CARLOS ACOSTA CÓRDOVA / APRO
Los mercados bursátiles del mundo entero quedaron sin aliento este lunes. La degradación de la calificación de la deuda estadunidense, a la que se sumó un virtual rescate de Italia y España –el Banco Central Europeo comprará masivamente bonos de ambos países–, propició el anunciado desplome de las principales bolsas de valores.
La incertidumbre y volatilidad generada por ambos factores se tradujo en México en una caída estrepitosa del principal indicador bursátil: el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) perdió 1,982.09 puntos, equivalentes a una baja de 5.88%, la peor en casi tres años, desde octubre de 2008, cuando la bolsa cayó 7.1%.
Como es habitual, la Bolsa Mexicana de Valores siguió el ritmo de las estadunidenses, que también padecieron los estragos de la anunciada baja en la calificación de la deuda de ese país. El índice industrial Dow Jones perdió 5.54% de su valor de mercado y el índice tecnológico Nasdaq cayó 6.89%.
Horas antes, Asia y Europa habían acusado recibo del recorte de la nota de solvencia de Estados Unidos asestado por Standard & Poor´s (S&P) desde el viernes 5, además (en el caso europeo) de la persistente inestabilidad de la región por la crisis fiscal de varias de sus más importantes economías.
Así, como si fueran una sola, las bolsas cayeron: Francfort, 5%; Londres, 4.6%; París, 3.39%; Madrid, 2.44%, y Milán, 2.35%.
Antes, las asiáticas daban muestra del nerviosismo –aunque sin mucho estrépito– que inundaría después a los mercados financieros. Tokio cayó 2.18% y Pekín 2.17%.
En América Latina, en cambio, cundió el pánico. Verdaderos desplomes, mayores aún que el mexicano: Buenos Aires, -10.73%; Sao Paulo, -8.08%; Lima, 7%, y Santiago, 6.92%.
En México, además, al nerviosismo se sumó la especulación en los mercados cambiarios, a grado tal que el peso sufrió su mayor caída en el año: perdió en la jornada 15 centavos frente al dólar al menudeo. El tipo de cambio cerró a la venta en un rango de entre 12.30 y 12.40 pesos por dólar, similar al pico alcanzado el 10 de enero de este año, de 12.39 pesos por dólar.
Desde el viernes, conocida la decisión de S&P de recortar la calificación crediticia a EU, se anticipaba el nerviosismo y la volatilidad de los mercados, pero no al grado de las estrepitosas bajas de algunas plazas bursátiles.
Pero no era para menos. S&P fue particularmente severo en sus apreciaciones sobre el rumbo económico de Estados Unidos. “La baja de la calificación refleja nuestra opinión de que el plan de consolidación fiscal recientemente acordado entre el Congreso y el Poder Ejecutivo en Estados Unidos no es suficiente para estabilizar la dinámica de la deuda soberana a mediano plazo”, decía la calificadora en su anuncio del viernes.
También: “En un sentido más amplio, la baja de la calificación refleja nuestra opinión de que ha habido un debilitamiento en la efectividad, la estabilidad y la previsibilidad de las instituciones políticas y de la formulación de políticas en Estados Unidos en un entorno de desafíos fiscales y económicos. En nuestra opinión, este debilitamiento ha sido mayor al que preveíamos cuando asignamos una perspectiva negativa a la calificación el 18 de abril de 2011”.
No dejaba S&P margen para el optimismo: “Desde entonces, ha cambiado nuestra visión acerca de las dificultades que tienen los partidos políticos para zanjar sus diferencias sobre la política fiscal, lo que nos lleva a ser más pesimistas respecto a la capacidad del Congreso y el Poder Ejecutivo de hacer avanzar el acuerdo alcanzado esta semana hacia un plan de consolidación fiscal más amplio que estabilice, en un futuro previsible, la dinámica de deuda del gobierno.
En conclusión: “La perspectiva de la calificación de largo plazo es negativa”. Y peor aun: “Podríamos bajar dicha calificación a ‘AA’ en los próximos dos años si observamos que una reducción de gastos menor a la acordada, mayores tasas de interés o nuevas presiones fiscales durante el periodo, se traducen en una trayectoria de mayor deuda del gobierno general respecto de la que actualmente asumimos en nuestro escenario base”.
Así las cosas, ni la decisión de las otras dos calificadoras, Moody’s y Fitch, de mantener en triple A (AAA) la calificación de la deuda estadunidense, ni el discurso del presidente Barack Obama –“siempre seremos un país de tripe A”; “nuestra economía es la más fuerte del mundo”– lograron tranquilizar a los mercados.
Y la zozobra, que en adelante se aderezará con la especulación, hace previsible más turbulencia financiera en el mundo.
