Carlos Ramírez / Indicador Político
Arreglado con Enrique Peña Nieto, con un pacto secreto con el PRI, rumbo a ser asociación política para efectos electorales, derrotado en todas las instancias judiciales incluyendo la Corte Suprema y con enviados de López Obrador en su seno, el SME de Martín Esparza encontró en Marcelo Ebrard el aliado que faltaba para llegar ambos al 2012.
El objetivo central del SME de Esparza, ya denunciado por ex secretarios generales de haberse apropiado del organismo, es lograr la reinstalación de la empresa Luz y Fuerza del Centro con todo y los vicios que llevaron a su disolución, es decir, con el SME como sindicato único. Luego de ser recibido en la plancha del Zócalo como héroe por el SME, Ebrard recibió en el despacho oficial del jefe de Gobierno a Esparza seguramente para entregarle con honores las llaves de la ciudad.
Esparza ha dejado entrever a sus afiliados --menos de la mitad de la nómina original del sindicato-- que Peña Nieto, el PRI, el PT, Ebrard y López Obrador ya aceptaron la recreación de LYFC con el SME como sindicato y que es cuestión de que alguno gane las presidenciales para recuperar lo perdido. De todos modos, el SME ya anunció que se transformará en asociación política y fermento de partido para entrarle de lleno a la disputa de posiciones de poder.
En este escenario se dio la instalación del campamento del SME en el zócalo de la Ciudad de México, con el apoyo y aval del Gobierno del DF de Ebrard; en estas semanas de asentamiento, la autoridad capitalina se ha negado a aplicar la ley que sí impone con autoritarismo a los ciudadanos.
El campamento del SME se convirtió en una moneda de negociación política de Ebrard. En abril los granaderos capitalinos se enfrentaron a los sindicalistas y crearon una situación de violencia grave, sólo que en aquella ocasión Ebrard no sólo se deslindó del sindicato sino que procesó penalmente a más de una docena de sindicalistas. Hoy, sin embargo, Ebrard dejó que el conflicto se acercara a las fiestas patrias, le endosó la negociación a la Secretaría de Gobernación y al final se colgó la medallita pavoneándose en el zócalo al levantamiento del campamento y le “agradeció” a los plantonistas haber cedido amablemente el territorio capitalino a la ciudad.
Ebrard tiene experiencia en este tipo de “negociaciones” en las que primero crea el conflicto y luego lo resuelve. En septiembre de 1993 negoció en secreto la entrega de varios millones de pesos a Andrés Manuel López Obrador y el plantón de trabajadores de limpia de Tabasco para la realización del desfile, aunque vendió el hecho como una “victoria” en la negociación política del entonces regente y precandidato Manuel Camacho Solís y desde luego que como parte del activo político en la lucha por la candidatura presidencial del PRI de 1994 que al final perdieron Camacho y Ebrard y ganó Luis Donaldo Colosio. El campamento recibió de la oficina de Ebrard suministros para permanecer en el zócalo: Agua, baños, cobijas y recursos logísticos. La entrega de dinero en efectivo para terminar con el plantón se justificó como pago al “desgaste físico” de los plantonistas y para el alquiler de camiones de regreso a Villahermosa.
En septiembre de 2006, López Obrador había instalado campamentos vacíos --sólo las lonas-- desde el Zócalo y hasta el periférico, copando las avenidas Juárez y Reforma. También en aquella ocasión estuvo a punto de suspenderse la ceremonia del Grito de Independencia y el desfile militar, pero al final se impuso el jefe interino de gobierno Alejandro Encinas y logró que las lonas se desmantelaran; la negociación en esa ocasión fue que Encinas y el PRD tuvieron sus cinco minutos de gloria con un Grito de Independencia antes del oficial del Presidente de la República. En el 2006 Ebrard era jefe electo de Gobierno y participaba como comisionado lopezobradorista en el campamento aunque dormía en un lujoso hotel de Paseo de la Reforma y no en las tiendas de campaña.
Ahora, en el 2011, el SME hizo el cálculo de tiempos políticos y extendió su plantón en el zócalo para de nueva cuenta amenazar con la imposibilidad de las ceremonias de las fiestas patrias, con Ebrard otra vez en el centro de la maniobra política -como en 1993 y 2006- manejando desde la oscuridad los hilos del SME y dejando que el conflicto llegara a la víspera de las fiestas patrias, Ebrard participó como negociador pero inclinando la balanza a favor del SME y al final capitalizó el conflicto apareciendo como el salvador de las fiestas patrias, aunque lo traicionó la vanidad y se pavoneó en el zócalo en medio de gritos de apoyo, aplausos y “agradecimientos” del SME.
