Aguantar vara

Jorge Diaz

Me queda muy claro que el haber decidido hacer públicas mis opiniones sobre lo que nos afecta diariamente a los mexicanos, lo que forzosamente pasa por las decisiones de políticos, partidos, candidatos y gobernantes, me expondría a críticas severas por parte de quien genuinamente no esté de acuerdo o se sienta aludido y que; por lo tanto, yo estaría obligado a aguantar vara y lo he hecho, pero de eso a que me digan “pendejo” sólo porque critico al personaje de su predilección, hay una gran diferencia.

Tristemente veo cómo los mexicanos somos tan proclives a estar en bandos, casi todos ellos por convicción, casi ninguno de ellos nos reditúa alguna ganancia. Seguir al equipo de futbol local sólo porque sí, invariablemente nos lleva a la desilusión -las probabilidades lo confirman- de no verlos en la final. En las empresas, se hacen bandos de empleados que le hacen la vida imposible al otro bando y al final, todos se dan cuenta tarde o temprano que para la empresa son exactamente lo mismo: un recurso desechable. Defender hasta la locura tal o cual político o partido, no soluciona -la experiencia lo confirma- los graves problemas y el retraso en el que está el país.

Pero el único bando que no se ha creado aún en nuestra sociedad, es el del ciudadano. Debo aclarar que hay organizaciones muy respetables, preocupadas en este asunto; pero la ciudadanía, toda, no tiene el interés o no le ve la conveniencia de formar parte de una fuerza, que sin duda, lo podría casi todo. Por el contrario, prefieren seguir ilusamente y creer ciegamente en cualquier político que hable bien, ofrezca dádivas o fotografíe rechulo en las cámaras.

Entonces llegan los malentendidos, toda crítica vertida al político o gobernante de la predilección del lector, es visto como un agravio imperdonable por parte de quien; si hiciera un acto de sinceridad consigo mismo, no tendría motivos suficientes para defender al criticado, hablando de su persona o en lo general, hablando de lo que supuestamente esos que se rasgan las vestiduras están preocupados: el bien de todos los mexicanos.

Justifican sus ofensas reconviniendo a quien escribe, que debe presentar propuestas y alejarse de las críticas destructivas, que yo sepa, no me he lanzado como candidato. Las propuestas (promesas de campaña), son parte de la labor de convencimiento de los aspirantes a un cargo público (el que sea), que al llegar a ser gobernantes, por obligación democrática necesariamente tienen que cumplir con ellas, o bien, de cara al ciudadano -incluidos quienes no votaron por ellos, puesto que así funciona la democracia- tienen que rendir cuentas al por menor sobre lo que prometieron versus lo que han logrado; y asimismo, presentar propuestas a la ciudadanía para corregir el rumbo. En cualquier empresa te exigen resultados y evalúan estrictamente tu desempeño. En caso de no llegar a los objetivos, te dan la oportunidad de replantear tu estrategia y al cabo de un tiempo considerable, volverás forzosamente a ser sujeto de escrutinio en caso de no cumplir con tus compromisos ¿en dónde está el pecado?

Regresando al consejo de los ofendidos, el intentar proponer algo a las autoridades plantea las siguientes interrogantes, entre otras: ¿a donde haremos llegar nuestras propuestas? ¿A los legisladores que no perdonan su periodo vacacional con cargo al erario y que regatean al máximo, un periodo extraordinario para discutir las reformas pendientes que son vitales? ¿A un presidente intransigente que ha demostrado un millón de veces que no escuchará otras voces más que la suya? ¿A AMLO que vive en una esfera de cristal? ¿A Santiago Creel que sólo toma en cuenta la opinión de Fox? ¿A Peña Nieto que seguramente está en una sesión fotográfica o en una cámara de bronceado?

El establecer un régimen de consecuencias y la exigencia de la rendición de cuentas por parte de quien ostenta un cargo público, también es una obligación ciudadana y el argumento de no criticar y sólo proponer tiene sus asegunes. No criticar es aceptar todo lo que nos den, lo que sea y eso no es justo para nadie. La crítica es una forma de decirles que no se mandan solos, que si les entregamos la gerencia del país o parte de él, tendrán por fuerza que rendirnos cuentas.

Para que quede claro, le digo a todos los ofendidos del color que sea que: No soy intelectual del régimen ni ideólogo de partido alguno, lo que han leído y leerán en esta columna, siempre estará relacionado con la autentica (acertada o no), preocupación por los problemas nacionales. Eso es lo único que encontrarán en esta columna, si quieren escuchar alabanzas a sus políticos predilectos, pasen a otra ventanilla.

Comentarios