Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal
Durante cuatro semanas Ernesto Cordero estuvo callado. No como secretario de Hacienda, sino como aspirante a la candidatura presidencial. ¿Era posible que no tuviera la ambición para un cargo de tal investidura? “Para nada -dijo uno de sus principales estrategas de campaña-, está totalmente decidido a buscar la candidatura”. El silencio de Cordero tiene que ver, precisamente, con sus tiempos políticos. No se lanzará por la candidatura hasta que le entregue al Presidente el presupuesto.
Cordero tiene una carrera contra el tiempo. No por la entrega del presupuesto, que el Ejecutivo tiene que entregar por ley al Congreso el 8 de septiembre, sino por las presiones dentro del PAN para que se reduzca entre septiembre y agosto el número de aspirantes a la candidatura presidencial. Por estatuto, la campaña por la candidatura inicia en la segunda quincena de diciembre y se decide por voto a nivel nacional en febrero, pero los grupos que apoyan a candidatos fuera del abrigo de Los Pinos, quieren adelantar el proceso bajo la premisa cierta que si no tienen una figura lo antes posible, cada vez será más difícil alcanzar al virtual candidato del PRI, Enrique Peña Nieto.
Adicionalmente, Cordero enfrenta otro dilema. ¿Cómo romper el momentum de Josefina Vázquez Mota? La coordinadora de los diputados del PAN está construyendo la imagen pública de que es la contendiente azul con mejores posibilidades de enfrentar a Peña Nieto y a cualquier candidato de la izquierda. Tiene visibilidad, es mediática, se ha dedicado a recorrer el país y sus números en las preferencias electorales son promisorios. Santiago Creel, senador con licencia, aventaja también en preferencias a Cordero, casi dos a uno, y ha buscado posicionarse como el candidato no deseado por el presidente Felipe Calderón, que es lo que hizo exitosamente Calderón frente a él en la lucha por la candidatura panista, hace seis años.
El equipo de Creel quiere que se realicen mediciones electorales en agosto para achicar aún más el grupo de aspirantes dentro del PAN, y que se llegue a la campaña por la candidatura únicamente con dos competidores, que se puede entender como un antídoto al actual abanico de cinco suspirantes que dispersan el interés del electorado. Dentro del equipo de Cordero rechazan por completo esa posibilidad, sabedores de que si eso procediera, sólo Creel y Vázquez Mota, por su posicionamiento actual, sobrevivirían para la contienda interna.
Los panistas están inmersos en los juegos pirotécnicos que iluminan los cielos de la opinión política y pública, que impiden ver con claridad la realidad en la que se encuentran sus aspirantes hoy en día, y las posibilidades ciertas que tienen para enfrentar a los candidatos del PRI y la izquierda en las elecciones presidenciales del próximo año.
Encuestas internas del PAN confirman lo que se sabe abiertamente, que Vázquez Mota y Creel aventajan considerablemente al resto de los aspirantes a la candidatura. Vázquez Mota con un 23% de las preferencias, y Creel con poco más de 21%, superan ampliamente a Cordero, que tiene actualmente 10%, al gobernador de Jalisco, Emilio González, que alcanza un 8%, y al secretario de Educación, Alonso Lujambio que tiene 7%.
El problema para el partido en el poder es que cuando se cruzan los potenciales candidatos azules en simulacros con los candidatos de la oposición, ninguno supera el 19% de preferencia electoral. Para decirlo de otra forma, perderían la Presidencia ante el PRI y, peor aún, podrían irse a un tercer lugar si la izquierda saca un candidato de unidad. Ni Vázquez Mota ni Creel, los panistas más conocidos y reconocidos por el electorado hoy en día, serían competidores serios para Peña Nieto, de acuerdo con los estudios de opinión actuales, que no hay que olvidar jamás, son meras fotografías del momento y no deben servir para hacer pronósticos electorales.
El análisis técnico de los números le da oxígeno a Cordero y abre sus posibilidades dentro del PAN. No obstante, tiene que apurarse a entregar el presupuesto para que una vez cumplido ese trabajo, renuncie a la Secretaría de Hacienda y comience, como Creel -cuya solicitud de licencia le da autoridad moral a su competencia- una precampaña informal. Colaboradores cercanos de Cordero confían en que entregue el presupuesto a más tardar en la última semana de agosto, prácticamente junto con su renuncia al cargo, con lo cual le resuelve también al Presidente esa parte del proceso de selección de candidato.
Cumplida la encomienda presupuestal, Cordero tendrá que presentarse ante la sociedad política como un hombre diferente. Es decir, admiten sus propios cercanos, tiene que proyectar la imagen de una persona decidida a contender por la Presidencia, que puede comunicar con la gente, que apela a un electorado militante por un lado, e independiente por el otro, y que la suma de esas variables lo coloca como el panista con mejores posibilidades de ir por la Presidencia y mantener al PAN en el poder.
Hoy, Cordero se encuentra en la antítesis de esas variables, hacia adentro y hacia afuera. Por debajo de Creel y apabullado por el dinamismo de Vázquez Mota, donde romperle el momentum se ha convertido en un objetivo estratégico para impedir que ante la ausencia de Cordero de la arena electoral por la candidatura panista, pierda por default.
Su problema, como si no tuviera varios en la cartera, es que no saben sus asesores electorales cómo romper ese momentum si se mantiene en la Secretaría de Hacienda. O sea, cada día al frente de las finanzas nacionales, un paso atrás en sus aspiraciones presidenciales. Agosto es el mes clave para él. Lo toma, o lo dejan.