El SME ha jugado con sus campamentos en el zócalo. En diciembre de 2009 realizó una farsa de huelga de hambre para presionar al Gobierno y obligarlo a negociar privilegios para Esparza y seguidores. Sin embargo, los “huelguistas” no bajaron ni un gramo; al contrario, ganaron algunos kilitos de más. Ahora el interés de Esparza y el SME era descongelar las millonarias cuentas bancaria del sindicato por falta de representación legal y ahí fue donde tuvieron el apoyo invaluable de Ebrard, lo que dejó la sensación de que en esas cuentas podrían ser también el “cochinito” para la campaña presidencial de Ebrard.
La otra estrategia de Ebrard ha sido para mantener latente el conflicto del SME y de la desaparición de Luz y Fuerza del Centro en octubre del 2009 para utilizar la movilización sindical como una forma de crear inestabilidad dañina al gobierno del Presidente Calderón. Por eso el SME se mueve con tanta tranquilidad en marchas y plantones en la Ciudad de México, del mismo modo en que López Obrador y Ebrard fueron tan complacientes -y hasta lo estimularon políticamente- con los macheteros de San Salvador Atenco. Las imágenes del martes fueron elocuentes y patéticas: Ebrard recibiendo como todo estadista capitalino la plancha del zócalo de grupos del SME eufóricos y agradecidos con el jefe de Gobierno por sus “gestiones”. Sólo que esas imágenes tuvieron un retrueque: Mostraron a un Ebrard manipulador de grupos para, como en 1993, 2005 y 2006, permitir la radicalización de los conflictos y aparecer como el salvador. Y ante las cámaras, Ebrard, “a (sic, debió decir: “En”) nombre de la ciudad y el mío propio”, “agradeció” el gesto al SME de “regresarle” al DF para las fiestas patrias. Y para cerrar con broche de oro, Ebrard recibió a Esparza en la oficina principal del jefe de Gobierno para brindar por la complicidad política.
Arreglado con Enrique Peña Nieto, con un pacto secreto con el PRI, rumbo a ser asociación política para efectos electorales, derrotado en todas las instancias judiciales incluyendo la Corte Suprema y con enviados de López Obrador en su seno, el SME de Martín Esparza encontró en Marcelo Ebrard el aliado que faltaba para llegar ambos al 2012.
El objetivo central del SME de Esparza, ya denunciado por ex secretarios generales de haberse apropiado del organismo, es lograr la reinstalación de la empresa Luz y Fuerza del Centro con todo y los vicios que llevaron a su disolución, es decir, con el SME como sindicato único. Luego de ser recibido en la plancha del Zócalo como héroe por el SME, Ebrard recibió en el despacho oficial del jefe de Gobierno a Esparza seguramente para entregarle con honores las llaves de la ciudad.
Esparza ha dejado entrever a sus afiliados --menos de la mitad de la nómina original del sindicato-- que Peña Nieto, el PRI, el PT, Ebrard y López Obrador ya aceptaron la recreación de LYFC con el SME como sindicato y que es cuestión de que alguno gane las presidenciales para recuperar lo perdido. De todos modos, el SME ya anunció que se transformará en asociación política y fermento de partido para entrarle de lleno a la disputa de posiciones de poder.
En este escenario se dio la instalación del campamento del SME en el zócalo de la Ciudad de México, con el apoyo y aval del Gobierno del DF de Ebrard; en estas semanas de asentamiento, la autoridad capitalina se ha negado a aplicar la ley que sí impone con autoritarismo a los ciudadanos.
El campamento del SME se convirtió en una moneda de negociación política de Ebrard. En abril los granaderos capitalinos se enfrentaron a los sindicalistas y crearon una situación de violencia grave, sólo que en aquella ocasión Ebrard no sólo se deslindó del sindicato sino que procesó penalmente a más de una docena de sindicalistas. Hoy, sin embargo, Ebrard dejó que el conflicto se acercara a las fiestas patrias, le endosó la negociación a la Secretaría de Gobernación y al final se colgó la medallita pavoneándose en el zócalo al levantamiento del campamento y le “agradeció” a los plantonistas haber cedido amablemente el territorio capitalino a la ciudad.
