Cordero: Secretario o presidenciable

Miguel Ángel Granados Chapa

Hoy será presentado a la Cámara de Diputados el paquete que contiene los criterios generales de política económica para el año próximo y los proyectos de ley de ingresos y de presupuesto de egresos. La documentación ha sido preparada en la Secretaría de Hacienda bajo la dirección de Ernesto Cordero, que como hizo el año pasado, primero que vivió al frente de esa secretaría, entregará personalmente el instrumento donde se define la política fiscal. Como hizo el 14 de septiembre de 2010, ha de acudir después a San Lázaro para explicar en vivo los contenidos del paquete. Asimismo a lo largo de octubre y la primera quincena de noviembre debe encabezar las negociaciones con los grupos parlamentarios con miras a la votación en cada una de las cámaras.

Sin embargo, puesto que aspira a ser candidato presidencial de su partido, es posible que Cordero ya no está en su oficina cuando se cumpla ese calendario, incluido el día de hoy, si es que presentara su renuncia la noche del miércoles 7, mientras se escriben estas líneas. Puede ser también que continúe en su cargo a lo largo de todo el cronograma, habiendo abandonado su aspiración presidencial. Su futuro inmediato está amenazado por vicisitudes que podrían dejarlo sin ninguna opción, es decir sin su actual cargo en el gobierno y sin la postulación a que aspira.

Como preprecandidato no tiene delante de sí un camino allanado por el simple hecho de ser ostensiblemente el aspirante a quien apoya el Presidente de la República. Calderón refrendó esa actitud en su favor la semana pasada, cuando hizo que Alonso Lujambio, el otro secretario de Estado, dependiente suyo, que permanecía en la búsqueda de la postulación, renunciara a su empeño. Por ser un novato en la vida pública, que sólo ha tenido tres cargos relevantes en la administración pública federal (subsecretario de Hacienda, secretario de Desarrollo Social y ahora responsable de las finanzas nacionales), es una figura poco reconocida por el público. Y como tampoco lo colocan muy por debajo de los dos legisladores que se mueven en busca de ser postulados, Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel. Últimamente parece haber incrementado sus posibilidades, pero si los sondeos se realizan entre los simpatizantes del PAN sus resultados son inocuos, porque en febrero ganará la candidatura quien haya tenido más votos entre los miembros de ese partido, activos y adherentes.

Para colmo, el azar ha militado contra su aspiración presidencial. Hace exactamente un mes, el 7 de agosto fue recibido con gran alborozo en Monterrey por la corriente que domina al PAN en Nuevo León. Le alzaron los brazos en señal anticipada de triunfo el alcalde capitalino Fernando Larrazábal, que antes lo fue en el municipio vecino de San Nicolás, y Zeferino Salgado que reemplazó en aquel cargo a Larrazábal y ahora es delegado de la SCT en aquella entidad. La algarabía de entonces se ha trocado en pesar para los dirigentes del grupo San Nicolás, encabezado por una triada compuesta por esos dos ex alcaldes y por Raúl Gracia Guzmán, amigo personal de Felipe Calderón, que los indujo al apoyo manifiesto y entusiasta a Cordero, que no ocultaba su satisfacción por la bienvenida que le prodigaron. Hoy, debido a la crisis política en que ha devenido la de seguridad, a Salgado se le recuerda haber recibido el préstamo de un helicóptero de Juan José Rojas Cardona, oscuro personaje de gran presencia en la industria de los juegos de azar. Y Larrazábal está en tal predicamento, que acaso a esta hora ha solicitado licencia a su cargo, como se lo pidió con cierto ánimo de exigencia el comité nacional del PAN.

Esa súbita caída en desgracia del alcalde regiomontano ha servido para que Cordero muestre un lado oscuro de su talante. Ahora reniega del apoyo del grupo San Nicolás y, como dice el dicho, si ha visto a Larrazábal, no se acuerda. En vez de hacerle una seña de solidaridad, se ha sumado a la demanda del sector panista que urge a su más notorio partidario en Nuevo León a hacer mutis. Es una actitud reprobable desde cualquier ética y riñe también con la estética, pues se ve feo que pretenda desconocer su nexo con Larrazábal, cuya evidencia plástica, por casualidad, recorre en estos días toda la República porque figura en la portada de la revista Proceso, el semanario de mayor presencia nacional.

Si Calderón y Cordero resuelven mantener a este último en Hacienda, hasta que el 15 de noviembre sea aprobado el presupuesto de egresos, última fase del correspondiente proceso legislativo, la aspiración presidencial de Cordero puede sufrir mella por el encontronazo con la fracción priísta, que no recibirá de buen modo a quien ha iniciado acciones legales en torno al endeudamiento del Gobierno de Coahuila, que durante cinco años fue encabezado por Humberto Moreira, su actual líder.

Por otro lado, la situación económica y financiera de las principales potencias, salvo China, está sujeta a una fragilidad inestable que afecta inevitablemente a México. El propio Cordero ha reconocido una cierta desaceleración de la economía mexicana, a diferencia del artificial optimismo a que están obligadas las autoridades responsables de la economía nacional. Pero no podría ocultar lo evidente: Si la producción de bienes y servicios en Estados Unidos ha reducido su velocidad y puede llegar al estancamiento y a la recesión, es imposible que sus efectos no se trasladen a México, dos terceras partes de cuyo comercio transcurren en el mercado norteamericano.

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