Cordero, a la campaña

Jorge Fernández Menéndez

Si no hay cambios, la próxima semana, para estas fechas, renunciará a su cargo como secretario de Hacienda, Ernesto Cordero. Para entonces estará terminada la propuesta de presupuesto y de ley de ingresos 2012 que se presentará al Congreso unas semanas después y la idea es que Cordero ya no participe ni en su presentación y mucho menos en su negociación. En esto siempre puede haber cambios pero llegará en lugar de Cordero a la secretaría de Hacienda, el actual secretario de Energía, José Antonio Meade, un funcionario de toda la confianza del presidente Calderón y del propio Cordero. Con un detalle: Meade no es militante del PAN y tiene muy buenas relaciones con priístas, ello debería allanar la negociación del presupuesto y la ley de ingresos y evitar que en una situación tan compleja como la que se vive en el entorno internacional, se partidice el tema económico, por lo menos en esos ámbitos.

Probablemente, en la lógica de hacer crecer su candidatura, Cordero tendría que haber dejado Hacienda hace unos meses, pero eso, al mismo tiempo era imposible por el momento que se estaba viviendo en el plano internacional, incluyendo la crisis que se generó en el FMI por la renuncia de Dominique Strauss Khan, la candidatura para esa posición de Agustín Carstens, y el desempeño que se estaba observando en la economía mundial. Ahora llega un espacio en el que no existe margen para otra decisión: si Cordero quiere buscar seriamente la candidatura presidencial (y sí que quiere) debe renunciar al gabinete ya, porque el tiempo para crecer hacia fuera se agota, pero porque ya no sería funcional para el Gobierno mantener en Hacienda a un funcionario con aspiraciones presidenciales, al mismo tiempo que se tiene que trabajar seriamente en una de las coyunturas internacionales más difíciles de muchos años. Como se ha dicho, la economía mexicana no está en malas condiciones, se ha preparado para la situación actual, pero nadie puede estar plenamente blindado para una crisis que no tiene antecedentes anteriores.

La decisión de Standars and Poors de reducir la calificación de la deuda soberana de los Estados Unidos es en realidad un nuevo disparate de una de las tres grandes calificadoras que parecen cada vez más ser parte de los mecanismos especulativos que llevaron al inicio de esta crisis en el 2008. Estados Unidos tiene muchos problemas por solucionar, la mayoría heredados de una muy errada política (de todo tipo, desde militar hasta económica) de la administración Bush (y también de la falta de decisiones de la administración Obama en los dos primeros años de gestión, cuando tenía mayoría demócrata en el Congreso), pero es absurdo pensar que existe riesgo real de que no pague su deuda soberana. Las mismas calificadoras que no atendieron las señales de alarma en el 2008 y siguieron recomendando la compra de bonos basura, ahora encabezan con la rebaja de sus calificaciones, los ataques a distintas economías europeas, ahora también a la estadounidense, y por supuesto ello se extenderá a economías emergentes como México, Brasil o India.

Por eso también éste es el momento para que Cordero (que demostró ser un muy buen secretario de Hacienda) deje esa posición si quiere buscar la candidatura presidencial del PAN: cuando está comenzando un nuevo ciclo, con nuevos desafíos y riesgos.

Queda la pregunta de si vale la pena que Cordero deje Hacienda para buscar la candidatura. Obviamente esa es una respuesta que sólo puede tener el propio Cordero. En las encuestas Cordero está hoy abajo, tanto entre los panistas como entre el público en general. En los hechos no es un político muy conocido en el PAN aunque en su entorno se asegura que los acuerdos que tiene con muchos sectores dirigentes del partido son tan sólidos que estando ya en tareas de proselitismo crecerá, aseguran, muy rápido. En ese mismo entorno se compara la situación de Cordero con la de Felipe Calderón cuando hace seis años era superado muy ampliamente por Santiago Creel y meses después le arrebató a éste la candidatura presidencial. Puede ser, pero existen diferencias importantes: la principal es que Creel era el candidato del presidente Fox, pero su conocimiento del panismo era relativo, mientras que Calderón era el “hijo desobediente” del partido en el poder, había militado en él toda su vida y había sido, entre otros varios cargos partidarios, su presidente nacional. Y Calderón, desde meses atrás, iba en ascenso, trabajando, sin cargos públicos en la construcción de su candidatura.

Ernesto comienza desde una situación de relativo ostracismo. Sólo ha hecho proselitismo, tímido, los fines de semana, porque hubiera sido muy irresponsable apostar a la campaña poniendo en riesgo el manejo económico. Ya no será así: Cordero se va a la campaña en unos días más y ahora veremos de qué está hecho en términos partidarios, porque tendrá que pelear contra reloj si quiere la candidatura, sobre todo para alcanzar a una Josefina Vázquez Mota que parece alejarse cada vez más.

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