Fausto Pretelín
…y Messi en el medio tiempo.
¿Alguien de ustedes conoce al innovador sistema de Punto X 3, siempre y cuando se metan más de 2 goles, que se implementa en el torneo mega anunciado World Football Challenge? (Incentivos para multiplicar audiencia.)
Al torneo se le puede llamar Primer Torneo Ecléctico Global (PTEG) pues lo mismo juega el Real Madrid que el América de Coapa; la Juventus que las Chivas.
Se habla de que lo recaudado en taquilla por la venta de boletos del partido entre Barcelona y Manchester United del pasado sábado fue de diez millones de dólares.
81,807 espectadores en el estadio FedEx de Landover (Meryland, EU) se reunieron para intentar atestiguar la final de la Champions. El resultado fue desastroso. Un partido mediocre realizado por jugadores de los segundos, terceros o hasta cuartos equipos catalán e inglés, se encargaron de desdibujar el modelo de espectáculo del pasado 28 de mayo durante la verdadera final de la Champions. Por contrato, cada equipo se compromete a llevar al 80% del cuadro titular. Lo que no hacen (no se compromete) los entrenadores es alinearlos. Durante el partido, algunos de los titulares, posiblemente, se van compras y otros realizan calentamientos en el perímetro aledaño a la banca. Por ejemplo, Xavi y Pujol, en bermudas, tuvieron la máxima de las disposiciones para posar frente a los lentes de las cámaras fotográficas. Nada más. A Piqué, por su parte, se le pudo ver con iPod a los oídos escuchando, tal vez, el nuevo disco de Shakira. Messi, al haber jugado la copa América le otorgaron unos días extras de vacaciones, mismos que ocupó para realizar campaña de lealtad de clientes con Telcel en la hermosa cancha del estadio Azul y a su nueva contratación chilena lo mandaron a realizar campañas de mercadotecnia en su tierra natal. Quienes sí se “tragaron” la leyenda procedente del mainstream “Champions: Barcelona-Manchester” fueron los 81,807 espectadores que pagaron boleto. Entre hotdogs, cervezas y ausencia de espectáculo, los asistentes tuvieron que aletargar, vía comentarios, las dos o tres jugadas “emocionantes” (velocidad de los jugadores rebasó la mediocre media) que sucedieron durante el partido.
Estados Unidos resetea partidos de futbol de primer nivel en cascaritas a precio de Mundial. Los mexicanos que viven en Estados Unidos se convierten en una atractiva rebanada de pastel para efecto de mercadotecnia. Lo sabemos, las camisetas son vehículos étnico-emocionales. De la camiseta de las Chivas transmuta los sentimientos de los compatriotas que se van a Estados Unidos a rehacer su vida.
Interesante el fenómeno del futbol en Estados Unidos. Se trata del único espectáculo importado. En su industria convertida en mainstream el futbol es la excepción y, como tal, sus argumentos de importación son inverosímiles o grotescos pues vender un partido entre el cuarto equipo del Manchester en contra del cuarto equipo del Barcelona se requiere un poquito de gracia y otra cosita.
…y Messi en el medio tiempo.
¿Alguien de ustedes conoce al innovador sistema de Punto X 3, siempre y cuando se metan más de 2 goles, que se implementa en el torneo mega anunciado World Football Challenge? (Incentivos para multiplicar audiencia.)
Al torneo se le puede llamar Primer Torneo Ecléctico Global (PTEG) pues lo mismo juega el Real Madrid que el América de Coapa; la Juventus que las Chivas.
Se habla de que lo recaudado en taquilla por la venta de boletos del partido entre Barcelona y Manchester United del pasado sábado fue de diez millones de dólares.
81,807 espectadores en el estadio FedEx de Landover (Meryland, EU) se reunieron para intentar atestiguar la final de la Champions. El resultado fue desastroso. Un partido mediocre realizado por jugadores de los segundos, terceros o hasta cuartos equipos catalán e inglés, se encargaron de desdibujar el modelo de espectáculo del pasado 28 de mayo durante la verdadera final de la Champions. Por contrato, cada equipo se compromete a llevar al 80% del cuadro titular. Lo que no hacen (no se compromete) los entrenadores es alinearlos. Durante el partido, algunos de los titulares, posiblemente, se van compras y otros realizan calentamientos en el perímetro aledaño a la banca. Por ejemplo, Xavi y Pujol, en bermudas, tuvieron la máxima de las disposiciones para posar frente a los lentes de las cámaras fotográficas. Nada más. A Piqué, por su parte, se le pudo ver con iPod a los oídos escuchando, tal vez, el nuevo disco de Shakira. Messi, al haber jugado la copa América le otorgaron unos días extras de vacaciones, mismos que ocupó para realizar campaña de lealtad de clientes con Telcel en la hermosa cancha del estadio Azul y a su nueva contratación chilena lo mandaron a realizar campañas de mercadotecnia en su tierra natal. Quienes sí se “tragaron” la leyenda procedente del mainstream “Champions: Barcelona-Manchester” fueron los 81,807 espectadores que pagaron boleto. Entre hotdogs, cervezas y ausencia de espectáculo, los asistentes tuvieron que aletargar, vía comentarios, las dos o tres jugadas “emocionantes” (velocidad de los jugadores rebasó la mediocre media) que sucedieron durante el partido.
Estados Unidos resetea partidos de futbol de primer nivel en cascaritas a precio de Mundial. Los mexicanos que viven en Estados Unidos se convierten en una atractiva rebanada de pastel para efecto de mercadotecnia. Lo sabemos, las camisetas son vehículos étnico-emocionales. De la camiseta de las Chivas transmuta los sentimientos de los compatriotas que se van a Estados Unidos a rehacer su vida.
Interesante el fenómeno del futbol en Estados Unidos. Se trata del único espectáculo importado. En su industria convertida en mainstream el futbol es la excepción y, como tal, sus argumentos de importación son inverosímiles o grotescos pues vender un partido entre el cuarto equipo del Manchester en contra del cuarto equipo del Barcelona se requiere un poquito de gracia y otra cosita.
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