Polarización inducida
SME, en la mira
México de castas
Julio Hernández López / Astillero
La difícil y accidentada resistencia del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) al golpe dado por Felipe Calderón para dejarlos sin empleo y abrir paso a negocios particulares provoca en ciertos segmentos sociales una descompuesta visceralidad que aboga por el uso ejemplar de la fuerza pública para someter y acallar.
El SME ha recibido el mismo tratamiento de difamación continua, sobre todo a través de las televisoras unidas, que los adversarios electorales del actual régimen: campañas intensivas de adoctrinamiento colectivo para dar por buenos los razonamientos oficiales y satanizar a dirigentes y sindicalistas que se mantienen en lucha. El mismo movimiento de esos electricistas ha dado en más de una ocasión material válido para descalificarlos, como se ha visto cuando periodistas de a pie han sido agredidos por grupos violentos o cuando los líderes, en particular el propio Martín Esparza, navegan con raras banderas partidistas que les hacen parecer parte de proyectos políticos específicos que en razón de la defensa laboral tejen alianzas rumbo a 2012, apostando a la frágil hipótesis de que el relevo de funcionarios federales, sobre todo con el PRI peñanietista como ganador, pudiera significar cambios positivos para ese movimiento, al que también resta popularidad la extendida versión de que prestaba un mal servicio cotidiano y que eran excesivos los privilegios contractuales de que gozaban sus trabajadores.
La histeria derechista deseosa de mano dura asoma también su caracter discriminatorio y clasista contra el SME al tachar de revoltosos a quienes defienden como pueden el descomunal golpe recibido desde un poder federal que les sigue agrediendo y al etiquetar como flojos a quienes justamente luchan por tener el empleo que les fue quitado. A la vista están los negocios otorgados a la élite a partir de la plataforma técnica operada antes por el SME, y también a la vista están los cobros insensata e injustamente encarecidos por la Comisión Federal de Electricidad que dañan los bolsillos de muchos que antes no sufrían tales abusos, pero aun así continúa el embobamiento suministrado por la vía electrónica.
Esa vocación oscura que busca reprimir a los disidentes en lugar de resolver sus problemas se ha fortalecido en la coyuntura del Grito de Independencia, para el cual el gobierno federal reclama que la plancha del Zócalo capitalino esté libre de campamentos de protesta del SME. Los argumentos van desde lo estético y lo olfativo hasta desembocar en un hartazgo conservador que en medio de la polarización social inducida desde 2006 quisiera pasar del odio a la represión, de la diferencia política e ideológica al exterminio del adversario, entendido ya como enemigo.
Astillas
El pasado miércoles, en Salamanca, Guanajuato, hubo enfrentamientos entre la policía municipal y habitantes de uno de los asentamientos más pobres de esa localidad. Murieron dos personas, entre ellas un menor de edad que había salido a comprar un refresco y, al decir de los pobladores, fue ejecutado por un agente municipal de un disparo por la espalda. La noticia es una de las muchas que diariamente suceden en el país, ya casi sin que nadie repare en nada, convertida la tragedia en materia para apenas algunas líneas en amontonados recuentos de los medios nacionales. Un lector, cuyo nombre se omite, señaló que en la fotografía que acompaña a la nota de El Sol de Salamanca, en http://j.mp/pdS6XT, se muestran, aparte de la desgarradora escena de impotencia de quienes, supongo, son los padres ante el cadáver de su hijo, la realidad de nuestro país: nos hemos convertido en un país de castas, donde las gentes que muestran su dolor en la fotografía son la casta más baja de nuestra sociedad. Ellos no tienen esperanza de nada, el Estado del que formamos parte se ha encargado de marginarlos y desaparecerlos, después viene la casta de aquellos que tienen un empleo que apenas les da para mal vivir, pero ya están un escalón arriba de la casta más baja, y ello les da derecho a abusar de los más desprotegidos; a esta casta pertenecen las fuerzas del orden en su nivel más bajo; ellos ya pueden escalar de una u otra manera en esa escala...
