Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder
La eterna frase inicial de Conversación en La Catedral, en la que Mario Vargas Llosa induce a la reflexión ante la interrogante que se plantea Zavalita, cae como anillo al dedo para lo que ocurre en el IFE, salvo una enorme diferencia: si bien no puede establecerse cuándo se jodió el Perú, si puede ponerse fecha y hora al instante en que se jodió el Instituto. Ocurrió en el momento en que Luis Carlos Ugalde decidió abrir la boca y declarar ganador al PAN, cuando no estaba seguro, ni tenía derecho ni facultades para ello.
Desde entonces, para ese Instituto todo es cuesta abajo la rodada, con apoyo directo de los poderes Ejecutivo y Legislativo y la estulticia de su presidente, Leonardo Valdés Zurita, cuyas debilidades fueron inmediatamente detectadas por Néstor Martínez, quien en cuanto pudo se deslindó de tan nefasto y funesto personaje, cuya historia quedará en la memoria de quienes trabajan para favorecer el hundimiento político de esta nación.
Acuérdense lectores de todas las sospechas y acusaciones que sobre supuestas malas prácticas administrativas pesan sobre el IFE, pero nada ni nadie detienen su funcionamiento, aunque por confrontaciones partidistas carezca de consejeros cuyo nombramiento se retrasa, como ha quedado rezagada la transición.
Mientras Leonardo Valdés Zurita hace cuentas sobre el debe y el haber de la contienda electoral del año entrante; mientras su personalidad es tan insuficiente, que ha sido incapaz de imponer la ética y la ley por sobre los diferendos partidistas para tener completa su plantilla de consejeros; mientras la credibilidad del IFE que construyeron la sociedad y José Woldenberg con anuencia y apoyo del PRI, se desmorona, los precandidatos presidenciales de Acción Nacional recorren el país como Pedro por su casa, sin que nadie ponga un reparo o se cuestione de dónde sale tanto dinero y surge tanta permisividad, que lo mismo son funcionarios un rato y otro tantito políticos en campaña, lo que sí es un delito en flagrancia, no como los que aspira a encontrarse en su camino Marisela Morales, para descalificar a todo político que no sea del agrado del tlatoani Calderón.
¿Hace cuántos meses que Josefina Vázquez Mota recorre el país en el esfuerzo por construir su candidatura? ¿Lo hace con recursos del Poder Legislativo, cuando obviamente sus viajes tienen otros propósitos y otros fundamentos, que su tarea como diputada? ¿Puede una diputada federal recorrer la nación como si fuese su Distrito Electoral, en la idea de hacer proselitismo para ella misma? ¿Esta campaña para la “precampaña” puede y debe ser monitoreada, o existe un vacío legal dentro del cual se mueve? ¿No será que Santiago Creel tiene razón, y para hacer proselitismo de esa naturaleza es necesario retirarse del cargo y empezar a documentar los gastos, por aquello de la necesaria rendición de cuentas?
Leonardo Valdés Zurita prefiere echarse un “round” con los medios electrónicos y exigirles tiempos cortos para cumplir con las pautas publicitarias, que tocar con el pétalo de una declaración el proceder preelectoral y proselitista de Josefina Vázquez Mota, no sea que se le aparezca el diablo y resulte que quien deba entregar cuentas sea él, en última instancia le ocurra lo que a Luis Carlos Ugalde, y pierda la oportunidad de hacer su ahorro para el retiro.
Pero sobre el comportamiento de la diputada Vázquez Mota, está el del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, quien sin reparo alguno ha declarado que quiere, necesita ser presidente de la República. Sin renunciar al puesto hace un proselitismo vergonzoso y equívoco, del cual a nadie rinde cuentas, pues se escuda en la necesidad presidencial de dejar resuelta la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos del 2012, precisamente el año electoral; además, con el pretexto de la amenaza de recesión alargarán su permanencia en el cargo, pues puede ser que se encuentre con la oportunidad de demostrar que sabe resolver crisis de esa magnitud, y si no resolverlas de manera definitiva, al menos dejar encaminada la solución a un problema que a él correspondería administrar, en caso de convertirse en presidente de México.
