Pánico en Torreón

Joel Hernández Santiago

Habían transcurrido apenas 40 minutos del primer tiempo del juego entre los equipos Santos y Monarcas de Morelia en el estadio Corona (TSM), de Torreón, Coahuila, el sábado 20 de agosto, cuando se escucharon los disparos. El ruido de las balas, cerca de la vida de veinte mil seres humanos es cosa seria, a saber; en el lapso nadie podía conocer su procedencia pero estaba muy cerca y el peligro estaba ahí mismo y la muerte, quizá. La refriega duró un minuto; para quienes lo vivieron muy seguramente aquello fue eterno.

Ahí están las fotos; las imágenes y el testimonio de terror puesto en el rostro de cada uno de aquellos padres y madres que buscaban proteger el cuerpo de sus hijos con el suyo. Cosas del instinto ¿sabe usted? cosas del querer a otros más que a uno mismo. ¿Sabe de esto el presidente de este país, señor Felipe Calderón Hinojosa? ¿Lo sabe el señor Alejandro Poiré que de pronto nos explica lo mentirosos que somos los mexicanos porque, según esto, somos diez veces mitómanos en lo que se refiere a la violencia, la criminalidad, el narcotráfico y el crimen organizado que le han bajado las defensas al cuerpo social de este país tan lleno de gracia.

Todo comenzó a las afueras del estadio de fut bol, en donde se instaló un retén militar. Cuando faltaban diez minutos para las ocho de la noche un grupo de hombres armados, a bordo de tres camionetas, ignoró el alto marcado por la vigilancia en donde había aproximadamente cien elementos entre soldados, policías federales y estatales. Los tres vehículos no se detuvieron y por lo tanto militares y federales comenzaron la persecución. Los hombres de las tres camionetas dispararon en contra de las fuerzas de gobierno a lo que éstos contestaron. La irresponsabilidad de las dos partes es muestra de la animalidad y su falta de miedo a la autoridad de unos y la incapacidad de otros, sobre todo porque dentro del estadio había aproximadamente 20 mil personas y fuera una gran cantidad de transeúntes, como es usual. La Cruz Roja atendió a 18 personas lesionadas por atropellamiento y muchos otros con golpes en su intento por desalojar el estadio o protegerse en él.

Naturalmente lo que sigue son las justificaciones de gobierno ya marcadas por el ridículo e increíble: saldrá el señor Poiré, vocero del gobierno mexicano, a decirnos que la violencia que hay en México por estos días y que ha costado 50 mil vidas de seres humanos [no todos culpables] no inició con este gobierno [‘otros’ y no ‘nosotros, gobierno’ son los culpables]; que esto se debe al cambio en el modelo criminal de los malandrines, derivado del cierre de la ruta del Caribe y por el incremento de consumo de drogas en el país [ahora somos drogadictos].

Dirá que la refriega fue porque los criminales se vieron en peligro y en esas circunstancias son capaces de matar al primero que se les pare enfrente; dirá que los de las tres camionetas iban a enfrentarse a un grupo malora rival para adueñarse ‘de la plaza’ y dirá que esto es así porque ahora los narcotraficantes ya no sólo buscan traficar con drogas sino que ahora están involucrados en secuestro, robo, homicidio y extorsión [un modelo empresarial en expansión].

Va a decir el señor Poiré que a pesar de lo que vimos todos los mexicanos el sábado pasado, México no es el país más violento del mundo y pondrá ejemplos como el de Washington, San Louis Missouri, o Río… [allá mueren a carretadas aquí no],aunque no nos diga que muchos pueblos del país norte, de nuestro país, el que más nos importa porque es el único que tenemos, se han vaciado de pobladores que huyen porque es imposible vivir ahí por la violencia criminal de todas partes, la que hace peligrar su vida, su trabajo, sus bienes y, sobre todo, a su familia y que en Ciudad Juárez o Nuevo León, Michoacán y…, mucha gente tiene miedo de salir a la calle y hacer su vida en libertad y vivirla como cuando “estábamos peor”. Y no, no es una nostalgia por el priísmo: para nada. Si es una nostalgia por aquellos días en los que nos decíamos: “hasta luego” y no como ahora: “¡cuídate!”.

Por su-puesto, el señor Poiré dirá que todo esto es una exageración, incluyendo la granada que fue lanzada en la zona turística de Veracruz y que dejó una persona muerta y cuatro heridos, entre ellos un menor de edad hace apenas unas semanas. O que los británicos deberían pensar en sus propios problemas y no meterse con nosotros, por aquello de su informe internacional del 28 de julio pasado en el que clasificaron a la mitad de México como zona de riesgo -15 entidades federativas-, en donde se ha incrementado la violencia y el crimen.

De ahí que los ingleses piden a los 230 mil turistas de su país que cada año viajan a México que extremen precauciones en los estados del norte de México e incluso señala el ‘mentiroso informe’ –que dirá Poiré-, que “son frecuentes los tiroteos durante el día en los centros comerciales y en otros lugares públicos, en zonas como Tijuana…”

Es cierto: hay crimen organizado, narcotráfico y delincuencia en México. Lo hay en otros países también. Pero resulta que en el nuestro el avispero se alborotó cuando se inició su ataque sin una estrategia útil, sin inteligencia en base al estado de Derecho y sin la biblia de los derechos humanos en la frente.

Urge, si, atajar ese tumor canceroso que se le ha incrustado a nuestro cuerpo social, pero la cirugía debe llevarla a cabo quien sepa hacerlo, con los instrumentos propios y con la conciencia clara de que la vida de ese cuerpo está en las manos apropiadas. No los gringos, precisamente, porque ellos son los consumidores.

También es cierto que esa criminalidad y violencia extrema no es regla en todo este país de 112 millones de habitantes, pero no podemos esperar a que esto ocurra y mucho menos que “los daños colaterales” que son la muerte de gente inocente, paguen por la falta de “proyecto”, pues según el mismo señor Poiré, apenas el 25 de junio de este año dijo que “en el país se trabaja en un proyecto para lograr una seguridad auténtica, basada en la ley…” ¿Después de cuatro años y después de 50 mil muertos? Esto, dicho así, también es criminal…

¿Y la ley de seguridad, señores legisladores? … por cierto: el partido de fut bol entre Santos y Monarcas de Morelia se suspendió por algunos inconvenientes y se pasa para otra mejor ocasión.

Comentarios