José Carreño Figueras
Por una de esas raras coincidencias, este fin de semana coincidieron dos reportes periodísticos sobre vecinos de ciudades cansados del detrimento que según su opinión producen los migrantes en sus respectivas poblaciones.
Lo grave es que ambos reportes involucran a mexicanos, como víctimas y agresores, sin importar cual sea el reporte que se quiera elegir.
Víctor Adrián Gómez Islas y Jorge Rodríguez Juárez, delegado y presidente del Consejo de Participación Ciudadana de la colonia Lechería, encabezaron el domingo a grupos de vecinos empeñados en lograr el cierre de la “Casa del Migrante San Juan Diego”, donde afirman llegan a diario decenas de centroamericanos que según lo que dicen son sucios, duermen en la calle y llevaron inseguridad a las calles de Lechería.
De acuerdo con el reporte de “El Universal”, los manifestantes encabezados por Gómez Islas y Rodríguez Juárez, “mencionaron que la Casa del Migrante está rebasada y los centroamericanos duermen frente a los domicilios y hacen sus necesidades y se bañan en la vía pública, además de que cometen robos y ofenden a las mujeres; “como al padre no lo acosan”, gritaron unas adolescentes durante la protesta”.
Pero al mismo tiempo llegó un reporte de una pequeña ciudad llamada Greenfield, en California, donde los habitantes -muchos de ellos estadounidenses de origen mexicano- se quejan de la forma en la que la llegada de migrantes oaxaqueños ha echado a perder su localidad.
De acuerdo con un cable de “The Associated Press”, habitantes de Greenfield “y otras comunidades formadas recientemente se quejan de que las familias oaxaqueñas viven hacinadas en apartamentos y cocheras, tiran basura en las calles, atestan parques en la ciudad y efectúan fiestas ruidosas. Algunos individuos se orinan en lugares públicos y se han involucrado en invasiones a propiedad privada”.
Los migrantes, siempre los migrantes. Son distintos, hablan diferente, se comportan de otra forma. Son otros, son extraños. No son como nosotros, quienquiera que seamos “nosotros” y los valores que tenemos-decimos-tener-creemos-defender, porque a fin de cuentas basta conque uno de “ellos” piropee a una de las “nuestras” para que todos sean culpables, porque a la mejor es mas fácil culparles a “ellos” de nuestros problemas.
Para los habitantes de Greenfield, mexico-estadounidenses en su mayoría, los distintos son los oaxaqueños, principalmente indígenas que llegaron ahí, con ideas diferentes, organización social distinta, necesidades distintas. Tal vez hasta se juntan en las esquinas y mironeen o hasta traten de hablarle a las mujeres… intentos de violación tal vez.
En Lechería la situación es parecida. Los centroamericanos son sucios porque-todos-son-sucios, y ven a las mujeres y son incultos de la misma forma que los mexicanos somos incultos en Estados Unidos: no conocen la sociedad local ni acatan las costumbres de la zona ni hablan el mismo lenguaje que hablamos “nosotros”.
A final de cuentas la situación es muy parecida en las dos poblaciones. Son extraños, Son otros. No son dignos de confianza. En Greenfield habrá que ver que sucede. EGn Lechería, luego de una reunión el lunes, se convino que la casa del migrante ahí sería cerrada, para reubicarla en un sitio por determinar.
Greenfield es un pueblo mayoritariamente creado por inmigrantes. Lechería no. Uno se encuentra en Estados Unidos, el otro en México. Y sin embargo se parecen tanto…
Por una de esas raras coincidencias, este fin de semana coincidieron dos reportes periodísticos sobre vecinos de ciudades cansados del detrimento que según su opinión producen los migrantes en sus respectivas poblaciones.
Lo grave es que ambos reportes involucran a mexicanos, como víctimas y agresores, sin importar cual sea el reporte que se quiera elegir.
Víctor Adrián Gómez Islas y Jorge Rodríguez Juárez, delegado y presidente del Consejo de Participación Ciudadana de la colonia Lechería, encabezaron el domingo a grupos de vecinos empeñados en lograr el cierre de la “Casa del Migrante San Juan Diego”, donde afirman llegan a diario decenas de centroamericanos que según lo que dicen son sucios, duermen en la calle y llevaron inseguridad a las calles de Lechería.
De acuerdo con el reporte de “El Universal”, los manifestantes encabezados por Gómez Islas y Rodríguez Juárez, “mencionaron que la Casa del Migrante está rebasada y los centroamericanos duermen frente a los domicilios y hacen sus necesidades y se bañan en la vía pública, además de que cometen robos y ofenden a las mujeres; “como al padre no lo acosan”, gritaron unas adolescentes durante la protesta”.
Pero al mismo tiempo llegó un reporte de una pequeña ciudad llamada Greenfield, en California, donde los habitantes -muchos de ellos estadounidenses de origen mexicano- se quejan de la forma en la que la llegada de migrantes oaxaqueños ha echado a perder su localidad.
De acuerdo con un cable de “The Associated Press”, habitantes de Greenfield “y otras comunidades formadas recientemente se quejan de que las familias oaxaqueñas viven hacinadas en apartamentos y cocheras, tiran basura en las calles, atestan parques en la ciudad y efectúan fiestas ruidosas. Algunos individuos se orinan en lugares públicos y se han involucrado en invasiones a propiedad privada”.
Los migrantes, siempre los migrantes. Son distintos, hablan diferente, se comportan de otra forma. Son otros, son extraños. No son como nosotros, quienquiera que seamos “nosotros” y los valores que tenemos-decimos-tener-creemos-defender, porque a fin de cuentas basta conque uno de “ellos” piropee a una de las “nuestras” para que todos sean culpables, porque a la mejor es mas fácil culparles a “ellos” de nuestros problemas.
Para los habitantes de Greenfield, mexico-estadounidenses en su mayoría, los distintos son los oaxaqueños, principalmente indígenas que llegaron ahí, con ideas diferentes, organización social distinta, necesidades distintas. Tal vez hasta se juntan en las esquinas y mironeen o hasta traten de hablarle a las mujeres… intentos de violación tal vez.
En Lechería la situación es parecida. Los centroamericanos son sucios porque-todos-son-sucios, y ven a las mujeres y son incultos de la misma forma que los mexicanos somos incultos en Estados Unidos: no conocen la sociedad local ni acatan las costumbres de la zona ni hablan el mismo lenguaje que hablamos “nosotros”.
A final de cuentas la situación es muy parecida en las dos poblaciones. Son extraños, Son otros. No son dignos de confianza. En Greenfield habrá que ver que sucede. EGn Lechería, luego de una reunión el lunes, se convino que la casa del migrante ahí sería cerrada, para reubicarla en un sitio por determinar.
Greenfield es un pueblo mayoritariamente creado por inmigrantes. Lechería no. Uno se encuentra en Estados Unidos, el otro en México. Y sin embargo se parecen tanto…
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