Ebrard, derrotado por AMLO

Carlos Ramírez / Indicador Político

En una de sus recientes giras de fin de semana, Marcelo Ebrard conversó con un veterano periodista poblano y ahí soltó, no sin un dejo de ironía y amargura:

--López Obrador va a ser candidato en el 2012, en el 2016 y los sexenios que dure.

Por eso fue que Ebrard decidió mandar el mensaje en clave al final de su discurso del quinto informe de gobierno ante sus acarreados el pasado martes 20 de septiembre: en enero del 2012, luego de conocer si las encuestas lo favorecen, solicitará licencia al cargo de jefe de gobierno. Esa declaración tuvo la intención de reconocer que Ebrard no será candidato del PRD a la Presidencia de la República y que prefiere la torta segura de la jefatura de gobierno a la torta ideal de la candidatura presidencial.

Eso sí, al estilo priísta en el cual se forjó al lado de Carlos Salinas, Ebrard seguirá cobrando como jefe de gobierno cinco meses más y desde luego que seguirá utilizando con impunidad los recursos públicos para su campaña de reposicionamiento con la esperanza cada vez menos convincente de que López Obrador reconozca que él, Ebrard, es más popular. Todo su equipo de campaña presidencial también seguirá cobrando sus quincenas, aunque sus tareas ya no tengan que ver en lo absoluto con la Ciudad de México, sino con su figura pre-presidencial de Ebrard, como ha venido ocurriendo en los últimos meses.

El estilo priísta de Ebrard no debería extrañar. Su biografía, muchas veces recordada, habla justamente de aquel viejo PRI que se dedicó a disfrutar los beneficios del poder, no a promover el bienestar social. De asistente de Manuel Camacho en la campaña presidencial de Miguel de la Madrid en 1981 a asesor del presidente Salinas en 1994 para operar la campaña de control político de Marcos y el EZLN, pasando por su papel clave como jefe político del PRI de Salinas en 1991 para aplastar al PRD en el DF con todas las mañas priístas. El contexto ya lo ha dicho Cárdenas, sobre todo cuando López Obrador impuso por dedazo a Ebrard como candidato del PRD a jefe de gobierno en el 2006: Con Ebrard, el PRD le estaba regresando la Ciudad de México a los que la verdadera izquierda, la cardenista, se la arrebató en 1997.

El saldo está a la vista: en seis años como jefe de gobierno, Ebrard ha hecho una limpieza política de perredistas en la Ciudad de México, incluyendo la transformación del PRD en un partido similar al Centro Democrático de Camacho y Ebrard, sin ideología, puros programas asistencialistas funcionales al acarreo de beneficiarios como antes lo hacía el PRI en informes de gobierno, gente para las porras, los gritos, la masa informe, el confeti al estilo PRI de Echeverría que ya no se había visto en la Ciudad de México y que Ebrard lo volvió a reciclar.

Al final, todo indica que López Obrador derrotó a Ebrard en la lucha por la candidatura presidencial de la coalición neopopulista del 2012. Al anunciar que pensará en la licencia como jefe de gobierno hasta enero, Ebrard aceptó que nadie le quitará la candidatura presidencial a López Obrador, quien por cierto ya lo es del Partido del Trabajo, Convergencia-Movimiento Ciudadano y Morena. Aunque, de nuevo el gnomo priísta que lleva dentro, Ebrard va a seguir utilizando impunemente --como se vio en los días posteriores a su informe haciendo campaña por su hasta ahora fallida candidatura presidencial-- los recursos públicos como jefe de gobierno para sus actos engañosos de campaña pre-presidencial.

En su desesperación por posicionarse otro poquito en medios, Ebrard ha acudido a las viejas argucias priístas: ya retó al precandidato presidencial priísta Enrique Peña Nieto a un debate con el único objetivo que su aparición al lado del ex gobernador mexiquense le dé un poquito más de espacio en medios. El desafío ocurrió después de la parafernalia de su quinto informe como jefe de gobierno capitalino, dejando con ello la sensación de que el efecto mediático del circo político no le redituó puntos en las encuestas. De ahí que la Ciudad de México vea en las próximas semanas a un jefe de gobierno desaforando en desfiguros políticos para seguir manteniendo algunos espacios en medios.

Además de que la posposición de su licencia hasta enero fue una señal de que nada tiene que hacer frente a López Obrador, Ebrard decidió jugar a lo seguro y no perderse en el viejo juego de las dos tortas: si López Obrador se lanza como candidato de PT-Convergencia-Morena antes de las encuestas perredistas, Ebrard se quedará en el GDF hasta finales de sexenio porque una posición en el Senado sería menor a sus aspiraciones de grandeza y esperará que el ganador de las elecciones presidenciales de julio del 2012 le haga una oferta de gabinete.

Ebrard depende de su figura mediática porque el DF, al perder la identidad perredista, se redujo a un botín de funcionarios. La noche del mismo día de su informe, una balacera en un restaurante de Polanco prendió los focos rojos, sobre todo por las evidencias de que los cárteles de la droga y el crimen organizado ya están en la Ciudad de México y podrían repetir el modelo Monterrey; los capos usan las grandes ciudades para esconderse en la multitud, pero sólo hasta que comience la lucha por la ciudad como territorio de dominio y de consumo de drogas.

En el mismo contexto, el ex secretario de Seguridad Pública de Ebrard, Joel Ortega, acaba de advertir que el consumo de droga es ya preocupante en la ciudad y que en la capital de la República podrían existir ya 13 mil lugares de venta de droga al menudeo; así comenzó también Ciudad Juárez. La derivación elemental --como ocurrió en Juárez-- de la cifra de Ortega es obvia: las narcotienditas sólo pueden sobrevivir y multiplicarse por la complicidad de las autoridades policiacas. Ortega reveló que el principal centro de venta de droga es Tepito. Pero Ebrard lleva años sin meterse en Tepito por el temor de destapar la cloaca y porque esa zona está ya negociada con grandes empresarios para un corredor comercial.

Por lo pronto, al posponer su licencia al GDF Ebrard aceptó su derrota ante López Obrador. Como buen priísta, prefiere el cheque quincenal seguro.

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