Tiro de gracia

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Las razones y los perfiles de las preferencias electorales para 2012 están definidos, con tanta o más anticipación como lo estuvieron para las elecciones en las que la alternancia se convirtió en un faro de esperanza, cuyo fusible no duró ni un sexenio. Hoy, la impunidad y la insaciable codicia de los panistas, amartilló la pistola, para dar el tiro de gracia a la -aparentemente- olvidada necesidad de una urgente transición.

Lo pactado por Carlos Salinas de Gortari -a instancias de José María Córdoba Montoya- para obtener el Tratado de Libre Comercio, en la idea de facilitar la inserción de México al proyecto globalizador; lo aceptado a regaña dientes por Ernesto Zedillo Ponce de León, para resolver el problema del error de diciembre heredado de su antecesor, con el propósito de ampliar la presencia y fuerza de los poderes fácticos, en la tontería de querer reinventar la democracia, permitió a Vicente Fox y Felipe Calderón convertirse en presidentes de la República, situarse a la cabeza de un nuevo proyecto de nación, que nunca se concibió, ¿cómo podría iniciarse?

Los priistas se fueron acosados por 70 años de permanencia en el poder, por su incapacidad para armar ellos la transición en un contexto que impidiera el “corrimiento” de los grupos de poder, hasta el punto de desplazar y convertir en proscritos a los surgidos de la Revolución, que fueron funcionales hasta el inicio del periodo de las crisis económicas cíclicas, causadas por el desconocimiento que manifestó Luis Echeverría Álvarez sobre economía y política exterior, y por su incapacidad para sustraer a México del proyecto de seguridad regional estadounidense, sin ventaja alguna para la nación.

Sin embargo, las peores aberraciones administrativas, políticas, sociales, económicas; la más funesta de las consecuencias del régimen de partido único, la inimaginable crueldad de la represión política, ¡vamos!, ninguno de los gravísimos errores priistas supera lo que en 11 años han hecho los gobiernos de Acción Nacional, esa “estela” de muerte, desapariciones, trata, corrupción e impunidad, en la que el tiro de gracia se da con el saqueo, el atraco perpetrado contra el ahorro de los mexicanos, los recursos fiscales, al amparo de los festejos del Bicentenario.

¿Deben olvidarse ya las quejas por el alto, el altísimo costo pagado por los juegos pirotécnicos, por la parafernalia de pólvora, luces y asombro gastada en infiernitos, pero que por alguna razón no benefició a los artesanos mexicanos en la materia, considerados excelentes, juzgados merecedores de premios internacionales, pero cuyos servicios hubiesen sido contratados a menor costo, lo que implicaba, de suyo, una comisión inferior, un guardadito menor, sin considerar siquiera que se comportaban como esos priistas despreciados por ellos, pero para peor?

Conscientes de que resultaría inevitable para el presidente Felipe Calderón Hinojosa entregar la banda presidencial a un priista, en sentido contrario a lo prometido a él mismo y a su padre -lo han comentado y explicado de una y mil formas, como si en él estuviese la facultad de conservar un cargo que los poderes fácticos le prestaron por seis años-, algunos distinguidos panistas se auto otorgaron una patente de corso, decidieron dedicarse al asalto, al robo y al pillaje, como en los peores tiempos del filibusterismo que devastó al Caribe e incluso las costas mexicanas.

La inimaginable cantidad de millones de pesos consumidos por un proyecto inacabado, como lo es la “estela de luz”, se convierte en tiro de gracia al panismo como opción de gobierno, porque sus mejores hombres demostraron ser incapaces de representar a la sociedad y no sólo a los poderes fácticos, por lo que quedaron impedidos ya no digamos para iniciar la transición -ni siquiera pudieron proponerla-, sino para permanecer como huéspedes de Los Pinos, de allí que se dedicaran a sobrevivir, a flotar, a acomodarse en la prevaricación de los principios fundamentales de su doctrina política, al punto de manifestarse como más codiciosos que el más perverso de los priistas, y ya es mucho decir.

“Estela de luz”, a la que se han dedicado muchos, muchísimos millones de pesos más allá de su presupuesto original, y no puede concluirse, porque entre las irregularidades públicas está la de haber contratado a Gutsa, constructora vetada por incumplida, no sé si también por corrupta o corruptora. En un contrato de esa cantidad e importancia hay que investigar a quien decidió contratar, no a los contratados.

Sí, tiro de gracia a un gobierno que resultó más cruento que 70 años de priismo sumados, pues 50 mil muertes no son poca cosa; se mencionan 10 mil desaparecidos, aparecen fosas clandestinas cuyos ocupantes no pueden ser identificados y, para peor, se considera ya que la guerra contra los barones de la droga sólo es una operación encubierta para inhibir, a como dé lugar, la migración legal o ilegal a Estados Unidos, pues son los migrantes el mayor peligro a la seguridad interna de esa nación, en la lógica de sus incongruencias económicas y del desafío inmediato que para ellos representa China, como competidora para usurpar el Imperio.

Lo único que falta por saber, será el papel que deseen jugar los poderes fácticos, pues no creo que quieran tirar la toalla, conformarse con regresar al esquema anterior, en el que eran corresponsables con una clase gobernante que dejó de existir, al momento en que Luis Echeverría Álvarez decidió saltarse una o dos generaciones, para aliviar su conciencia por su estrategia del 2 de octubre de 1968.

“¿Estela de luz o estela de la desgracia?” A fin de cuentas, al momento de revisar el saldo de este gobierno, los investigadores, los especialistas, los que filtran información, podrán percatarse que no hubo sexenio más corrupto que el que concluirá el 30 de noviembre de 2012, por más que Francisco Martín Moreno haya afirmado lo contrario el último sábado.

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