Jorge Fernández Menéndez
La declinación de Alonso Lujambio en la búsqueda de la candidatura presidencial del PAN no es, por lo menos no se ve así, una confirmación de que el grueso del poder presidencial se dirigirá a apoyar a Ernesto Cordero, el secretario de Hacienda. Por supuesto que Ernesto cuesta con las simpatías de buena parte de la estructura de Los Pinos y se dice que del propio presidente, pero es demasiado lo que está en juego como para pensar que un mandatario como Felipe Calderón simplemente se encaprichará con la designación de un candidato sin tomar en cuenta encuestas, perfiles, apoyos, posibilidades.
La candidatura presidencial del PAN se decidirá en una elección entre militantes y adherentes. El universo de electores es de aproximadamente un millón y medio, pero votarán aproximadamente la mitad. En otras palabras, quien sea el candidato tendrá que contar con unos 350 mil votos seguros de un electorado, como es la militancia panista dura, que no siempre gira en torno a la popularidad o el conocimiento externo de los aspirantes. Pero no se puede pensar que estemos ante un ejercicio sin repercusiones: una candidatura presidencial se construye con el tiempo y debe convencer a los de adentro pero se debe basar en las posibilidades reales de ese aspirante afuera, entre el electorado en general.
Los números son muy duros: según Consulta Mitofsky, entre quienes se identifican como panistas (lo que no significa que sean militantes o adherentes formales, o sea que todos los encuestados que tengan derecho a voto), poco más del 35% prefieren a Josefina Vázquez Mota como candidata: tuvo un aumento de 6% en apenas tres meses; los mismos seis puntos que perdió Santiago Creel en el mismo periodo. Creel ya está cuatro puntos debajo de Josefina y con una tendencia decreciente también entre el electorado en general (Josefina tiene un 21.7 contra un 18.6 de Santiago, Cordero el 4.8).
Los demás aspirantes están muy lejos. Paradójicamente el mejor colocado entre los otros panistas era Alonso Lujambio con 9.8% (había crecido poco más de dos puntos en el trimestre), mientras que Ernesto Cordero se mantiene en 7 puntos de preferencia entre los panistas (cayó dos décimas en el trimestre). Mitofsky hizo un ejercicio de redistribución de los casi 10 puntos que había acumulado Lujambio y serían, dice el encuestador, dos para Josefina, uno para Creel, y poco menos de uno para otros aspirantes.
No se sabe con claridad hacia dónde se dirigirá el equipo que había armado Lujambio, pero pareciera que una parte importante del mismo se acercará a Josefina, mientras que otra se mantendrá con Alonso porque se lo sigue viendo como un muy buen prospecto para el Distrito Federal.
En Los Pinos las cartas también están divididas entre Cordero y Josefina, no hay un bloque compacto a favor de ninguno de ellos. En las próximas horas o días, tendrá que haber movimientos importantes en el equipo gubernamental pero sobre todo en la propia oficina del presidente que de alguna manera quiere regresar al grupo muy cercano y compacto que desde Los Pinos (el esquema de trabajo que siempre le ha gustado más a Calderón), le ayude a transitar su último año, al tiempo que se reacomodan los distintos equipos y gabinetes ante la natural búsqueda de candidaturas de muchos de sus integrantes.
Pero hay algo más que ya habíamos señalado y que no puede pasar desapercibido: el espaldarazo que le dio el presidente Calderón a Vázquez Mota en Morelia, precisamente en la plenaria de los diputados panistas que la propia Josefina encabeza. Que se recuerde, hasta ahora ninguno de los aspirantes panistas había recibido un apoyo tan amplio y explícito respecto a sus aspiraciones. Ernesto ha recibido muchos elogios como persona y funcionario de parte de Felipe Calderón pero no, porque sería imprudente hacerlo con un secretario de Hacienda en funciones, como candidato.
Alguien me decía hace unos días en relación a Cordero y Vázquez Mota que Josefina era mejor candidata pero que Ernesto sería un mejor presidente. Puede ser, es imposible saberlo con certeza, aunque Cordero me parece un funcionario de primerísimo nivel y una excelente persona, en todos los sentidos. Pero para gobernar hay que ganar elecciones, romper tendencias, y los números, las simpatías de la gente no se pueden ignorar.