Los mercados bursátiles del mundo entero quedaron sin aliento este lunes. La degradación de la calificación de la deuda estadunidense, a la que se sumó un virtual rescate de Italia y España –el Banco Central Europeo comprará masivamente bonos de ambos países–, propició el anunciado desplome de las principales bolsas de valores.
La incertidumbre y volatilidad generada por ambos factores se tradujo en México en una caída estrepitosa del principal indicador bursátil: el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) perdió 1,982.09 puntos, equivalentes a una baja de 5.88%, la peor en casi tres años, desde octubre de 2008, cuando la bolsa cayó 7.1%.
Como es habitual, la Bolsa Mexicana de Valores siguió el ritmo de las estadunidenses, que también padecieron los estragos de la anunciada baja en la calificación de la deuda de ese país. El índice industrial Dow Jones perdió 5.54% de su valor de mercado y el índice tecnológico Nasdaq cayó 6.89%.
Horas antes, Asia y Europa habían acusado recibo del recorte de la nota de solvencia de Estados Unidos asestado por Standard & Poor´s (S&P) desde el viernes 5, además (en el caso europeo) de la persistente inestabilidad de la región por la crisis fiscal de varias de sus más importantes economías.
Así, como si fueran una sola, las bolsas cayeron: Francfort, 5%; Londres, 4.6%; París, 3.39%; Madrid, 2.44%, y Milán, 2.35%.
Antes, las asiáticas daban muestra del nerviosismo –aunque sin mucho estrépito– que inundaría después a los mercados financieros. Tokio cayó 2.18% y Pekín 2.17%.
En América Latina, en cambio, cundió el pánico. Verdaderos desplomes, mayores aún que el mexicano: Buenos Aires, -10.73%; Sao Paulo, -8.08%; Lima, 7%, y Santiago, 6.92%.
En México, además, al nerviosismo se sumó la especulación en los mercados cambiarios, a grado tal que el peso sufrió su mayor caída en el año: perdió en la jornada 15 centavos frente al dólar al menudeo. El tipo de cambio cerró a la venta en un rango de entre 12.30 y 12.40 pesos por dólar, similar al pico alcanzado el 10 de enero de este año, de 12.39 pesos por dólar.
Desde el viernes, conocida la decisión de S&P de recortar la calificación crediticia a EU, se anticipaba el nerviosismo y la volatilidad de los mercados, pero no al grado de las estrepitosas bajas de algunas plazas bursátiles.
Pero no era para menos. S&P fue particularmente severo en sus apreciaciones sobre el rumbo económico de Estados Unidos. “La baja de la calificación refleja nuestra opinión de que el plan de consolidación fiscal recientemente acordado entre el Congreso y el Poder Ejecutivo en Estados Unidos no es suficiente para estabilizar la dinámica de la deuda soberana a mediano plazo”, decía la calificadora en su anuncio del viernes.
También: “En un sentido más amplio, la baja de la calificación refleja nuestra opinión de que ha habido un debilitamiento en la efectividad, la estabilidad y la previsibilidad de las instituciones políticas y de la formulación de políticas en Estados Unidos en un entorno de desafíos fiscales y económicos. En nuestra opinión, este debilitamiento ha sido mayor al que preveíamos cuando asignamos una perspectiva negativa a la calificación el 18 de abril de 2011”.
No dejaba S&P margen para el optimismo: “Desde entonces, ha cambiado nuestra visión acerca de las dificultades que tienen los partidos políticos para zanjar sus diferencias sobre la política fiscal, lo que nos lleva a ser más pesimistas respecto a la capacidad del Congreso y el Poder Ejecutivo de hacer avanzar el acuerdo alcanzado esta semana hacia un plan de consolidación fiscal más amplio que estabilice, en un futuro previsible, la dinámica de deuda del gobierno.
En conclusión: “La perspectiva de la calificación de largo plazo es negativa”. Y peor aun: “Podríamos bajar dicha calificación a ‘AA’ en los próximos dos años si observamos que una reducción de gastos menor a la acordada, mayores tasas de interés o nuevas presiones fiscales durante el periodo, se traducen en una trayectoria de mayor deuda del gobierno general respecto de la que actualmente asumimos en nuestro escenario base”.
Así las cosas, ni la decisión de las otras dos calificadoras, Moody’s y Fitch, de mantener en triple A (AAA) la calificación de la deuda estadunidense, ni el discurso del presidente Barack Obama –“siempre seremos un país de tripe A”; “nuestra economía es la más fuerte del mundo”– lograron tranquilizar a los mercados.
Y la zozobra, que en adelante se aderezará con la especulación, hace previsible más turbulencia financiera en el mundo.
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