FC y sus fundamentales

Las maravillas de Alicio
Octavo gasolinazo al hilo

Carlos Fernández-Vega / México S.A.


Andaba el tristemente célebre inquilino de Los Pinos con su desgastado pregón, el mismo de hace casi cinco años, repite y repite que la economía mexicana es un portento, que su gobierno es la mamá de todas las maravillas habidas y por haber, que nuestros fundamentales económicos son sólidos como el acero y que la crisis es externa, cuando alguien le dijo al oído: “pero Jelipe, qué cara más dura tienes, porque tu paso por la residencia oficial ha sido un verdadero desastre precisamente en lo que todos los días presumes en el discurso; si bien te va, la tasa anual promedio de ‘crecimiento’ económico en tu sexenio a duras penas llegará a 1.9 por ciento, en línea con la (primera) década perdida, la de los años 80”.

El tal Jelipe ni se enteró del reclamo, y siguió con su discurso de chile, de dulce y de manteca (de la guerra fría a la seguridad nacional; de su paso por la Secretaría de Energía al Colegio de Defensa Nacional; del crimen organizado a las tecnologías de la información; todo cabe en un pregón, aunque no lo sepa acomodar): 30 años atrás, dijo el ínclito personaje, el modelo de crecimiento era a partir del gasto del gobierno, en un contexto de economía cerrada, que finalmente terminó por agotarse y llevar al país a severísimas crisis, señaladamente, una crisis que llevó a una moratoria de deuda a nuestra patria y a México (sic y recontra sic), y a toda América Latina o casi toda, a la llamada década pérdida de nuestro continente (en realidad de Latinoamérica. Por cierto, en ese entonces se crecía a tasas superiores a 6 por ciento anual; ahora a 1.9 por ciento, en el mejor de los casos).

Y el pregonero siguió: en medio de las turbulencias financieras internacionales, a diferencia de aquéllos, hace 30 años, hoy, las crisis de deuda y de turbulencia financiera se presentan, especialmente, en naciones desarrolladas, y países como el nuestro presentan fundamentales económicos que los preservan de mejor manera antes tales turbulencias. Tenemos graves problemas, por supuesto, y la cercanía (en realidad la profunda dependencia) de la economía más grande del mundo y a sus problemas, desde luego, ha afectado a nuestra población. Sin embargo, al mantener un manejo responsable y prudente de nuestra economía, hemos logrado salir adelante en un entorno extraordinariamente complejo en el ámbito internacional. En lo económico, por ejemplo, a diferencia de hace tres décadas, hoy, las reservas internacionales del país ascienden a un máximo histórico de casi 135 mil millones de dólares, más del doble del total de nuestra deuda externa mexicana, con lo cual se consolida la fortaleza económica del país.

Qué bonito discurso, conmovedor, pero al tal Jelipe se le olvidó mencionar los 12 millones adicionales de pobres durante su estadía en Los Pinos, los salarios miserables, la pérdida de poder adquisitivo de los mexicanos, el creciente desempleo, el apabullante avance de la informalidad, la expulsión de mano de obra, el crecimiento de 1.9 por ciento (el menor desde el sexenio de Miguel de la Madrid) y tantos otros costos de esa maravilla que, según él, es la economía mexicana, porque la crisis es externa. Es decir, se le olvidó mencionar que el resultado concreto de dos gobiernos panistas al hilo ha sido otra década perdida para los mexicanos.

Bien por el pregonero y su desgastado discurso: fundamentales económicos que los preservan de mejor manera antes tales turbulencias, pero con 28 millones de mexicanos en pobreza alimentaria y casi 58 millones en popbreza patrimonial; máximo histórico en reservas internacionales, pero con 30 por ciento de la población económicamente activa en la informalidad y 2.6 millones de desocupados, según las cifras oficiales, mientras otros 6 millones de mexicanos de plano ya no salen a buscar chamba porque saben que no la van a encontrar. No hay crisis de moratoria, celebra el susodicho, pero durante su estadía en la residencia oficial se han generado sólo 2 de cada 10 empleos formales demandados por los habitantes de este país. Alegraos, pues, porque el susodicho dice que en este país no hay crisis; en otros sí, y terrible, pero de ninguna manera aquí.

Y mientras Alicio Calderón se apresta a rendir su Quinto Informe del País de las Maravillas, el Inegi actualizó el siempre grato balance del presidente del empleo. De acuerdo con el reporte publicado por La Jornada, en el segundo trimestre de 2011 la población desocupada en el país se situó en 2.6 millones de personas, con lo que la tasa (oficial) de desocupación se ubicó en 5.2 por ciento, dato igual al registrado en el mismo lapso de 2010. No obstante, a nivel nacional dicha tasa registró un aumento de 0.23 puntos porcentuales en relación con la del trimestre previo. La desocupación en los hombres creció 0.05 puntos porcentuales y en las mujeres 0.52 por ciento. La población que labora en el sector informal de la economía sumó 13.4 millones de personas, que representa 28.9 por ciento de la población ocupada y un alza de 75 mil personas comparado con el dato de un año antes. En su comparación trimestral, precisa, la tasa de ocupación en este sector se incrementó 0.40 puntos porcentuales en relación con la del trimestre enero-marzo de 2011.

Pero no os preocupeis, mexicanos pasmados, que el país tiene los calzones agujereados, pero eso sí con fundamentales sólidos (aunque no tanto como la cara dura del tal Jelipe e integrantes de su gabinetazo) y un blindaje de muchísimos discursos que hace inmune al país de las maravillas.

Las rebanadas del pastel

Y si de fundamentales se trata, allí les va otra puñalada: octavo mes del año, octavo gasolinazo al hilo.Lo único bueno del nuevo incremento en los precios de los combustibles es que felizmente Ernesto Cordero no salió a dar conferencia para informar a los mexicanos del garrotazo, que para eso están los empresarios gasolineros. El funcionario-candidato sólo dedica su tiempo a cosas bonitas, como las que escribió para el blog de Los Pinos: es tiempo de mostrar confianza en el futuro de México, porque somos un país fuerte, preparado y unido. Somos una nación que vence los retos y las dificultades. Es el momento de continuar invirtiendo y generar empleos, es el momento de tranquilidad y de tener la confianza de que hemos hecho bien nuestra tarea y de que la seguiremos realizando). La trompetilla se escuchó a leguas, mientras el tipo de cambio peso-dólar trepó a 12.40, con ganas, y muchas, de aumentar.

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