Buscan cariño, no respeto

Francisco Rodríguez / Índice Político

Caminó y se contoneó por la pasarela, cual si para la ocasión lo hubiese entrenado Naomi Campbell. Se despojó del saco, como lo hacen en los Fashion Fest los modelos de Giorgio Armani. Sus escenógrafos lo bañaron con papelillos dorados que caían desde la tramoya. Todo quedó en un show, en el que se diluyeron sus palabras, además sepultadas precisamente bajo el oropel.

Fue el espectacular “destape” de las ambiciones chilangas del “chucho” Carlos Navarrete, justo el mismo día en el que otro “chucho”, Marcelo Ebrard, aparecía –otra vez, ¿la tercera?, ¿la cuarta?– en la portada de una de las llamadas “revistas del corazón” con su nueva pareja sentimental. Otro show. Otro espectáculo similar al que, por ejemplo, tienen ya años protagonizando el todavía gobernador del Estado de México Enrique Peña y su esposa, actriz de Televisa, quien ahora anuncia que persigue a la cigüeña…

Ya se ha dicho: Cada vez más, la política se ha transformado en un ramplón espectáculo de entretenimiento. Una suerte de “¡Sube Pelayo, sube!” o “Reina por un Día”, con los que nuestros huehuenches politicastros buscan ser queridos, admirados… pero no respetados.

Acuden con frecuencia a hacer galletitas en programas de TV matutinos, por ejemplo. Pocas veces a otros espacios donde se discuten los problemas de la ciudadanía.

Cada vez más son actores. Y por ello hablan de escenarios.

Y no, ya no perturba que un actor o un deportista lleguen a la arena política. Sí, en cambio, que se utilicen todos los códigos del espectáculo, basados en la ficción y la ilusión, para concitar sentimientos de amor y adhesión, nunca de identificación en la búsqueda conjunta de soluciones.

Con una ciudadanía desinteresada y a la que se ofende en su capacidad de discernimiento por aquellos que se arrogan su tutela pues nos consideran menores de edad, las elecciones que debieran ser la gran oportunidad para que una sociedad se mire a sí misma y decida hacia dónde quiere ir, se han convertido en una gran disputa publicitaria, en la que los “creativos” de la propaganda son más importantes que los candidatos y las mentiras de las encuestas se utilizan sólo con fines propagandísticos.

El aparecer sustituye el ofrecer y la espectacularización de la política hacen de los debates una disputa más parecida a las del cuadrilátero del boxeo, sin que los televidentes sepan que el compromiso no es con la calidad de la discusión sino con esa presión del “minuto a minuto”, ese “rating” de la televisión que en un punto termina equiparándose con las encuestas con las que busca legitimarse la política.

Todas esas técnicas del mercadeo han ido diseñando perfiles de candidatos, a los que se pide simpatía antes que honestidad, que sepan comunicar antes que sean buenos gobernantes.

El “chucho” Navarrete resultó aplaudido y debió sentirse simpatiquérrimo y muy querido tras su evento del lunes en el Polyforum Siqueiros. El otro “chucho”, Ebrard, debe sentirse también muy querido, cuando menos en los salones de belleza y peluquería de Polanco, Lomas, San Ángel y el Pedregal.

Pero, ¿y el respeto? ¿El que se deben a sí mismos, para empezar?

La política en clave de telenovela –como ironiza el colombiano Omar Rincón– tiene como protagonistas a funcionarios y candidatos que buscan ser queridos antes que ser buenos gobernantes

La calidad de la ciudadanía está íntimamente unida a la calidad de la información pública. Personas reducidas a electores nunca pueden ser ciudadanos. Si las elecciones deben ser libres, cuanto más deben ser libres las opiniones, pues son las que determinan la libertad de elección.

Una opinión pública amedrentada a la que se le imponen las ideas, es antagónica a las elecciones libres. Como dice el teórico de la democracia, Giovanni Sartori, “un pueblo soberano que no tiene nada qué decir de sí mismo, un pueblo que no tiene opiniones propias cuenta menos que el dos de copas”.

Y hoy por hoy, la información que nuestra sociedad recibe queda sólo en cuántas novias lleva… en el “quién con quién”… en el porqué se despojó del saco y se contoneó a través de la pasarela… en si se casan o no se casan… en si el bebé nace antes o ya cuando estén viviendo en Los Pinos…

Códigos del espectáculo, pues, donde lo más importante es la ilusión y sobre todo la ficción, ¿no cree usted?

Índice Flamígero: Tras su paseo por la pasarela del Siqueiros, hay quienes se preguntan si el senador Navarrete ¿no sería un buen candidato a ocupar la vacante dejada por la regiomontana a la que Televisa descalificó para representarla en el Miss Mundo 2011? Dicen que, mínimo, “no canta mal las rancheras”… Y a propósito de aspirantes al gobierno del DF, José Luis Luege –quien se anota por el PAN– despidió a su comunicadora social por discrepancias en la orientación de anuncios. Él los quería para su promoción pre-pre-electoral. Ella se negó. Ya fue contratada por Alonso Lujambio para que se haga cargo de la TV ¿Educativa? Seguro para armar otro show.

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