Jorge Alejandro Medellín
1.- La presencia y actuación de agentes norteamericanos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA), de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), así como de otras 13 instancias más que conforman el conglomerado de la comunidad de inteligencia que opera en México, no es nueva.
2.- Ha sido documentada en varias ocasiones por la prensa mexicana y norteamericana en los últimos años, ya sea a partir de testimonios abiertos o bien off the record, de funcionarios, agentes y militares y personal diplomático con intereses específicos y a veces inconfesables.
3.- En noviembre de 2010, el semanario Proceso abrió de nueva cuenta la Caja de Pandora sobre este tema al documentar la presencia de del conglomerado de inteligencia norteamericana en la ciudad de México, concentrado en un edificio ubicado en la avenida Reforma 265, a dos calles de la Embajada de los Estados Unidos.
4.- En ese sitio, según señalaba el reportaje, se ubican las oficinas de prácticamente todas las agencias de inteligencia civil y militar norteamericanas, desde las especializadas en rastreo financiero y seguimiento de cuantas bancarias de grupos terroristas, hasta las del Pentágono, la Marina y la Fuerza Aérea, dedicadas a recopilar información para llevar a cabo intervenciones militares en diferentes escalas y escenarios.
5.- Uno de esos escenarios es el de la intervención militar, abierta o encubierta, para combatir al narcotráfico respetando o no las leyes del país que ha admitido la presencia bélica estadunidense como una última vía para tratar de superar a un enemigo más poderoso, socialmente enraizado, mejor armado, más organizado y alimentado por la descomposición del Estado en el que el narco encontró durante décadas toda clase de cobijo y protección.
6.- La ausencia de una estrategia real que hiciera frente de manera amplia al fenómeno del narcotráfico en México ha sido el signo de los gobierno panistas. El contubernio, la simulación y la desatención a este creciente fenómeno, fue el sello de los gobiernos en la era priista.
7.- Las omisiones, los errores de cálculo, la inexistencia de planeamiento y la penetración del narco en casi todas las instancias del poder civil y militar en México han desatado escenarios incontrolables, de creciente dependencia policiaca, militar y estratégica hacia los Estados Unidos, cuyos legisladores y gobernantes ven con horror la incapacidad de los mandatarios, gobernadores, alcaldes, comandantes y policías para hacerle frente a los cárteles de la droga cuya violencia incendió la frontera norte en un par de años.
8.- Las revelaciones de Proceso al respecto datan de noviembre de 2010, pero la actividad militar y de inteligencia de los norteamericanos en suelo nacional se da desde el mandato de Vicente Fox, quien autorizó, luego de innumerables presiones de la Casa Blanca, el despliegue de bases móviles norteamericanas en Tijuana (Baja California), Hermosillo (Sonora), Ciudad Juárez (Chihuahua), Piedras Negras (Coahuila), Zacatecas (Zacatecas), Matamoros (Tamaulipas), Nuevo Laredo (Tamaulipas) y Culiacán (Sinaloa).
9.- En marzo y en mayo de este año, El Universal revelaba también el incremento de las operaciones de vigilancia aérea norteamericana sobre territorio mexicano, ya sea a través de aeronaves no tripuladas o bien mediante el uso de satélites militares de espionaje. El diario indicaba que organismos de inteligencia como la Patrulla Fronteriza, la Oficina para el Control de Migración y Aduanas (ICE) y el propio Pentágono formarían parte de un primer grupo de acción. Era el mes de marzo.
10.- Para mayo, los detalles eran más abundantes. Se hablaba ya de un documento titulado Senior Aviation Advisor (SAA), de acuerdo con el cual Estados Unidos preparaba la llegada de un alto mando militar o ex militar que se encargaría de coordinar en forma directa y mucho más amplia el despliegue de vigilancia área estratégica norteamericana sobre México.
El personaje en cuestión pertenece a la Sección Antinarcóticos de la Embajada de los Estados Unidos en México. Sus planes y operaciones son acordados, coordinados y dirigidos desde Reforma 265, en la Oficina Binacional de Inteligencia (Office of Bi National Intelligence) pero son ejecutados ya sobre blancos específicos desde otros tres puntos del país.