Ebrard tiene experiencia en este tipo de “negociaciones” en las que primero crea el conflicto y luego lo resuelve. En septiembre de 1993 negoció en secreto la entrega de varios millones de pesos a Andrés Manuel López Obrador y el plantón de trabajadores de limpia de Tabasco para la realización del desfile, aunque vendió el hecho como una “victoria” en la negociación política del entonces regente y precandidato Manuel Camacho Solís y desde luego que como parte del activo político en la lucha por la candidatura presidencial del PRI de 1994 que al final perdieron Camacho y Ebrard y ganó Luis Donaldo Colosio. El campamento recibió de la oficina de Ebrard suministros para permanecer en el zócalo: Agua, baños, cobijas y recursos logísticos. La entrega de dinero en efectivo para terminar con el plantón se justificó como pago al “desgaste físico” de los plantonistas y para el alquiler de camiones de regreso a Villahermosa.
En septiembre de 2006, López Obrador había instalado campamentos vacíos --sólo las lonas-- desde el Zócalo y hasta el periférico, copando las avenidas Juárez y Reforma. También en aquella ocasión estuvo a punto de suspenderse la ceremonia del Grito de Independencia y el desfile militar, pero al final se impuso el jefe interino de gobierno Alejandro Encinas y logró que las lonas se desmantelaran; la negociación en esa ocasión fue que Encinas y el PRD tuvieron sus cinco minutos de gloria con un Grito de Independencia antes del oficial del Presidente de la República. En el 2006 Ebrard era jefe electo de Gobierno y participaba como comisionado lopezobradorista en el campamento aunque dormía en un lujoso hotel de Paseo de la Reforma y no en las tiendas de campaña.
Ahora, en el 2011, el SME hizo el cálculo de tiempos políticos y extendió su plantón en el zócalo para de nueva cuenta amenazar con la imposibilidad de las ceremonias de las fiestas patrias, con Ebrard otra vez en el centro de la maniobra política -como en 1993 y 2006- manejando desde la oscuridad los hilos del SME y dejando que el conflicto llegara a la víspera de las fiestas patrias, Ebrard participó como negociador pero inclinando la balanza a favor del SME y al final capitalizó el conflicto apareciendo como el salvador de las fiestas patrias, aunque lo traicionó la vanidad y se pavoneó en el zócalo en medio de gritos de apoyo, aplausos y “agradecimientos” del SME.
El SME ha jugado con sus campamentos en el zócalo. En diciembre de 2009 realizó una farsa de huelga de hambre para presionar al Gobierno y obligarlo a negociar privilegios para Esparza y seguidores. Sin embargo, los “huelguistas” no bajaron ni un gramo; al contrario, ganaron algunos kilitos de más. Ahora el interés de Esparza y el SME era descongelar las millonarias cuentas bancaria del sindicato por falta de representación legal y ahí fue donde tuvieron el apoyo invaluable de Ebrard, lo que dejó la sensación de que en esas cuentas podrían ser también el “cochinito” para la campaña presidencial de Ebrard.
La otra estrategia de Ebrard ha sido para mantener latente el conflicto del SME y de la desaparición de Luz y Fuerza del Centro en octubre del 2009 para utilizar la movilización sindical como una forma de crear inestabilidad dañina al gobierno del Presidente Calderón. Por eso el SME se mueve con tanta tranquilidad en marchas y plantones en la Ciudad de México, del mismo modo en que López Obrador y Ebrard fueron tan complacientes -y hasta lo estimularon políticamente- con los macheteros de San Salvador Atenco. Las imágenes del martes fueron elocuentes y patéticas: Ebrard recibiendo como todo estadista capitalino la plancha del zócalo de grupos del SME eufóricos y agradecidos con el jefe de Gobierno por sus “gestiones”. Sólo que esas imágenes tuvieron un retrueque: Mostraron a un Ebrard manipulador de grupos para, como en 1993, 2005 y 2006, permitir la radicalización de los conflictos y aparecer como el salvador. Y ante las cámaras, Ebrard, “a (sic, debió decir: “En”) nombre de la ciudad y el mío propio”, “agradeció” el gesto al SME de “regresarle” al DF para las fiestas patrias. Y para cerrar con broche de oro, Ebrard recibió a Esparza en la oficina principal del jefe de Gobierno para brindar por la complicidad política.
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