaron a entregar en el vestíbulo del Congreso el último Informe del sexenio de la Presidenta Martita. Y a Felipe Calderón sí le recibió su Primer Informe, pero le impidió leerlo en tribuna, la presidenta del Congreso, diputada Zavaleta, sólo como concesión a la señora Zavalita.
Fue la última vez que un mandatario acudió al Palacio Legislativo. El próximo Presidente quizá tenga que tomar posesión en el Estadio Azteca, en el medio tiempo de un América- Guadalajara para que la ceremonia tenga realce.
¡RRIINNGG!
-Bueno, secretaría de Educación...
-¿Por qué declinó Alonso Lujambio precisamente antes del Informe?
-Sí, por inconforme...
EPIGRILLO
Cosas de risa- ¡joy joy!-
en la Nación mexicana:
Calderón informa hoy,
pero hablará hasta mañana.
Antes, todo el país tenía la oportunidad -y la obligación- de escucharlo en el momento mismo que el Presidente lo presentaba al Congreso y era transmitido por televisión, en cadena nacional. Hoy llega al Legislativo por mensajería, alguien firma de recibido y a otra cosa mariposa.
Antes, diputados y senadores interrumpían repetidamente al Señor Presidente durante su lectura, aplaudiendo, todos de pie, en repetidas ocasiones. Hoy diputados y senadores dicen que el Presidente ya está muy aplaudido y éste se toma el día libre, feliz de no tener que atravesar toda la ciudad para llegar a la sede del Legislativo.
Antes el Primero de Septiembre era el Día del Informe, el Día del Presidente.
Camino al Congreso, miles de personas hacían valla, portando mantas con la leyenda: “¡Gracias, señor Presidente!” Era nuestro Día de Gracias, pero distinto al de los Estados Unidos.
Concluido el Informe, el Presidente recibía en Palacio la salutación de su gabinete, el cuerpo diplomático y toda la clase política, en la ceremonia conocida como el besamanos que, atinadamente, suprimió Vicente Fox. En cambio, Fox instituyó otra ceremonia del besamanos, pero sólo con motivo de la visita del Papa.
Si el Informe que rendía era el Quinto de su sexenio, la expectación crecía al máximo, porque estaba el Señor Presidente “en la plenitud del poder”, todavía no calificado como pinche, por un clásico moderno (Se aclara que ese clásico moderno calificó de pinche al poder, no al Presidente, porque fue Fidel Herrera, no Santiago Creel u otro panista descontento con el apoyo descarado a Ernesto Cordero)
Pero, señoras, señores y parejas en sociedad de convivencia, el Informe Presidencial ya no es lo que fue. Y muchas cosas tuvieron que ocurrir para que dejara de serlo.
El Presidente López Portillo le restó solemnidad cuando en su última comparecencia ante el Congreso soltó el llanto, pidiendo perdón a los marginados. Aunque, según las malas lenguas, en realidad Jolopo aulló porque, su Jefe del Estado Mayor, general Godínez, parado a sus espaldas, le estaba pisando la cola.
Pero quizá el mayor mérito corresponda a Muñoz Ledo, quien cambió el Informe de rito a reto. El 1 de septiembre de 1988 e interpeló reiteradamente a Miguel de la Madrid, mientras el diputado presidente hacía sonar la campanita e insistía que las interpelaciones sólo se dan entre pares, mientras el senador Porfirio gritaba: “¡Nones!” Y en 1997 el mismo Muñoz Ledo, diputado Presidente, le recalcó a Zedillo que “Cada uno de nosotros vale tanto como vos y todos juntos valemos más que vos”.
Antes, al Presidente Salinas se le apareció un diputado perredista con máscara del Cerdito Valiente, primer antecedente del cochinero en que se convertiría el partido del Sol Azteca, cuando ahí dejaron de tronar los chicharrones de Cuauhtémoc Cárdenas.
Más tarde, a Vicente Fox lo obligaron a entregar en el vestíbulo del Congreso el último Informe del sexenio de la Presidenta Martita. Y a Felipe Calderón sí le recibió su Primer Informe, pero le impidió leerlo en tribuna, la presidenta del Congreso, diputada Zavaleta, sólo como concesión a la señora Zavalita.
Fue la última vez que un mandatario acudió al Palacio Legislativo. El próximo Presidente quizá tenga que tomar posesión en el Estadio Azteca, en el medio tiempo de un América- Guadalajara para que la ceremonia tenga realce.
¡RRIINNGG!
-Bueno, secretaría de Educación...
-¿Por qué declinó Alonso Lujambio precisamente antes del Informe?
-Sí, por inconforme...
EPIGRILLO
Cosas de risa- ¡joy joy!-
en la Nación mexicana:
Calderón informa hoy,
pero hablará hasta mañana.
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