Antonio Navalón
No me asusto con los enfrentamientos institucionales entre los poderes. De hecho, cuando no juegan a tirarse la pelota unos a otros, de esos encontronazos surge algo mejor para la vida de los ciudadanos. Lo que sí me parece imprescindible es pasar del “yo los capturo y tú los sueltas”, al “cómo arreglamos esto para que sí lleguen y se queden en la cárcel”.
La única revolución pendiente que le queda a México es la legal. Para eso necesitamos tener respeto a la legalidad. Es decir, lograr que las leyes no sean sólo indicaciones o espacios ideales a donde llegar, sino que administren, regulen y rijan la vida de todos.
También necesitamos producir una interpretación, un apoyo y una exigencia de responsabilidades al Poder Judicial. Eso significa que no basta con exigirles a los jueces que vayan haciendo justicia en función de lo que requiere el momento político que vive México, sino que cumplan con su deber más allá de cualquier corrupción, debilidad o cobardía y apliquen las leyes en su letra y en su espíritu.
No tendremos un sistema judicial fuerte si no invertimos en él. No habrá posibilidad de que la democracia sea un éxito en nuestro país sin jueces que no caigan en las tentaciones y sin gobiernos que encuentren un camino fácil atacando a los jueces.
Hay muchas cosas por hacer. Se ha tomado la decisión de que si no se pudo lograr que a través de los gobernadores priístas y su contacto con la corrupción y el narcotráfico paguen los corruptos, ahora será la espada flamígera de la verdad, de cara a la elección, la que haga rodar muchas cabezas de presuntos culpables. Por ello, al ser tan importante el papel de los jueces no podemos caer en el juego de la descalificación per se, ni tampoco incurrir en la defensa de que lo que hacemos es aplicar leyes aunque éstas sean malas.
Calderón ha iniciado la campaña final y así como dijo (y yo ya escribí que le tomo la palabra) que no intervendría en el año 2012, también quiero señalar que además dije que las intervenciones que podrán modificar la situación en que se desarrollará la elección ya se están dando.
Cordero ya es el candidato de Felipe, ahora deberá quitarle los votos al “priísmo perverso”. Y por si acaso a quien eligió el Presidente no coincide con las preferencias de los votantes mexicanos, Calderón ha introducido en su discurso: “el futuro presidente o presidenta”. En cualquier caso, la cruzada contra la corrupción también pasará por la Secretaría de Hacienda.
Por ello es bueno recordar que toda purga importante empieza por casa. Así que debes saber que si pretendes quitarle el brazo a tu enemigo debes estar dispuesto a perder tu dedo aunque éste ya no pertenezca a tu cuerpo.
Pero no hay que confundirse, nuestro sistema judicial y estatal conduce a que el problema se reproduzca en todos los órdenes de gobierno. Si no es así que levanten la mano la separación de Poderes en el estado de Chiapas o los Poderes estatales de nuestros gobernadores virreyes.
Mientras tanto, que sepan los corruptos, todos los corruptos, que ya sea por razones electorales o por las que se requieran y hagan falta, las campanas ya están doblando por ellos. La cosecha roja ya ha comenzado.
No me asusto con los enfrentamientos institucionales entre los poderes. De hecho, cuando no juegan a tirarse la pelota unos a otros, de esos encontronazos surge algo mejor para la vida de los ciudadanos. Lo que sí me parece imprescindible es pasar del “yo los capturo y tú los sueltas”, al “cómo arreglamos esto para que sí lleguen y se queden en la cárcel”.
La única revolución pendiente que le queda a México es la legal. Para eso necesitamos tener respeto a la legalidad. Es decir, lograr que las leyes no sean sólo indicaciones o espacios ideales a donde llegar, sino que administren, regulen y rijan la vida de todos.
También necesitamos producir una interpretación, un apoyo y una exigencia de responsabilidades al Poder Judicial. Eso significa que no basta con exigirles a los jueces que vayan haciendo justicia en función de lo que requiere el momento político que vive México, sino que cumplan con su deber más allá de cualquier corrupción, debilidad o cobardía y apliquen las leyes en su letra y en su espíritu.
No tendremos un sistema judicial fuerte si no invertimos en él. No habrá posibilidad de que la democracia sea un éxito en nuestro país sin jueces que no caigan en las tentaciones y sin gobiernos que encuentren un camino fácil atacando a los jueces.
Hay muchas cosas por hacer. Se ha tomado la decisión de que si no se pudo lograr que a través de los gobernadores priístas y su contacto con la corrupción y el narcotráfico paguen los corruptos, ahora será la espada flamígera de la verdad, de cara a la elección, la que haga rodar muchas cabezas de presuntos culpables. Por ello, al ser tan importante el papel de los jueces no podemos caer en el juego de la descalificación per se, ni tampoco incurrir en la defensa de que lo que hacemos es aplicar leyes aunque éstas sean malas.
Calderón ha iniciado la campaña final y así como dijo (y yo ya escribí que le tomo la palabra) que no intervendría en el año 2012, también quiero señalar que además dije que las intervenciones que podrán modificar la situación en que se desarrollará la elección ya se están dando.
Cordero ya es el candidato de Felipe, ahora deberá quitarle los votos al “priísmo perverso”. Y por si acaso a quien eligió el Presidente no coincide con las preferencias de los votantes mexicanos, Calderón ha introducido en su discurso: “el futuro presidente o presidenta”. En cualquier caso, la cruzada contra la corrupción también pasará por la Secretaría de Hacienda.
Por ello es bueno recordar que toda purga importante empieza por casa. Así que debes saber que si pretendes quitarle el brazo a tu enemigo debes estar dispuesto a perder tu dedo aunque éste ya no pertenezca a tu cuerpo.
Pero no hay que confundirse, nuestro sistema judicial y estatal conduce a que el problema se reproduzca en todos los órdenes de gobierno. Si no es así que levanten la mano la separación de Poderes en el estado de Chiapas o los Poderes estatales de nuestros gobernadores virreyes.
Mientras tanto, que sepan los corruptos, todos los corruptos, que ya sea por razones electorales o por las que se requieran y hagan falta, las campanas ya están doblando por ellos. La cosecha roja ya ha comenzado.
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