Marco A. Flota / Grillotina
Se peinaba igual, tenía la apostura y la misma mirada de castigador que Rodolfo Valentino, pero su desaparición no causó el mismo impacto lacrimógeno en el sexo femenino. Y entre los varones no hubo dolor, quizá a alguno hasta le dio gusto, aunque lo ocultó muy bien.
Nunca tuvo la gracia natural de Pedro Infante, pero a veces sí la arrogancia antipática de Jorge Negrete. Vestía con la elegancia de Carlos Gardel, aunque aspiraba más bien a la popularidad arrolladora de James Dean.
Eh. un momento: parecería que estamos escribiendo el epitafio de una de esas estrellas del espectáculo que, según la tradición, mueren jóvenes. Pero en realidad, nos estamos refiriendo a don Alonso Lujambio, cuyo impactante anuncio del lunes pasado habrá significado, si acaso, su eventual muerte política.
Y es que Lujambio anunció, dramáticamente, la declinación de sus aspiraciones a la candidatura presidencial del PAN. Lo que demostraría que el presidente Calderón ahora sí va con todo para sacar adelante a su preferido, nueva especie zoológica, pues viene siendo delfín y Cordero al mismo tiempo.
Si él la tomó, fue una decisión bastante ruda de don Felipe. A menos que se haya tratado de una jugada maestra. Es decir, impuesta por la Maistra Gordillo, a quien no simpatiza mucho el titular de la SEP.
Pero, decíamos también, la de Lujambio puede ser eventualmente muerte política.
Ya que hay indicios de que quiere emular a otro secretario de Educación. No a don José Vasconcelos ni a don Jaime Torres Bodet (¡Lagarto, lagarto!) Hay indicios de que el ya ex precandidato presidencial aspira a ser, como Mario Delgado, secretario de Educación capitalino, candidato a jefe de Gobierno del DF.
Pero el hecho concreto es que Alonso Lujambio, por más ganas que le echó, giras que realizó y besos que repartió, ha abandonado la carrera presidencial. Y suponemos, adoptó la decisión solo y ante su conciencia, como Ramón Aguirre lo hizo, según declaró, al anunciar que no asumiría la gubernatura de Guanajuato, que supuestamente le había ganado a Vicente Fox.
La conciencia de Ramón Aguirre, se dijo, entonces, se llamaba Carlos Salinas. Así que podemos suponer cómo fue el diálogo de Lujambio con su conciencia, llamada Felipe.
CONCIENCIA: -¿Qué opinas de Cordero?
LUJAMBIO: Me gusta mucho, conciencia mía.
CONCIENCIA: ¿Para la Presidencia?
LUJAMBIO: No, al horno y con patatas fritas.
CONCIENCIA: ¿Dijiste
patatas?
LUJAMBIO: Perdón, es que mis ancestros son españoles, fue un lapsus.
CONCIENCIA: ¿Y no crees que ya se te venció el lapsus para declinar tu precandidatura?
LUJAMBIO: -¿Es una orden, conciencia mía?
CONCIENCIA: No, es una subgerencia.
LUJAMBIO: -Ah, sí es una sugerencia.
CONCIENCIA: No, dije una subgerencia. Es todo lo que te puedo ofrecer de aquí al fin del sexenio si no declinas a tiempo. Claro que no hay problema si quieres seguir en la secretaría hasta diciembre del 2012.
LUJAMBIO: ¿Puedo consultarlo con la almohada?
CONCIENCIA: Desde luego, le pediré al Estado Mayor que te presten una almohada para que consultes con ella. ¿Te bastan cinco
minutos?
LUJAMBIO: Eh. ¿Y cuál sería mi futuro si no declino?
CONCIENCIA: Si no declinas, de Kleenex. Todo el Gabinete es desechable.
Lujambio, pues, declinó. O, mejor dicho, se inclinó.
¡RRIINNGG!
-Bueno, Secretaría de Salud.
-¿Cuándo renuncia el doctor Arturo de Córdoba?
-¡Es el doctor José Ángel Córdova!
-Ah, perdón, yo creí que era Arturo de Córdoba, porque dicen que no tiene la menor importancia.
EPIGRILLO
Si liberaron a Greg y exoneran a Hank Rhon, hay que decir, con razón, “¡La Procu ya ni la frieg!”.
