Estela de oscuridad

Martha Anaya / Crónica de Política

Llegó el momento en que los legisladores se hartaron de las evasiones de Salvador Vega Casillas a las preguntas planteadas por integrantes de la Comisión Permanente.

El diputado César Augusto Santiago, en turno para réplica, de plano soltó:

-Señor presidente, antes de que me empiecen a contar el tiempo quisiera decirle a usted que en mi vida me he sentido tan frustrado, no pensé que de verdad fuera yo invisible.

Se refería el priista a que nada de lo que había preguntado le había sido respondido por el secretario de la Función Pública: “¡No me contestó nada! ¿Qué es lo que voy a replicar si no me dijo nada, ni a mí, ni al pueblo de México, ni a nadie?”.

En el mismo talante, el senador Pablo Gómez asestó:

“Mucho me temo que esto no tiene remedio… Le pregunté cuánto dinero la Secretaría de la Función Pública había canalizado al fideicomiso del Bicentenario con el objeto de la Estela de la Luz…”

Vega Casillas –quien ostentaba este día ser el primer funcionario en comparecer ante la Comisión permanente del Congreso—se hacía el remolón ante los legisladores y nomás no daba los datos que diputados y senadores reclamaban.

Preguntas iban y venían, hasta que el perredista finalmente concluyó: Esa “Estela de Luz ya es hoy la Estela de la Oscuridad”.

Pero entre los intentos del secretario de la Función pública por salir del paso cayó en un desliz y por ahí lo agarraron.

Resulta que en una de esas Vega Casillas indicó que, para la construcción de la Estela, su secretaría había recibido el dinero de Hacienda y él a su vez lo había entregado al fideicomiso creado ex profeso para la construcción de la Estela de Luz.

Entonces sí se le fueron a cuello.

Cargó de nuevo Pablo Gómez:

-A ver, ¿cuánto dinero entregó la Secretaría de la Función Pública, de fondos propios o de fondos transferidos, pero directamente la Función Pública al fideicomiso del Bicentenario? ¿Cuánto en total, desde que el fideicomiso se creó?.

Y de paso le recordó que el fideicomiso no está considerado como entidad paraestatal. Como tampoco se explicaba por qué la secretaría de Hacienda se había convertido “en una pequeña secretaría de Hacienda”, por lo que le advirtió al compareciente que tuviera mucho cuidado en sus respuestas

César Augusto sumó lo propio:

“El dinero que mandó él al fideicomiso del Bicentenario no es de su propiedad, son fondos públicos. ¿Con qué facultad Hacienda le mandó el dinero y con qué facultad él lo aceptó?

“Peor aún, ¿con qué facultad lo envió a un fideicomiso? No es dinero para su sirvienta, son fondos públicos? Si no nos dice claramente con fundamento en qué ley Hacienda mandó el dinero, él lo recibió y luego lo turnó al fideicomiso, está en un caso confesión de juicio político.

Vega Casillas no hallaba la puerta para salir del paso. Hizo un último intento al final de su comparecencia respondiéndole a Pablo Gómez una de sus preguntas, la referente al monto del dinero trasferido por Hacienda:

“La Secretaría de Hacienda ha suministrado recursos por 1,122 millones, 954, 542 pesos para el tema de la “Estela”. Eso es lo que se ha ministrado para el fideicomiso, (pero) no significa necesariamente que se hayan ejercido todo, necesitaríamos hacer un corto”.

Pero ni eso lo salvó. Ya César Augusto andaba promoviendo “juicio político” contra Salvador Vega Casillas. Y es que en el tema de la famosa “Estela de Luz” nadie sale bien librado. Acaso, aquella cuyo nombre que por extrañas razones se omite en todos los ámbitos: Patricia Flores.

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