Durante cuatro semanas Ernesto Cordero estuvo callado. No como secretario de Hacienda, sino como aspirante a la candidatura presidencial. ¿Era posible que no tuviera la ambición para un cargo de tal investidura? “Para nada -dijo uno de sus principales estrategas de campaña-, está totalmente decidido a buscar la candidatura”. El silencio de Cordero tiene que ver, precisamente, con sus tiempos políticos. No se lanzará por la candidatura hasta que le entregue al Presidente el presupuesto.
Cordero tiene una carrera contra el tiempo. No por la entrega del presupuesto, que el Ejecutivo tiene que entregar por ley al Congreso el 8 de septiembre, sino por las presiones dentro del PAN para que se reduzca entre septiembre y agosto el número de aspirantes a la candidatura presidencial. Por estatuto, la campaña por la candidatura inicia en la segunda quincena de diciembre y se decide por voto a nivel nacional en febrero, pero los grupos que apoyan a candidatos fuera del abrigo de Los Pinos, quieren adelantar el proceso bajo la premisa cierta que si no tienen una figura lo antes posible, cada vez será más difícil alcanzar al virtual candidato del PRI, Enrique Peña Nieto.
Adicionalmente, Cordero enfrenta otro dilema. ¿Cómo romper el momentum de Josefina Vázquez Mota? La coordinadora de los diputados del PAN está construyendo la imagen pública de que es la contendiente azul con mejores posibilidades de enfrentar a Peña Nieto y a cualquier candidato de la izquierda. Tiene visibilidad, es mediática, se ha dedicado a recorrer el país y sus números en las preferencias electorales son promisorios. Santiago Creel, senador con licencia, aventaja también en preferencias a Cordero, casi dos a uno, y ha buscado posicionarse como el candidato no deseado por el presidente Felipe Calderón, que es lo que hizo exitosamente Calderón frente a él en la lucha por la candidatura panista, hace seis años.
El equipo de Creel quiere que se realicen mediciones electorales en agosto para achicar aún más el grupo de aspirantes dentro del PAN, y que se llegue a la campaña por la candidatura únicamente con dos competidores, que se puede entender como un antídoto al actual abanico de cinco suspirantes que dispersan el interés del electorado. Dentro del equipo de Cordero rechazan por completo esa posibilidad, sabedores de que si eso procediera, sólo Creel y Vázquez Mota, por su posicionamiento actual, sobrevivirían para la contienda interna.
Los panistas están inmersos en los juegos pirotécnicos que iluminan los cielos de la opinión política y pública, que impiden ver con claridad la realidad en la que se encuentran sus aspirantes hoy en día, y las posibilidades ciertas que tienen para enfrentar a los candidatos del PRI y la izquierda en las elecciones presidenciales del próximo año.
Encuestas internas del PAN confirman lo que se sabe abiertamente, que Vázquez Mota y Creel aventajan considerablemente al resto de los aspirantes a la candidatura. Vázquez Mota con un 23% de las preferencias, y Creel con poco más de 21%, superan ampliamente a Cordero, que tiene actualmente 10%, al gobernador de Jalisco, Emilio González, que alcanza un 8%, y al secretario de Educación, Alonso Lujambio que tiene 7%.
El problema para el partido en el poder es que cuando se cruzan los potenciales candidatos azules en simulacros con los candidatos de la oposición, ninguno supera el 19% de preferencia electoral. Para decirlo de otra forma, perderían la Presidencia ante el PRI y, peor aún, podrían irse a un tercer lugar si la izquierda saca un candidato de unidad. Ni Vázquez Mota ni Creel, los panistas más conocidos y reconocidos por el electorado hoy en día, serían competidores serios para Peña Nieto, de acuerdo con los estudios de opinión actuales, que no hay que olvidar jamás, son meras fotografías del momento y no deben servir para hacer pronósticos electorales.
El análisis técnico de los números le da oxígeno a Cordero y abre sus posibilidades dentro del PAN. No obstante, tiene que apurarse a entregar el presupuesto para que una vez cumplido ese trabajo, renuncie a la Secretaría de Hacienda y comience, como Creel -cuya solicitud de licencia le da autoridad moral a su competencia- una precampaña informal. Colaboradores cercanos de Cordero confían en que entregue el presupuesto a más tardar en la última semana de agosto, prácticamente junto con su renuncia al cargo, con lo cual le resuelve también al Presidente esa parte del proceso de selección de candidato.
Cumplida la encomienda presupuestal, Cordero tendrá que presentarse ante la sociedad política como un hombre diferente. Es decir, admiten sus propios cercanos, tiene que proyectar la imagen de una persona decidida a contender por la Presidencia, que puede comunicar con la gente, que apela a un electorado militante por un lado, e independiente por el otro, y que la suma de esas variables lo coloca como el panista con mejores posibilidades de ir por la Presidencia y mantener al PAN en el poder.
Hoy, Cordero se encuentra en la antítesis de esas variables, hacia adentro y hacia afuera. Por debajo de Creel y apabullado por el dinamismo de Vázquez Mota, donde romperle el momentum se ha convertido en un objetivo estratégico para impedir que ante la ausencia de Cordero de la arena electoral por la candidatura panista, pierda por default.
Su problema, como si no tuviera varios en la cartera, es que no saben sus asesores electorales cómo romper ese momentum si se mantiene en la Secretaría de Hacienda. O sea, cada día al frente de las finanzas nacionales, un paso atrás en sus aspiraciones presidenciales. Agosto es el mes clave para él. Lo toma, o lo dejan.
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