Álvaro Jorge Filio comenta, a propósito de ciertas críticas hechas a esta sección astillosa: “Ni modo, quién le manda a usted andar pisando los refinados callos de nuestra exquisita izquierda light, de esa monísima izquierda selecta y correcta para gente bonita y bien portada que busca un cambio de terciopelo y de ser posible con olor a rosas, que nada tiene que ver con esa otra que viaja en el Metro y se cura en el Issste (o el IMSS). Sí, de esa que toda junta no tiene más cultura y preparación que un solo Ebrard. Entiéndalo bien, no sea perverso mental: más vale un izquierdista bien bonito y comportado, con revolucionarios botox en la cara y progresistas injertos capilares, que un izquierdista orgánico –de esos que siempre tienen la razón– al que todo mundo en México odia... menos los pobres”...
Ignacio Ramonet dijo a Martín Granovsky para Página 12, de Argentina: La administración Bush utilizó el ataque a las Torres Gemelas como si lo hubiera estado esperando, para llevar a cabo una política neoimperial, pero el director de Le Monde Diplomatique en español no cree en las teorías de la conspiración, sino en que Al Qaeda “provocó, sin quererlo, el furor militar y el agotamiento de Estados Unidos. Quizás, y subrayo el quizás para ser muy prudente, quizás estemos en el principio del fin del siglo americano”. En http://j.mp/o8kSAT se puede leer la entrevista...
Televisión Azteca, mediante sus Historias engarzadas, que conduce Mónica Garza, presenta en http://j.mp/nERx2j una amable relatoría personal, política y amorosa, de Marcelo Luis Ebrard Casaubon...
Y, mientras Obama quiere que se haga la voluntad adversa a los pactos con el narco en el patio trasero de su compadre Calderón, ¡hasta mañana, con Onésimo Cepeda rogando, con evidente conocimiento de causa, que el próximo presidente no robe tanto!
SME, en la mira
México de castas
Julio Hernández López / Astillero
La difícil y accidentada resistencia del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) al golpe dado por Felipe Calderón para dejarlos sin empleo y abrir paso a negocios particulares provoca en ciertos segmentos sociales una descompuesta visceralidad que aboga por el uso ejemplar de la fuerza pública para someter y acallar.
El SME ha recibido el mismo tratamiento de difamación continua, sobre todo a través de las televisoras unidas, que los adversarios electorales del actual régimen: campañas intensivas de adoctrinamiento colectivo para dar por buenos los razonamientos oficiales y satanizar a dirigentes y sindicalistas que se mantienen en lucha. El mismo movimiento de esos electricistas ha dado en más de una ocasión material válido para descalificarlos, como se ha visto cuando periodistas de a pie han sido agredidos por grupos violentos o cuando los líderes, en particular el propio Martín Esparza, navegan con raras banderas partidistas que les hacen parecer parte de proyectos políticos específicos que en razón de la defensa laboral tejen alianzas rumbo a 2012, apostando a la frágil hipótesis de que el relevo de funcionarios federales, sobre todo con el PRI peñanietista como ganador, pudiera significar cambios positivos para ese movimiento, al que también resta popularidad la extendida versión de que prestaba un mal servicio cotidiano y que eran excesivos los privilegios contractuales de que gozaban sus trabajadores.
La histeria derechista deseosa de mano dura asoma también su caracter discriminatorio y clasista contra el SME al tachar de revoltosos a quienes defienden como pueden el descomunal golpe recibido desde un poder federal que les sigue agrediendo y al etiquetar como flojos a quienes justamente luchan por tener el empleo que les fue quitado. A la vista están los negocios otorgados a la élite a partir de la plataforma técnica operada antes por el SME, y también a la vista están los cobros insensata e injustamente encarecidos por la Comisión Federal de Electricidad que dañan los bolsillos de muchos que antes no sufrían tales abusos, pero aun así continúa el embobamiento suministrado por la vía electrónica.