Sin embargo, Ernesto Cordero procede en contra de la Ley y en contra de la equidad, pero como ocurrió cuando Vicente Fox decidió intervenir para que bajo ningún concepto Andrés Manuel López Obrador pudiera convertirse en presidente de la República. Así lo hará Felipe Calderón Hinojosa para que no regrese el PRI a Los Pinos, incluso si para ello contraviene las leyes electorales, como ya lo hizo durante 2009, y se ve obligado a forzarle la mano a Leonardo Valdés Zurita, a quien ya le tomó la medida de sus ambiciones y necesidades, por lo que el IFE permanecerá en anomia, en “animación suspendida” -que dirán los ingenieros en sistemas- ante las contravenciones de la legislación electoral en que han incurrido y continuarán incurriendo los miembros del PAN.
El Demonio de Sócrates que nunca me da cuartel, me explica que para comprender el compromiso adquirido entre los poderes fácticos, el presidente de México y Valdés Zurita, necesito estar consciente que hoy los asuntos de la propia política deben desarrollarse en cierto modo ante un estadio vacío (la forma vacía de la representación) del que ha sido expulsado cualquier público real en tanto que susceptible de pasiones demasiado vivas, y de donde sólo emana una retranscripción televisiva (las pantallas, las curvas, los sondeos). Sigue funcionando, casi cautivándonos, pero sutilmente es como si una federación política internacional hubiera suspendido al público por un periodo indeterminado y lo hubiera expulsado del partido. Así es nuestra escena transpolítica: la forma transparente de un espacio público del que se han retirado los actores, la forma pura de un acontecimiento del que se han retirado las pasiones.
Es la consecuencia inicial del desplazamiento de los grupos de poder y del golpe de mano impuesto al gobierno por los poderes fácticos; es el resultado de la globalización como modelo en el que no caben las alternativas, por lo que, como lo refiere Vázquez Mota, el PAN permanecerá como habitante consentido de Los Pinos. ¿Será?
La eterna frase inicial de Conversación en La Catedral, en la que Mario Vargas Llosa induce a la reflexión ante la interrogante que se plantea Zavalita, cae como anillo al dedo para lo que ocurre en el IFE, salvo una enorme diferencia: si bien no puede establecerse cuándo se jodió el Perú, si puede ponerse fecha y hora al instante en que se jodió el Instituto. Ocurrió en el momento en que Luis Carlos Ugalde decidió abrir la boca y declarar ganador al PAN, cuando no estaba seguro, ni tenía derecho ni facultades para ello.
Desde entonces, para ese Instituto todo es cuesta abajo la rodada, con apoyo directo de los poderes Ejecutivo y Legislativo y la estulticia de su presidente, Leonardo Valdés Zurita, cuyas debilidades fueron inmediatamente detectadas por Néstor Martínez, quien en cuanto pudo se deslindó de tan nefasto y funesto personaje, cuya historia quedará en la memoria de quienes trabajan para favorecer el hundimiento político de esta nación.
Acuérdense lectores de todas las sospechas y acusaciones que sobre supuestas malas prácticas administrativas pesan sobre el IFE, pero nada ni nadie detienen su funcionamiento, aunque por confrontaciones partidistas carezca de consejeros cuyo nombramiento se retrasa, como ha quedado rezagada la transición.
Mientras Leonardo Valdés Zurita hace cuentas sobre el debe y el haber de la contienda electoral del año entrante; mientras su personalidad es tan insuficiente, que ha sido incapaz de imponer la ética y la ley por sobre los diferendos partidistas para tener completa su plantilla de consejeros; mientras la credibilidad del IFE que construyeron la sociedad y José Woldenberg con anuencia y apoyo del PRI, se desmorona, los precandidatos presidenciales de Acción Nacional recorren el país como Pedro por su casa, sin que nadie ponga un reparo o se cuestione de dónde sale tanto dinero y surge tanta permisividad, que lo mismo son funcionarios un rato y otro tantito políticos en campaña, lo que sí es un delito en flagrancia, no como los que aspira a encontrarse en su camino Marisela Morales, para descalificar a todo político que no sea del agrado del tlatoani Calderón.
