El mundo fantástico de Alejandro Poiré

Jorge Ruiz Saavedra

Los hechos violentos en los alrededores del estadio de futbol de Torreón, Coah., que se vivieron en cadena nacional de TV el sábado 20, así como la balacera suscitada en concurrido centro comercial de Morelia este domingo 21 de agosto, dan pie a comentar el esfuerzo del vocero de Seguridad Nacional del gobierno federal, Alejandro Poiré, por convencer a los mexicanos de que eso de la inseguridad es un mito, o más bien, un conjunto de 10 mitos.

Alejandro Poiré es el típico representante de la clase de funcionarios públicos que desde hace casi treinta años dominan la administración pública de nuestro país. Hace justamente un año fue nombrado secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional y del Gabinete de Seguridad Nacional, así como vocero de la Estrategia Nacional de Seguridad por el presidente Felipe Calderón. Poiré es licenciado en Ciencia Política egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y maestro y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard. En el ámbito académico, ha dirigido el departamento de Ciencia Política del ITAM y ha sido profesor e investigador en la Universidad de Harvard. Como servidor público, se ha desempeñado como director ejecutivo de Prerrogativas y Partidos en el Instituto Federal Electoral (IFE), del 2003 al 2005. En la actual administración, ha ocupado los cargos de director general de Análisis Político de la Oficina de la Presidencia de la República y, en la Secretaría de Gobernación, ha sido comisionado para el Desarrollo Político, coordinador de asesores del secretario de Gobernación, así como subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos.

De su semblanza, publicada en el sitio de internet de la presidencia de la República, se desprende que Poiré ha trabajado en ámbitos estratégicos de la administración de Felipe Calderón, justamente en dos de los más cuestionados por sus pobres resultados: los relacionados con los asuntos migratorios y los de seguridad nacional. Sin embargo, dentro del gobierno de Felipe Calderón se habla de Poiré casi con reverencia: se le considera un hombre muy inteligente, lo que, dicen, se comprueba pues realizó sus estudios de posgrado en La Meca académica de la clase media alta mexicana: ¡es doctor de Harvard! Desde luego, el presidente Calderón también tiene una maestría de Harvard. Y hasta Vicente Fox intentó relacionarse con esa prestigiosa universidad, declarando en su currículo que, al renunciar a su cargo en la Coca Cola, “decidió cursar el Diplomado de Alta Gerencia, impartido por profesores de la Escuela de Negocios de la Universidad Harvard”. No dice dónde se impartió ese diplomado, lo importante es que se menciona a Harvard. Lo que sí es cierto es que sigue vigente la frase aquella de: “Lo que natura non da, Salamanca non presta”.

Desde hace dos meses Poiré ha emprendido una cruzada en videos ilustrados como comics, tratando de demostrar, entre otras cosas, que el gobierno de Felipe Calderón sí cuenta con una estrategia en su lucha contra el crimen organizado, que esa estrategia es la adecuada, que no hay violación a los derechos humanos, y que no es cierto que seamos uno de los países más violentos del mundo. El décimo mito que trata de derruir Alejandro Poiré es justamente este último:

“(…), la pregunta que muchos se hacen es si México es uno de los países más violentos del mundo. La respuesta es clara: no lo es. Sin dejar de reconocer los desafíos que viven algunas zonas del país como Tamaulipas, Chihuahua y Sinaloa que a lo largo de los últimos años han focalizado la violencia asociada a la competencia criminal, y que en 2010 concentraron el 50 por ciento de los fallecimientos ocurridos por presunta rivalidad delincuencial en el país, veamos algunos datos comparados.

“Como país, a pesar del aumento registrado en los últimos años, mantenemos una tasa de homicidios significativamente menor que la de varios países de la región latinoamericana. Aún frente a aquellas experiencias reconocidas en el ámbito internacional por hacer frente a la criminalidad en beneficio de sus comunidades, como es el caso de Colombia, México tiene una tasa de homicidio claramente inferior. Incluso Brasil tiene una tasa de homicidios similar a la de nuestro país.”

Pues qué bueno que no seamos uno de los países más violentos del mundo. Pero la reacción de la gente no deja duda alguna de que vivimos con temor, que nadie se siente a salvo en ningún lugar de México, que hay muchos sitios del país totalmente bajo el control de las bandas del crimen organizado. Y si Poiré no lo cree, que vaya a levantar encuestas o a repartir la sección amarilla en Apatzingán, o que vaya al fut en Torreón o que pasee con su familia un domingo en Plaza Las Américas en Morelia. Tal vez así, pese a sus credenciales académicas, pueda conocer un poco de la realidad que vivimos cotidianamente la mayoría de los mexicanos.

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