De la “decencia” a la delincuencia

Francisco Rodríguez / Índice Político

En el lapso de una década, el autollamado “partido de la gente decente”, el PAN claro está, se convirtió en una peligrosa organización delincuencial. No sólo son los panistas Larrazábal en Monterrey, Nuevo León, quienes –como Zetas– cobran “protección” a los casinos. En León, Guanajuato, el senador panista Luis Alberto Villarreal García y el alcalde Ricardo Sheffield son prácticamente propietarios del único de los seis casinos que opera “legalmente” en la urbe del Bajío.

La investigación es de www.zonafranca.mx, que dirige mi amigo el periodista Arnoldo Cuéllar:

“A un costo de 2.5 millones de dólares por el uso del permiso, más de 16 millones de pesos por gastos de instalación que incluyen los permisos municipales, un grupo de jóvenes de San Miguel de Allende abrieron el casino más lujoso de León sin mayores antecedentes empresariales; su amparo lo hallaron en su pariente: el prominente panista Luis Alberto Villareal García, senador de la República.

“El Grand Casino (operado por el Grupo Win) es uno de los más grandes y lujosos centros de apuestas en León y es, incluso, el único que se encuentra con permisos municipales otorgados… y entre cuyos socios, figuran personajes como Ricardo Villareal García, hermano del senador panista Luis Alberto Villareal, y Pablo Moreno Aiza, amigo personal del alcalde leonés.

“Con participación en esa sociedad también aparece el joven Víctor Adrián Anguiano Villareal (a quién en se le cedió la presidencia del consejo de Grupo Win en una asamblea posterior) y el empresario queretano Samuel Lejtik Vargas

“Una serie de documentos revelan un entramado de complicidades en los que participaría el hermano del senador Luis Alberto Villareal y uno de los amigos más cercanos del alcalde Ricardo Sheffield. Los dos políticos del PAN, los dos, integrantes del llamado grupo La Loma hoy a punto de entrar en el olvido.

“Una primera evidencia es el contrato de asociación en participación entre Talía del Carmen Vázquez Alatorre en su carácter de gerente legal de la empresa Jaguar Entretainment y los socios de Grupo Win, encabezados, en ese documento, por Ricardo Villareal García.

“Talía del Carmen Vázquez Alatorre, fue diputada suplente por el PRD en su natal Michoacán, entidad donde también llegó a trabajar en la Subsecretaría de Atracción de Inversiones durante el primer tramo del gobierno de Leonel Godoy.

“Además, la autorización para operar el Grand Casino es en sí misma una prueba fehaciente del desorden que priva en la normatividad de las casas de apuesta y que salió a relucir en el caso Monterrey.

“Jaguar Entertainment, la empresa de Thalía del Carmen Vázquez, tiene un contrato con Juegos de Entretenimiento y Video de Monterrey, empresa que a su vez y gracias a un ‘criterio’ de la Unidad de Gobierno de la Secretaría de Gobernación del año 2005, ‘no requiere permiso expedido por Segob para instalar y operar sus centros de entretenimiento en el territorio nacional’.

Bajo esa lógica, grupo Win opera con un permiso que le cede Jaguar Entertainment, que a su vez se ampara en la autorización obtenida por Juegos de Entretenimiento y Video de Monterrey, bajo un simple criterio administrativo. El costo de esa franquicia fue de 2 millones y medio de dólares.

Todo un galimatías corporativo que no fue obstáculo para que su situación se regularizara por la alcaldía leonesa.

En el contrato de asociación en participación, que se firmó el 11 de diciembre de 2008 en la ciudad de México, compromete a Grupo Win pagar a Jaguar los gastos totales del centro de apuestas desde su apertura hasta su puesta en marcha por 16 millones de pesos.

Entre los gastos a cubrir, estarían los pagos de licencias municipales, estatales y pagos por traspasos del local. El documento dice que ese costo no incluye las máquinas de apuestas.

“Hay más. Para la apertura del Grand Casino, se pactó la obtención de lo que el propio documento llama ‘un acuerdo político municipal’ para operar videojuegos, juego de habilidad y destreza al que se le otorgó un valor en metálico de 3 millones de pesos. Y se logró.

“La casa de apuestas abrió operaciones en enero pasado, y lo hizo con la ventaja de un reglamento que emitió el gobierno municipal que encabeza Ricardo Sheffield, casi con dedicatoria en diciembre del año pasado. El resto de los casinos sólo pudo operar bajo un llamado oficio de inicio de operaciones que extiende la Secretaría de Gobernación…

“Sin embargo y a poco de realizar la primera operación con Jaguar Entretainment, el hermano del senador Villareal opta por el anonimato. Así se revela en la Asamblea General Extraordinaria que celebraron los accionistas de Grupo Win, quienes operan el Grand Casino en la ciudad de León.

“En dicha asamblea se trasladan las participaciones y Víctor Adrián Anguiano Villareal (primo del político panista y para entonces un joven de 29 años), logra el 64 por ciento de las acciones de la operadora de los casinos y, Samuel Lejtik Vargas, obtiene el 36 por ciento.

“En esa misma asamblea, los accionistas optan por incluir en su participación a Pablo Moreno Aiza, cercano amigo del alcalde Ricardo Sheffield Padilla, a quien se le dota del 15 por ciento de las acciones. Se reducen las de Samuel Lejtik Vargas a 21 por ciento. Las acciones del pariente del senador, quedan intactas.

“Los negocios de la familia Villareal García se trasladaron de San Miguel Allende a puntos más cosmopolitas, bajo el amparo del poder político, dieron también un cambio de giro y, del inmobiliario, ahora la industria del entretenimiento, apuestas, juegos, sorteos, casinos, resultó más redituable.

“Gracias a la buena relación del senador Luis Alberto Villarreal con el alcalde Ricardo Sheffield, León es uno de esos lugares donde hoy prosperan negocios al amparo del poder político del partido que se proponía erradicar la corrupción en México.”

En diez años cambió la percepción pública de los panistas. De “decentes” a delincuentes…

Índice Flamígero: Los casinos se burlan del SAT. Dividen en dos partes las compras de sus clientes. Si uno de sus clientes, cual ejemplo, compra 500 pesos de “créditos”, le dan dos tickets: uno, por 400 y por 100 el otro. Las máquinas expendedoras, ya “arregladas” sólo enteran al fisco la venta de 100. Negocio redondo por donde se le vea, ¿o no?

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