Chamaquearon a Sicilia

Itinerario Político / Ricardo Alemán

Desde la aparición pública de Javier Sicilia, de su pérdida de padre, a lo largo de sus caminatas y de las muestras de dolor que convocó entre decenas de agraviados; durante su encuentro con Felipe Calderón y luego con representantes del Congreso, lo “política y socialmente correcto”, ha sido aplaudir al poeta, su causa y la justeza de su movimiento.

Muchos, casi todos, reconocen el esfuerzo de Javier Sicilia por la reconciliación. Muchos, casi todos, se solidarizan con su causa y aplauden su movimiento. Muchos, casi todos, concluyen que se trata de un hombre bueno, profundamente religioso, besucón, abrazador y apapachador. Y por eso concluyen que le ha dado un rostro nuevo a esa otra lucha contra la violencia y el crimen; la reconciliación.

Y en efecto, tienen razón todos los que gustan de lo “política, social y periodísticamente correcto”. Javier Sicilia es un hombre bueno, cuyo carisma ha cambiado las formas del trato entre sociedad e instituciones. Y claro, ese cambio no es menor. Sin embargo, también es cierto que el poeta suele cometer excesos, dislates; suele decir barbaridades, su discurso suele estar plagado de buenas intenciones pero malas referencias y, de tanto en tanto, habla de cosas que poco o nada conoce.

Y, lo peor del caso, es que en esa suerte de hambre mexicana por crear mitos fantásticos, nuevos líderes, figuras paternas y dioses infalibles, no queremos ver que la crisis política y social; la violencia, la inseguridad y la pequeñez de la clase política no se resolverán sólo con hombres buenos, a besos y abrazos, con oraciones al Creador, y menos con el sacrificio de modernos seguidores de Gandhi.

¿Qué tiene de malo que Javier Sicilia ponga el acento en las candidaturas independientes de la reforma electoral, antes que en los cambios, por ejemplo, del sistema judicial? ¿Qué tiene de malo que Sicilia diga que los legisladores se han alejado de la gente, han secuestrado las aspiraciones democráticas de la gente, y que si no hay reforma electoral, la de 2012 será la elección de la ignominia?

Pues tiene mucho de malo. ¿Por qué? Porque el mensaje que manda el poeta es que más que un cambio de régimen, de sistema político, de leyes y de políticos, quiere una puerta para que su grupo se meta al reparto del poder. En otras palabras, Sicilia critica al Congreso, pero quiere que se abran las puertas a las candidaturas ciudadanas para que algunos de los suyos se metan a la casa que critica. Más grave aún, Sicilia cree que si existen las candidaturas independientes, el poder regresará al pueblo.

¿Qué tiene de malo que Sicilia diga que acudieron al Congreso, para que los legisladores rindan cuentas ante la Nación? ¿Qué tiene de malo que al salir haya dicho que se ha rescatado el Congreso para el pueblo? Pues tiene mucho de malo, porque el señor Sicilia y su grupo se asumen como la conciencia de la nación; la nación misma. Porque sin que nadie les haya dado esa facultad, se dicen representantes del pueblo, poseedores de la verdad del pueblo. Y peor, que su movimiento ya tiene claros signos de mesianismo. Me avisan si les hacen daño, les dice a los representantes de los migrantes.

¿Qué tiene de malo que Javier Sicilia intente echar abajo la Ley de Seguridad Nacional que aprobó el Senado, que intente imponer su propia convicción legal para combatir al crimen y que llegue al extremo de sostener que la paz se consigue no con violencia, sino sembrando paz?

Pues tiene mucho de malo, porque las bandas criminales no serán combatidas con rosas y claveles, con meditación e invitaciones a que los malos criminales sean buenos ciudadanos; porque en los hechos Sicilia niega al Estado mismo, y uno de sus pilares fundamentales; el monopolio de la fuerza y la violencia, para hacer valer las reglas del Estado mismo. Los criminales, los sicarios, los matarifes, no entienden de hombres buenos, de llamados de paz y golpes de pecho. El crimen retrocederá sólo con la fuerza del Estado.

Pero lo más grave y doloroso es que todo indica que veremos una nueva burla a las víctimas de la tragedia. En efecto, todos vieron a diputados y senadores aceptar una larga lista de compromisos; todos vieron la severa crítica, el insulto y el regaño propinados por Sicilia y sus seguidores. Pero nadie vio la fecha para llevar a cabo los acuerdos. Y no habrá horario y menos fecha en el calendario, porque el tiempo que se vive es electoral. A los partidos sólo les importa la lucha por el poder. Al final, de nueva cuenta habrán chamaqueado a Sicilia. Al tiempo.

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