11.- Uno de esos puntos se encuentra al interior de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), sin relación o vinculación con las secciones Segunda (Inteligencia), Quinta (Logística) o Séptima (Operaciones Contra el Narcotráfico-OCN). Los enlaces se dan solo con personal y mandos del Estado Mayor de la Defensa Nacional-EMDN-, que encabeza el general Luis Arturo Oliver Cen.
12.- El otro se ubica en Monterrey, Nuevo León, y el tercero y más importante se localiza en el estado de Chihuahua.
13.- Lo verdaderamente grave del tema, sin desconocer lo delicado de la creciente presencia militar norteamericana en México, no es la incapacidad de civiles y militares, de soldados y marinos, de policías, de superpolicías y de sus fantásticos centros de inteligencia anticrimen o las severas limitaciones de los mandos navales, terrestres y sobre todo aéreos para hacerle frente al aspecto operativo de la guerra al narco, sino la tremenda permisividad y la manera en que los mandatarios no solo ceden a las presiones e incursiones bélicas del Pentágono y la Blanca.
La soberanía y lo que se entienda o entiendan los gobernantes por ella, se mueve por reglas y acciones que rebasan las leyes que debieran hacerse cumplir para preservar la viabilidad del país.
14.- El Estado Fallido se gesta al sur del Río Bravo. Estados Unidos lo sabe y por ello actuó de acuerdo con sus intereses y su visión hemisférica.
A medida que las filtraciones y revelaciones periodísticas aquí y en suelo norteamericano van develando la verdadera piel, los nervios y la estructura de la guerra binacional contra las drogas, queda más claro el fracaso del actual gobierno para garantizarle a sus gobernados la paz y las condiciones elementales para desarrollarse y crecer con todos sus derechos preservados.
15.- La presencia militar y civil norteamericana en Reforma 265, en la Sedena, en Marina, en Monterrey y en Chihuahua aplastan cualquier discurso o intento de explicación para impedir que veamos los otros daños colaterales de la guerra calderonista y panista contra las drogas.
1.- La presencia y actuación de agentes norteamericanos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA), de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), así como de otras 13 instancias más que conforman el conglomerado de la comunidad de inteligencia que opera en México, no es nueva.
2.- Ha sido documentada en varias ocasiones por la prensa mexicana y norteamericana en los últimos años, ya sea a partir de testimonios abiertos o bien off the record, de funcionarios, agentes y militares y personal diplomático con intereses específicos y a veces inconfesables.
3.- En noviembre de 2010, el semanario Proceso abrió de nueva cuenta la Caja de Pandora sobre este tema al documentar la presencia de del conglomerado de inteligencia norteamericana en la ciudad de México, concentrado en un edificio ubicado en la avenida Reforma 265, a dos calles de la Embajada de los Estados Unidos.
4.- En ese sitio, según señalaba el reportaje, se ubican las oficinas de prácticamente todas las agencias de inteligencia civil y militar norteamericanas, desde las especializadas en rastreo financiero y seguimiento de cuantas bancarias de grupos terroristas, hasta las del Pentágono, la Marina y la Fuerza Aérea, dedicadas a recopilar información para llevar a cabo intervenciones militares en diferentes escalas y escenarios.
5.- Uno de esos escenarios es el de la intervención militar, abierta o encubierta, para combatir al narcotráfico respetando o no las leyes del país que ha admitido la presencia bélica estadunidense como una última vía para tratar de superar a un enemigo más poderoso, socialmente enraizado, mejor armado, más organizado y alimentado por la descomposición del Estado en el que el narco encontró durante décadas toda clase de cobijo y protección.
6.- La ausencia de una estrategia real que hiciera frente de manera amplia al fenómeno del narcotráfico en México ha sido el signo de los gobierno panistas. El contubernio, la simulación y la desatención a este creciente fenómeno, fue el sello de los gobiernos en la era priista.