Esa vocación oscura que busca reprimir a los disidentes en lugar de resolver sus problemas se ha fortalecido en la coyuntura del Grito de Independencia, para el cual el gobierno federal reclama que la plancha del Zócalo capitalino esté libre de campamentos de protesta del SME. Los argumentos van desde lo estético y lo olfativo hasta desembocar en un hartazgo conservador que en medio de la polarización social inducida desde 2006 quisiera pasar del odio a la represión, de la diferencia política e ideológica al exterminio del adversario, entendido ya como enemigo.
Astillas
El pasado miércoles, en Salamanca, Guanajuato, hubo enfrentamientos entre la policía municipal y habitantes de uno de los asentamientos más pobres de esa localidad. Murieron dos personas, entre ellas un menor de edad que había salido a comprar un refresco y, al decir de los pobladores, fue ejecutado por un agente municipal de un disparo por la espalda. La noticia es una de las muchas que diariamente suceden en el país, ya casi sin que nadie repare en nada, convertida la tragedia en materia para apenas algunas líneas en amontonados recuentos de los medios nacionales. Un lector, cuyo nombre se omite, señaló que en la fotografía que acompaña a la nota de El Sol de Salamanca, en http://j.mp/pdS6XT, se muestran, aparte de la desgarradora escena de impotencia de quienes, supongo, son los padres ante el cadáver de su hijo, la realidad de nuestro país: nos hemos convertido en un país de castas, donde las gentes que muestran su dolor en la fotografía son la casta más baja de nuestra sociedad. Ellos no tienen esperanza de nada, el Estado del que formamos parte se ha encargado de marginarlos y desaparecerlos, después viene la casta de aquellos que tienen un empleo que apenas les da para mal vivir, pero ya están un escalón arriba de la casta más baja, y ello les da derecho a abusar de los más desprotegidos; a esta casta pertenecen las fuerzas del orden en su nivel más bajo; ellos ya pueden escalar de una u otra manera en esa escala...
Álvaro Jorge Filio comenta, a propósito de ciertas críticas hechas a esta sección astillosa: “Ni modo, quién le manda a usted andar pisando los refinados callos de nuestra exquisita izquierda light, de esa monísima izquierda selecta y correcta para gente bonita y bien portada que busca un cambio de terciopelo y de ser posible con olor a rosas, que nada tiene que ver con esa otra que viaja en el Metro y se cura en el Issste (o el IMSS). Sí, de esa que toda junta no tiene más cultura y preparación que un solo Ebrard. Entiéndalo bien, no sea perverso mental: más vale un izquierdista bien bonito y comportado, con revolucionarios botox en la cara y progresistas injertos capilares, que un izquierdista orgánico –de esos que siempre tienen la razón– al que todo mundo en México odia... menos los pobres”...
Ignacio Ramonet dijo a Martín Granovsky para Página 12, de Argentina: La administración Bush utilizó el ataque a las Torres Gemelas como si lo hubiera estado esperando, para llevar a cabo una política neoimperial, pero el director de Le Monde Diplomatique en español no cree en las teorías de la conspiración, sino en que Al Qaeda “provocó, sin quererlo, el furor militar y el agotamiento de Estados Unidos. Quizás, y subrayo el quizás para ser muy prudente, quizás estemos en el principio del fin del siglo americano”. En http://j.mp/o8kSAT se puede leer la entrevista...
Televisión Azteca, mediante sus Historias engarzadas, que conduce Mónica Garza, presenta en http://j.mp/nERx2j una amable relatoría personal, política y amorosa, de Marcelo Luis Ebrard Casaubon...
Y, mientras Obama quiere que se haga la voluntad adversa a los pactos con el narco en el patio trasero de su compadre Calderón, ¡hasta mañana, con Onésimo Cepeda rogando, con evidente conocimiento de causa, que el próximo presidente no robe tanto!
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