Martha Anaya / Crónica de Política
Vicente Fox se ha ganado a pulso algunos calificativos: “deslenguado”, “torpe”, “burro”, “cínico”, “tonto”, “inepto”, “mediocre”, “traidor a la democracia”.
Difícilmente alguien de otra época o que no haya vivido en México durante la última década, imaginaría que semejantes adjetivos bien los merece el hombre que encarnó la alternancia en nuestro país, el candidato que logró sacar al PRI de Los Pinos después de siete décadas de hegemonía, el primer Presidente de la República emanado de las filas del Partido Acción Nacional.
_ ¡Seguramente tales expresiones provienen de sus opositores, de los priistas a los que derrotó!-, aventurarían los hipotéticos recién llegados.
Pero no es así. Estos y otros calificativos más, provienen de las filas del propio PAN, de los militantes del partido que le abrió sus puertas y al que se encaramó hasta ganarles –a pesar de la oposición de panistas duros y tradicionales—la candidatura presidencial y alcanzar holgadamente el triunfo en el año 2000.
Más aún. A estas descalificaciones hacia el primer mandatario blanquiazul, se suman ahora otras: simulador, auto engañado, omiso, irrespetuoso, malagradecido…
Quien se las endilga es nada menos que el diputado Javier Corral Jurado, ex candidato a la gubernatura de Chihuahua y con casi 30 años de militancia en Acción Nacional. Lo hace en un artículo que aparece bajo su firma en el periódico El Universal bajo el título “La libertad de Fox”.
No sorprenden las descalificaciones de Corral hacia Fox. Podría decirse que éstas simplemente se suman a la larga lista de improperios que ya tiene el ex Presidente en su haber.
Lo que sí es de llamar la atención es el sustento que el chihuahuense le da a sus palabras. No son meras descalificaciones gestuales o al estilo de “está desconectado” o “anda mal informado” con que suelen referirse sus compañeros de curul a Fox. No.
Esta vez –la primera que registramos abiertamente, escrita incluso en un diario de circulación nacional con firma y apellido–, alguien desde las filas del PAN le dice a Vicente Fox sus verdades sobre la manera que gobernó y los dislates y errores graves que cometió.
Dice Javier Corral en la parte central de su texto:
“Por supuesto que no podríamos esperar que el ex presidente Fox reconociera que el saldo pendiente de nuestra transición es precisamente un cambio de fondo al régimen político, porque esa es su mayor omisión, no sólo haber dejado intactas las estructuras del viejo régimen corporativo y clientelar cuando tenía las mejores condiciones para cambiarlas, sino aceitar la maquinaria de los poderes fácticos que hoy mismo se vuelven contra la democracia; impensable que reconociera que fue él quien reempoderó –cuando ya estaba en picada—el cacicazgo de Elba Esther Gordillo en el sistema educativo nacional; el disimulo con el mayor peculado electoral que documentalmente se demostró en el “Pemexgate”, o las enormes canonjías y privilegios que brindó al duopolio de la televisión, convertido ahora en un poder que encañona a cualquiera para el chantaje político y en una amenaza al sistema democrático”.
Ciertamente a este párrafo podrían agregárseles otras cuentas, como el desaseo democrático con que actuó para su sucesión: el intento por llevar a su esposa Marta Sahagún a la candidatura presidencial, tratar de deshacerse del principal candidato opositor (Andrés Manuel López Obrador) por la vía judicial y finalmente intervenir y “cargar los dados” –según él mismo orgullosamente confesó—para evitar que el perredista ganara la elección presidencial frente a Felipe Calderón.
Y más. Pero quedémonos por ahora con lo que apunta Corral: aceitó los poderes fácticos, reempoderó a Elba Esther Gordillo, otorgó enormes canojías y privilegios al duopolio televisivo. Esos son precisamente tres de los elementos más perversos que atentan contra la democracia. Y sí, fue Vicente Fox quien desató esos demonios y marcó el camino por el que, complacientes, hoy transitamos (y hasta ensanchamos).