Se peinaba igual, tenía la apostura y la misma mirada de castigador que Rodolfo Valentino, pero su desaparición no causó el mismo impacto lacrimógeno en el sexo femenino. Y entre los varones no hubo dolor, quizá a alguno hasta le dio gusto, aunque lo ocultó muy bien.
Nunca tuvo la gracia natural de Pedro Infante, pero a veces sí la arrogancia antipática de Jorge Negrete. Vestía con la elegancia de Carlos Gardel, aunque aspiraba más bien a la popularidad arrolladora de James Dean.
Eh. un momento: parecería que estamos escribiendo el epitafio de una de esas estrellas del espectáculo que, según la tradición, mueren jóvenes. Pero en realidad, nos estamos refiriendo a don Alonso Lujambio, cuyo impactante anuncio del lunes pasado habrá significado, si acaso, su eventual muerte política.
Y es que Lujambio anunció, dramáticamente, la declinación de sus aspiraciones a la candidatura presidencial del PAN. Lo que demostraría que el presidente Calderón ahora sí va con todo para sacar adelante a su preferido, nueva especie zoológica, pues viene siendo delfín y Cordero al mismo tiempo.
Si él la tomó, fue una decisión bastante ruda de don Felipe. A menos que se haya tratado de una jugada maestra. Es decir, impuesta por la Maistra Gordillo, a quien no simpatiza mucho el titular de la SEP.
Pero, decíamos también, la de Lujambio puede ser eventualmente muerte política.
Ya que hay indicios de que quiere emular a otro secretario de Educación. No a don José Vasconcelos ni a don Jaime Torres Bodet (¡Lagarto, lagarto!) Hay indicios de que el ya ex precandidato presidencial aspira a ser, como Mario Delgado, secretario de Educación capitalino, candidato a jefe de Gobierno del DF.
Pero el hecho concreto es que Alonso Lujambio, por más ganas que le echó, giras que realizó y besos que repartió, ha abandonado la carrera presidencial. Y suponemos, adoptó la decisión solo y ante su conciencia, como Ramón Aguirre lo hizo, según declaró, al anunciar que no asumiría la gubernatura de Guanajuato, que supuestamente le había ganado a Vicente Fox.
La conciencia de Ramón Aguirre, se dijo, entonces, se llamaba Carlos Salinas. Así que podemos suponer cómo fue el diálogo de Lujambio con su conciencia, llamada Felipe.
CONCIENCIA: -¿Qué opinas de Cordero?
LUJAMBIO: Me gusta mucho, conciencia mía.
CONCIENCIA: ¿Para la Presidencia?
LUJAMBIO: No, al horno y con patatas fritas.
CONCIENCIA: ¿Dijiste
patatas?
LUJAMBIO: Perdón, es que mis ancestros son españoles, fue un lapsus.
CONCIENCIA: ¿Y no crees que ya se te venció el lapsus para declinar tu precandidatura?
LUJAMBIO: -¿Es una orden, conciencia mía?
CONCIENCIA: No, es una subgerencia.
LUJAMBIO: -Ah, sí es una sugerencia.
CONCIENCIA: No, dije una subgerencia. Es todo lo que te puedo ofrecer de aquí al fin del sexenio si no declinas a tiempo. Claro que no hay problema si quieres seguir en la secretaría hasta diciembre del 2012.
LUJAMBIO: ¿Puedo consultarlo con la almohada?
CONCIENCIA: Desde luego, le pediré al Estado Mayor que te presten una almohada para que consultes con ella. ¿Te bastan cinco
minutos?
LUJAMBIO: Eh. ¿Y cuál sería mi futuro si no declino?
CONCIENCIA: Si no declinas, de Kleenex. Todo el Gabinete es desechable.
Lujambio, pues, declinó. O, mejor dicho, se inclinó.
¡RRIINNGG!
-Bueno, Secretaría de Salud.
-¿Cuándo renuncia el doctor Arturo de Córdoba?
-¡Es el doctor José Ángel Córdova!
-Ah, perdón, yo creí que era Arturo de Córdoba, porque dicen que no tiene la menor importancia.
EPIGRILLO
Si liberaron a Greg y exoneran a Hank Rhon, hay que decir, con razón, “¡La Procu ya ni la frieg!”.
Comentarios