“Mi nombre es Ozymandias, Rey de Reyes…”

José Carreño Figueras

La línea es una del formidable poema que Percy Shelley escribiera hace mas de un siglo para subrayar la futilidad y la transitoriedad del poder. Y viene a cuento ahora porque de repente, los Estados Unidos, la Unión Europea y de hecho el mundo enfrentan uno de esos momentos en que tal vez vistos históricamente puedan ser señalados como el final de una era.

Sería muy difícil saber si es el caso. Si los problemas económicos que enfrentan ahora los Estados Unidos son “el” momento que en el futuro pudiera ser señalado como el final de la hegemonía estadounidense.

Pero por lo pronto, lo cierto es que la degradación de la calificación de la deuda estadounidense preocupó al mundo y de hecho llevó a temores sobre un período de inestabilidad económica y tal vez recesión.

Correctos o no, los temores pusieron de relieve el papel central que aún juegan los Estados Unidos en la economía mundial y lo lejos que están sus competidores de asumir un papel que algunos desearían desempeñara la Unión Europea y otros China o algún bloque económico, como tal vez el BRIC (Brasil, Rusia, India, China).

La realidad es que ninguno de esos grupos está aún en condiciones de ocupar el sitio y desempeñar el papel que ahora tienen los Estados Unidos -y antes que ellos Gran Bretaña-, ni como potencia dominante, ni como hegemón, aunque sí habría que preocuparse eventualmente de ellos como potencias predadoras.

Ni los europeos ni los alternantes del BRIC son precisamente almas caritativas y dispuestas a invertir en el desarrollo otro que el propio, o al menos de acuerdo con necesidades y planes en beneficio propio. Es legítimo, después de todo ¿porqué China debiera invertir en la industrialización de otro país cuando es mejor comprarle sus materias primas y retornarlas transformadas y mas caras? ¿o Brasil?

La UE enfrenta ahora un período de redefinición, no porque sus ideales de igualdad lo busquen sino porque las realidades de su economía y población lo imponen. Los alemanes han vuelto por sus fueros y son otra vez, ahora en un sentido puramente económico, la potencia dominante en Europa. Sería tal vez demasiado optimista esperar que los años de participación como motor en la Comunidad Económica los hayan vuelto tan generosos que no reclamen para sí un liderazgo y un sitio de “primus inter pares” frente a naciones que como Grecia, Italia, España, Irlanda y tal vez otras han requerido en mayor o menor medida de su apoyo financiero.

Pero igual ocurre, aunque sea solo para suavizar los celos de los franceses, que han asumido también un papel de liderazgo europeo frente a la crisis económica que demostró que los problemas de administración no se reducen a Latinoamérica.

El BRIC, por su parte, todavía no está donde muchos quisieran que estuviera, sea como grupo o como naciones individuales.

Si este es el momento histórico en que los Estados Unidos dejan de ser los hegemones, no se ve quien o quienes pudieran asumir su papel. China tal vez, pero puede suceder que no esté todavía a la altura de las necesidades ni de las demandas que plantea el convertirse en un motor mundial. La UE se encuentra en su propia crisis.

A final de cuentas, es también una oportunidad, si es que los estadounidenses no reaccionan a tiempo para reinventar su país y su economía.

Pero también hay que recordar que las desapariciones de los imperios dejan vacíos y que las luchas por llenar esos vacíos pueden ser remedios peores que la enfermedad. Ozymandias, Rey de Reyes, puede atestiguar…

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