7.- Las omisiones, los errores de cálculo, la inexistencia de planeamiento y la penetración del narco en casi todas las instancias del poder civil y militar en México han desatado escenarios incontrolables, de creciente dependencia policiaca, militar y estratégica hacia los Estados Unidos, cuyos legisladores y gobernantes ven con horror la incapacidad de los mandatarios, gobernadores, alcaldes, comandantes y policías para hacerle frente a los cárteles de la droga cuya violencia incendió la frontera norte en un par de años.
8.- Las revelaciones de Proceso al respecto datan de noviembre de 2010, pero la actividad militar y de inteligencia de los norteamericanos en suelo nacional se da desde el mandato de Vicente Fox, quien autorizó, luego de innumerables presiones de la Casa Blanca, el despliegue de bases móviles norteamericanas en Tijuana (Baja California), Hermosillo (Sonora), Ciudad Juárez (Chihuahua), Piedras Negras (Coahuila), Zacatecas (Zacatecas), Matamoros (Tamaulipas), Nuevo Laredo (Tamaulipas) y Culiacán (Sinaloa).
9.- En marzo y en mayo de este año, El Universal revelaba también el incremento de las operaciones de vigilancia aérea norteamericana sobre territorio mexicano, ya sea a través de aeronaves no tripuladas o bien mediante el uso de satélites militares de espionaje. El diario indicaba que organismos de inteligencia como la Patrulla Fronteriza, la Oficina para el Control de Migración y Aduanas (ICE) y el propio Pentágono formarían parte de un primer grupo de acción. Era el mes de marzo.
10.- Para mayo, los detalles eran más abundantes. Se hablaba ya de un documento titulado Senior Aviation Advisor (SAA), de acuerdo con el cual Estados Unidos preparaba la llegada de un alto mando militar o ex militar que se encargaría de coordinar en forma directa y mucho más amplia el despliegue de vigilancia área estratégica norteamericana sobre México.
El personaje en cuestión pertenece a la Sección Antinarcóticos de la Embajada de los Estados Unidos en México. Sus planes y operaciones son acordados, coordinados y dirigidos desde Reforma 265, en la Oficina Binacional de Inteligencia (Office of Bi National Intelligence) pero son ejecutados ya sobre blancos específicos desde otros tres puntos del país.
11.- Uno de esos puntos se encuentra al interior de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), sin relación o vinculación con las secciones Segunda (Inteligencia), Quinta (Logística) o Séptima (Operaciones Contra el Narcotráfico-OCN). Los enlaces se dan solo con personal y mandos del Estado Mayor de la Defensa Nacional-EMDN-, que encabeza el general Luis Arturo Oliver Cen.
12.- El otro se ubica en Monterrey, Nuevo León, y el tercero y más importante se localiza en el estado de Chihuahua.
13.- Lo verdaderamente grave del tema, sin desconocer lo delicado de la creciente presencia militar norteamericana en México, no es la incapacidad de civiles y militares, de soldados y marinos, de policías, de superpolicías y de sus fantásticos centros de inteligencia anticrimen o las severas limitaciones de los mandos navales, terrestres y sobre todo aéreos para hacerle frente al aspecto operativo de la guerra al narco, sino la tremenda permisividad y la manera en que los mandatarios no solo ceden a las presiones e incursiones bélicas del Pentágono y la Blanca.
La soberanía y lo que se entienda o entiendan los gobernantes por ella, se mueve por reglas y acciones que rebasan las leyes que debieran hacerse cumplir para preservar la viabilidad del país.
14.- El Estado Fallido se gesta al sur del Río Bravo. Estados Unidos lo sabe y por ello actuó de acuerdo con sus intereses y su visión hemisférica.
A medida que las filtraciones y revelaciones periodísticas aquí y en suelo norteamericano van develando la verdadera piel, los nervios y la estructura de la guerra binacional contra las drogas, queda más claro el fracaso del actual gobierno para garantizarle a sus gobernados la paz y las condiciones elementales para desarrollarse y crecer con todos sus derechos preservados.
15.- La presencia militar y civil norteamericana en Reforma 265, en la Sedena, en Marina, en Monterrey y en Chihuahua aplastan cualquier discurso o intento de explicación para impedir que veamos los otros daños colaterales de la guerra calderonista y panista contra las drogas.
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