El senador Manlio Fabio Beltrones, como presidente de la Comisión Permanente, invitó al poeta y activista de reciente cuño Javier Sicialia, a un encuentro con parlamentarios. Sus correligionarios -sobretodo el coordinador de la bancada del PRI, Francisco Rojas-, lo increparon en su momento y cuestionaron la invitación, luego de los arrebatos del poeta-activista en contra del Legislativo. Beltrones no tenía opción, pues por unanimidad en la comisión que se atendió una propuesta de invitación presentada por el senador petista Ricardo Monreal, votaron a que le abrieran las puertas. En ese encuentro Sicilia exigió que la treintena de parlamentarios ahí presentes, frenaran la Ley de Seguridad, que este martes siguió su proceso legislativo. Sicilia explotó y los acusó de traidores y doble cara, por no haberlos escuchado. La realidad es que el señor Sicilia fue el que no oyó, y quienes lo están manejando, sobretodo Emilio Álvarez Icaza, ex presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, no le ayudó a comprender lo que Beltrones, desde el primer momento, le dijo: que no se podían comprometer a nada, porque una treintena de diputados y senadores no podían tomar una decisión que correspondía a más de 600 legisladores. Ofreció que llevarían el reclamo para que todos lo tomaran en cuenta antes de tomar una decisión. A Sicilia no le importan esos matices que tiene la democracia, que realmente, para culturas autoritarias, son una lata porque no se puede hacer lo que uno quiere. De paso, a quien le plantó histriónicamente un beso en la mejilla -no se conocían los antecedentes besucones del poeta-, lo puso en la picotilla, pues empiezan los reclamos a Beltrones, soslayando que acató una resolución de la comisión que aprobó la invitación a Sicilia, por haberle abierto las puertas de la Comisión Permanente.
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