Obama, hoy frente muchos problemas y pocas ventajas

José Carreño Figueras

Al margen de lo que se piense o se desee ver del presidente Barack Obama, una cosa es clara por ahora: las semanas de drama en torno al “techo” de la deuda pública lo dejaron políticamente debilitado y la situación económica general resulta muy poco favorable para su eventual reelección.

El problema de Obama no tiene que ver con simpatías. Tiene que ver con una imagen que durante dos años ha sido golpeada una y otra vez por sus adversarios políticos -y en algunos casos por quienes se supone son sus aliados- y los demócratas están muy conscientes de eso.

En términos de economía, que es lo que interesa al estadounidense promedio, los números son duros y muy desfavorables. La deuda pública supera al Producto Interno Bruto, hay 2.5 millones de empleos menos que en 2008, el crecimiento ha sido mínimo y si bien es cierto que la situación pudo haber sido peor sin el rescate de bancos y empresas encabezado por Obama en 2009, resulta un muy malo lema de campaña.

En términos de política, Obama parece con frecuencia estar a la defensiva frente a los ataques de los republicanos o reaccionar frente a acontecimientos fuera de su control.

Ciertamente una gran parte de los problemas que enfrenta Obama no son su culpa y son parte de una herencia que no tuvo mas remedio que asumir. El peso de las impopulares intervenciones militares en Afganistán e Iraq, la necesidad de apoyar la solvencia y la supervivencia económico-financiera de grandes empresas privadas, las limitaciones reales a las excesivas esperanzas depositadas en su mandato… El peso que desde su asunción debió arrastrar el primer presidente afro-estadounidense es enorme.

Obama puede dar todas las explicaciones posibles, pero el hecho es que para el estadounidense promedio él es ahora el responsable de enfrentar y resolver los problemas del país y cada solución pendiente es una mas en su columna de “debe”.

La única ventaja que Obama parece tener por ahora es la situación de sus adversarios. Después de todo, la polémica entre conservadores tradicionales y la derecha representada por los “partidarios del Té” puede conducir a fracturas que hagan del proceso republicano de selección interna algo parecido al que se atribuye a los demócratas: un escuadrón de fusilamiento formado en círculo y que dispara hacia dentro de la rueda.

Varios de los aspirantes republicanos pueden provocar un grado de entusiasmo dentro de ese partido o una fracción de él, pero pueden causar tal rechazo entre demócratas e independientes que lleven a votar por Obama pese a todos los problemas reales, percibidos o heredados.

Una Sarah Palin, una Michelle Bachman, un Rand Paul, pueden crear expectativas entre sectores de la derecha y aún movilizar a parte de ella, pero cada uno es extremadamente divisivo a su manera y los grupos militantes que ahora parecen dominar al partido republicano no tranquilizan a los estadounidenses.

Mas allá, la realidad es también que la elección está a quince meses y en política en general, la estadounidense en particular, eso es mucho tiempo.

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