Martha Anaya / Crónica de Política
Transcurría el foro sobre Legalidad democrática, ética y seguridad en San Lázaro cuando tocó el turno al reconocido jurista Diego Valadés.
Sin mayores rodeos fue directo a lo acontecido en el casino de Monterrey y el mensaje que a propósito de este atentado ofreció el presidente Felipe Calderón.
Planteó Valadés ante el juez Baltazar Garzón y el ex alcalde de Palermo, Leoluca Orlando:
-¿Cómo se combate la corrupción si los mismos que deben combatirla incumplen, o están inmersos en ella?
Si ésta es la realidad que se vive en México –indicó el investigador de la UNAM— “estamos ante un problema político”.
De un problema de narcodelincuencia, saltamos de pronto a la categorización de “terrorismo”.
Pregunto:
-¿Se convirtió la narcodelincuencia en terrorismo, o son dos fenómenos simultáneos.
Si es uno sólo, habría que reclasificar a los delincuentes que ya se han detenido… Estamos ante un salto “injustificado, o al menos no explicado”
Si ahora estamos ante dos fuegos –los narcodelincuentes y los terroristas–, estamos en una situación muy grave y entonces no estamos haciendo lo correcto, aseveró Valadés. Porque responder al terrorismo con tres días de luto (por más justificable que sea en el terreno moral), no es una medida jurídica, ni política, ni de seguridad.
El presidente Calderón, agregó Diego Valadés, dijo en su mensaje que “no cabe duda que el avance de los criminales se explica, también, poderosamente, por la enorme corrupción que prevalece en las instituciones de seguridad y de justicia en distintas regiones del país y en distintos órdenes de Gobierno, que ha penetrado estructuras de poder, y ha dejado, en muchos casos, a la sociedad indefensa, porque quienes están encargados de velar por la seguridad de los ciudadanos, no pocas veces están, más bien, al servicio de los criminales”.
Cuando un presidente dice algo tan categórico, indicó, es porque tiene información. Habla en nombre del Estado y del gobierno. Por ello, pregunto:
–¿Es posible que un presidente afirme que gobiernos municipales, estatales y otras instancias están involucradas en la corrupción y se han aliado al crimen organizado… ¡sin denunciarlo!?
La interrogante quedó suspendida. El juez Garzón movió su cabeza de arriba abajo. El silencio se hizo en el salón.
Transcurría el foro sobre Legalidad democrática, ética y seguridad en San Lázaro cuando tocó el turno al reconocido jurista Diego Valadés.
Sin mayores rodeos fue directo a lo acontecido en el casino de Monterrey y el mensaje que a propósito de este atentado ofreció el presidente Felipe Calderón.
Planteó Valadés ante el juez Baltazar Garzón y el ex alcalde de Palermo, Leoluca Orlando:
-¿Cómo se combate la corrupción si los mismos que deben combatirla incumplen, o están inmersos en ella?
Si ésta es la realidad que se vive en México –indicó el investigador de la UNAM— “estamos ante un problema político”.
De un problema de narcodelincuencia, saltamos de pronto a la categorización de “terrorismo”.
Pregunto:
-¿Se convirtió la narcodelincuencia en terrorismo, o son dos fenómenos simultáneos.
Si es uno sólo, habría que reclasificar a los delincuentes que ya se han detenido… Estamos ante un salto “injustificado, o al menos no explicado”
Si ahora estamos ante dos fuegos –los narcodelincuentes y los terroristas–, estamos en una situación muy grave y entonces no estamos haciendo lo correcto, aseveró Valadés. Porque responder al terrorismo con tres días de luto (por más justificable que sea en el terreno moral), no es una medida jurídica, ni política, ni de seguridad.
El presidente Calderón, agregó Diego Valadés, dijo en su mensaje que “no cabe duda que el avance de los criminales se explica, también, poderosamente, por la enorme corrupción que prevalece en las instituciones de seguridad y de justicia en distintas regiones del país y en distintos órdenes de Gobierno, que ha penetrado estructuras de poder, y ha dejado, en muchos casos, a la sociedad indefensa, porque quienes están encargados de velar por la seguridad de los ciudadanos, no pocas veces están, más bien, al servicio de los criminales”.
Cuando un presidente dice algo tan categórico, indicó, es porque tiene información. Habla en nombre del Estado y del gobierno. Por ello, pregunto:
–¿Es posible que un presidente afirme que gobiernos municipales, estatales y otras instancias están involucradas en la corrupción y se han aliado al crimen organizado… ¡sin denunciarlo!?
La interrogante quedó suspendida. El juez Garzón movió su cabeza de arriba abajo. El silencio se hizo en el salón.
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