¿Hace cuántos meses que Josefina Vázquez Mota recorre el país en el esfuerzo por construir su candidatura? ¿Lo hace con recursos del Poder Legislativo, cuando obviamente sus viajes tienen otros propósitos y otros fundamentos, que su tarea como diputada? ¿Puede una diputada federal recorrer la nación como si fuese su Distrito Electoral, en la idea de hacer proselitismo para ella misma? ¿Esta campaña para la “precampaña” puede y debe ser monitoreada, o existe un vacío legal dentro del cual se mueve? ¿No será que Santiago Creel tiene razón, y para hacer proselitismo de esa naturaleza es necesario retirarse del cargo y empezar a documentar los gastos, por aquello de la necesaria rendición de cuentas?
Leonardo Valdés Zurita prefiere echarse un “round” con los medios electrónicos y exigirles tiempos cortos para cumplir con las pautas publicitarias, que tocar con el pétalo de una declaración el proceder preelectoral y proselitista de Josefina Vázquez Mota, no sea que se le aparezca el diablo y resulte que quien deba entregar cuentas sea él, en última instancia le ocurra lo que a Luis Carlos Ugalde, y pierda la oportunidad de hacer su ahorro para el retiro.
Pero sobre el comportamiento de la diputada Vázquez Mota, está el del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, quien sin reparo alguno ha declarado que quiere, necesita ser presidente de la República. Sin renunciar al puesto hace un proselitismo vergonzoso y equívoco, del cual a nadie rinde cuentas, pues se escuda en la necesidad presidencial de dejar resuelta la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos del 2012, precisamente el año electoral; además, con el pretexto de la amenaza de recesión alargarán su permanencia en el cargo, pues puede ser que se encuentre con la oportunidad de demostrar que sabe resolver crisis de esa magnitud, y si no resolverlas de manera definitiva, al menos dejar encaminada la solución a un problema que a él correspondería administrar, en caso de convertirse en presidente de México.
Sin embargo, Ernesto Cordero procede en contra de la Ley y en contra de la equidad, pero como ocurrió cuando Vicente Fox decidió intervenir para que bajo ningún concepto Andrés Manuel López Obrador pudiera convertirse en presidente de la República. Así lo hará Felipe Calderón Hinojosa para que no regrese el PRI a Los Pinos, incluso si para ello contraviene las leyes electorales, como ya lo hizo durante 2009, y se ve obligado a forzarle la mano a Leonardo Valdés Zurita, a quien ya le tomó la medida de sus ambiciones y necesidades, por lo que el IFE permanecerá en anomia, en “animación suspendida” -que dirán los ingenieros en sistemas- ante las contravenciones de la legislación electoral en que han incurrido y continuarán incurriendo los miembros del PAN.
El Demonio de Sócrates que nunca me da cuartel, me explica que para comprender el compromiso adquirido entre los poderes fácticos, el presidente de México y Valdés Zurita, necesito estar consciente que hoy los asuntos de la propia política deben desarrollarse en cierto modo ante un estadio vacío (la forma vacía de la representación) del que ha sido expulsado cualquier público real en tanto que susceptible de pasiones demasiado vivas, y de donde sólo emana una retranscripción televisiva (las pantallas, las curvas, los sondeos). Sigue funcionando, casi cautivándonos, pero sutilmente es como si una federación política internacional hubiera suspendido al público por un periodo indeterminado y lo hubiera expulsado del partido. Así es nuestra escena transpolítica: la forma transparente de un espacio público del que se han retirado los actores, la forma pura de un acontecimiento del que se han retirado las pasiones.
Es la consecuencia inicial del desplazamiento de los grupos de poder y del golpe de mano impuesto al gobierno por los poderes fácticos; es el resultado de la globalización como modelo en el que no caben las alternativas, por lo que, como lo refiere Vázquez Mota, el PAN permanecerá como habitante consentido de Los Pinos. ¿Será?
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