La declinación de Alonso Lujambio en la búsqueda de la candidatura presidencial del PAN no es, por lo menos no se ve así, una confirmación de que el grueso del poder presidencial se dirigirá a apoyar a Ernesto Cordero, el secretario de Hacienda. Por supuesto que Ernesto cuesta con las simpatías de buena parte de la estructura de Los Pinos y se dice que del propio presidente, pero es demasiado lo que está en juego como para pensar que un mandatario como Felipe Calderón simplemente se encaprichará con la designación de un candidato sin tomar en cuenta encuestas, perfiles, apoyos, posibilidades.
La candidatura presidencial del PAN se decidirá en una elección entre militantes y adherentes. El universo de electores es de aproximadamente un millón y medio, pero votarán aproximadamente la mitad. En otras palabras, quien sea el candidato tendrá que contar con unos 350 mil votos seguros de un electorado, como es la militancia panista dura, que no siempre gira en torno a la popularidad o el conocimiento externo de los aspirantes. Pero no se puede pensar que estemos ante un ejercicio sin repercusiones: una candidatura presidencial se construye con el tiempo y debe convencer a los de adentro pero se debe basar en las posibilidades reales de ese aspirante afuera, entre el electorado en general.
Los números son muy duros: según Consulta Mitofsky, entre quienes se identifican como panistas (lo que no significa que sean militantes o adherentes formales, o sea que todos los encuestados que tengan derecho a voto), poco más del 35% prefieren a Josefina Vázquez Mota como candidata: tuvo un aumento de 6% en apenas tres meses; los mismos seis puntos que perdió Santiago Creel en el mismo periodo. Creel ya está cuatro puntos debajo de Josefina y con una tendencia decreciente también entre el electorado en general (Josefina tiene un 21.7 contra un 18.6 de Santiago, Cordero el 4.8).
Los demás aspirantes están muy lejos. Paradójicamente el mejor colocado entre los otros panistas era Alonso Lujambio con 9.8% (había crecido poco más de dos puntos en el trimestre), mientras que Ernesto Cordero se mantiene en 7 puntos de preferencia entre los panistas (cayó dos décimas en el trimestre). Mitofsky hizo un ejercicio de redistribución de los casi 10 puntos que había acumulado Lujambio y serían, dice el encuestador, dos para Josefina, uno para Creel, y poco menos de uno para otros aspirantes.
No se sabe con claridad hacia dónde se dirigirá el equipo que había armado Lujambio, pero pareciera que una parte importante del mismo se acercará a Josefina, mientras que otra se mantendrá con Alonso porque se lo sigue viendo como un muy buen prospecto para el Distrito Federal.
En Los Pinos las cartas también están divididas entre Cordero y Josefina, no hay un bloque compacto a favor de ninguno de ellos. En las próximas horas o días, tendrá que haber movimientos importantes en el equipo gubernamental pero sobre todo en la propia oficina del presidente que de alguna manera quiere regresar al grupo muy cercano y compacto que desde Los Pinos (el esquema de trabajo que siempre le ha gustado más a Calderón), le ayude a transitar su último año, al tiempo que se reacomodan los distintos equipos y gabinetes ante la natural búsqueda de candidaturas de muchos de sus integrantes.
Pero hay algo más que ya habíamos señalado y que no puede pasar desapercibido: el espaldarazo que le dio el presidente Calderón a Vázquez Mota en Morelia, precisamente en la plenaria de los diputados panistas que la propia Josefina encabeza. Que se recuerde, hasta ahora ninguno de los aspirantes panistas había recibido un apoyo tan amplio y explícito respecto a sus aspiraciones. Ernesto ha recibido muchos elogios como persona y funcionario de parte de Felipe Calderón pero no, porque sería imprudente hacerlo con un secretario de Hacienda en funciones, como candidato.
Alguien me decía hace unos días en relación a Cordero y Vázquez Mota que Josefina era mejor candidata pero que Ernesto sería un mejor presidente. Puede ser, es imposible saberlo con certeza, aunque Cordero me parece un funcionario de primerísimo nivel y una excelente persona, en todos los sentidos. Pero para gobernar hay que ganar elecciones, romper tendencias, y los números, las simpatías de la gente no se pueden ignorar.
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