Vicente Fox se ha ganado a pulso algunos calificativos: “deslenguado”, “torpe”, “burro”, “cínico”, “tonto”, “inepto”, “mediocre”, “traidor a la democracia”.
Difícilmente alguien de otra época o que no haya vivido en México durante la última década, imaginaría que semejantes adjetivos bien los merece el hombre que encarnó la alternancia en nuestro país, el candidato que logró sacar al PRI de Los Pinos después de siete décadas de hegemonía, el primer Presidente de la República emanado de las filas del Partido Acción Nacional.
_ ¡Seguramente tales expresiones provienen de sus opositores, de los priistas a los que derrotó!-, aventurarían los hipotéticos recién llegados.
Pero no es así. Estos y otros calificativos más, provienen de las filas del propio PAN, de los militantes del partido que le abrió sus puertas y al que se encaramó hasta ganarles –a pesar de la oposición de panistas duros y tradicionales—la candidatura presidencial y alcanzar holgadamente el triunfo en el año 2000.
Más aún. A estas descalificaciones hacia el primer mandatario blanquiazul, se suman ahora otras: simulador, auto engañado, omiso, irrespetuoso, malagradecido…
Quien se las endilga es nada menos que el diputado Javier Corral Jurado, ex candidato a la gubernatura de Chihuahua y con casi 30 años de militancia en Acción Nacional. Lo hace en un artículo que aparece bajo su firma en el periódico El Universal bajo el título “La libertad de Fox”.
No sorprenden las descalificaciones de Corral hacia Fox. Podría decirse que éstas simplemente se suman a la larga lista de improperios que ya tiene el ex Presidente en su haber.
Lo que sí es de llamar la atención es el sustento que el chihuahuense le da a sus palabras. No son meras descalificaciones gestuales o al estilo de “está desconectado” o “anda mal informado” con que suelen referirse sus compañeros de curul a Fox. No.
Esta vez –la primera que registramos abiertamente, escrita incluso en un diario de circulación nacional con firma y apellido–, alguien desde las filas del PAN le dice a Vicente Fox sus verdades sobre la manera que gobernó y los dislates y errores graves que cometió.
Dice Javier Corral en la parte central de su texto:
“Por supuesto que no podríamos esperar que el ex presidente Fox reconociera que el saldo pendiente de nuestra transición es precisamente un cambio de fondo al régimen político, porque esa es su mayor omisión, no sólo haber dejado intactas las estructuras del viejo régimen corporativo y clientelar cuando tenía las mejores condiciones para cambiarlas, sino aceitar la maquinaria de los poderes fácticos que hoy mismo se vuelven contra la democracia; impensable que reconociera que fue él quien reempoderó –cuando ya estaba en picada—el cacicazgo de Elba Esther Gordillo en el sistema educativo nacional; el disimulo con el mayor peculado electoral que documentalmente se demostró en el “Pemexgate”, o las enormes canonjías y privilegios que brindó al duopolio de la televisión, convertido ahora en un poder que encañona a cualquiera para el chantaje político y en una amenaza al sistema democrático”.
Ciertamente a este párrafo podrían agregárseles otras cuentas, como el desaseo democrático con que actuó para su sucesión: el intento por llevar a su esposa Marta Sahagún a la candidatura presidencial, tratar de deshacerse del principal candidato opositor (Andrés Manuel López Obrador) por la vía judicial y finalmente intervenir y “cargar los dados” –según él mismo orgullosamente confesó—para evitar que el perredista ganara la elección presidencial frente a Felipe Calderón.
Y más. Pero quedémonos por ahora con lo que apunta Corral: aceitó los poderes fácticos, reempoderó a Elba Esther Gordillo, otorgó enormes canojías y privilegios al duopolio televisivo. Esos son precisamente tres de los elementos más perversos que atentan contra la democracia. Y sí, fue Vicente Fox quien desató esos demonios y marcó el camino por el que, complacientes, hoy transitamos (y hasta ensanchamos).
Comentarios