36 mil millones

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Algo debe poder comprarse, adquirirse, aliviar o corromper con 36 mil millones de pesos. No es una cantidad deleznable, para nada; gustosos la dilapidaron quienes en el transcurso de once años recibieron parte de esa cantidad, programada presupuestalmente, producida por el trabajo y ahorro de los mexicanos, pero destinada a los distintos partidos políticos que en sus documentos básicos, proyectos y programas ofrecen, para los habitantes de este saqueado país, el paraíso en la tierra, el Primer Mundo, la vida con dignidad, pero ¿qué nos dieron?

Curiosamente los años estudiados comprende la actividad del PAN en el poder, incluido el espejismo de la alternancia como umbral de la transición, pero es también el periodo de una enorme, trágica frustración, porque la sociedad se da cuenta que, en materia de democracia, le ha salido más caro el caldo que las albóndigas.

Insípido por cierto, tan acedo que hubo de surgir el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad para sacudir la anomia a los mexicanos, alertarlos contra el peligro de la restauración, así como para recordar a quienes apuestan por el regreso de un presidencialismo hoy inexistente, que el Congreso no está al servicio de cualquiera de los otros dos Poderes, tampoco al de las Fuerzas Armadas, sino al de la sociedad que coloca a sus representantes en las cámaras por medio del voto, por lo que escuchar las observaciones de Javier Sicilia es prestar oído a los reclamos de una buena parte de la sociedad.

Esa misma sociedad que debiera poder cuantificar cuánta democracia puede adquirirse con 36 mil millones de pesos, sin considerar el gasto de los órganos electorales y la <> que en imagen política realiza la Presidencia de la República. Si se sacan las cuentas, podrá constatarse que hay razones para la frustración, el desengaño ante el mito del compromiso cumplido, porque detrás de esa tarea realizada está el mandato constitucional, por lo que cumplir no es un obsequio a los gobernados, sino una obligación de quien quiso mandar, precisamente para servir.

La pregunta no es retórica, ¿cuánta democracia pudieron haber construido los partidos, con 36 mil millones de pesos en 11 años? Hagamos correctamente las cuentas, porque la alternancia sin transición ha costado mucho, muchísimo dinero de la riqueza producida por los mexicanos, que a cambio han recibido fosas clandestinas, 40 mil muertes violentas, una guerra sin cuartel y sin fin, inseguridad, desempleo, educación deficiente, cohabitación bilateral con Estados Unidos en seguridad nacional -la de ellos, por supuesto-; la lista podría alargarse.

Por información emitida por la Cámara de Diputados, los mexicanos vienen a enterarse que en los últimos 11 años, 16 partidos políticos en México se repartieron 36 mil 63.81 millones de pesos, de los cuales sólo siete mantuvieron su registro. De los órganos de gobierno para dar democracia a México, el Instituto Federal Electoral (IFE), el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), recibieron 117 mil 464.1 millones de pesos durante ese tiempo.

En esos 11 años, el PAN fue estimulado con 9 mil 675 millones de pesos durante la gestión de dos presidentes de la República; el PRI fue premiado con 9 mil 967 millones de pesos; al PRD le correspondieron 5 mil 658 millones de pesos, y al PVEM sólo le tocaron 3 mil 070 millones de pesos.

Informaron también que en El financiamiento público federal para los partidos políticos nacionales de México: presupuesto aprobado e impacto de la reforma al artículo 41 constitucional, 2000-2011, se precisa que de esa cifra, 28 mil 185.95 millones de pesos han sido para actividades ordinarias; 6 mil 815.49 millones de pesos se canalizaron a tareas extraordinarias y 887.15 millones de pesos en actividades específicas.

Sumar lo que por ley y con conocimiento de la sociedad se ha invertido en democracia, puede causar mareo a cualquiera, sobre todo si se comparan los resultados con el enorme dispendio; gasto que sólo ha conducido a transitar del presidencialismo a la partidocracia, para colocar a la nación en un limbo político y administrativo, al que únicamente parece estar permitido meter la mano a los poderes fácticos, que imponen agenda y establecen prioridades para el ejercicio presupuestal.

Una vez sumado lo que los partidos y los órganos electorales han <> en democracia, útil sería que en vísperas de las próximas elecciones presidenciales explicaran a la sociedad en qué y cómo procedieron a gastar esa cuantiosa fortuna, que en términos reales hubiese resuelto muchos problemas educativos -sin considerar el gasto innecesario de la estela de luz y el financiamiento a Elba Esther Gordillo-, de empleo y de salud, pero que a cambio nos dieron una alternancia cuya producción en muertes y problemas sobrepasó cualesquiera de las trapacerías priistas.

Por el monto de ese enorme gasto en democracia, la transición debió iniciarse hace 11 años, construyendo las reformas de manera escalonada, con la idea de transformar a México en cuatro lustros, pero se determinó que en lugar de trabajar por esta nación, el esfuerzo se haría para servir los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos. Eso es todo lo que los mexicanos obtendrán por su dinero.

Advierte mi Demonio de Sócrates: En ello hay una responsabilidad terrible. Pues se trata de rehacer el alma de un país; y constituye una tentación tan fuerte hacerlo a golpe de mentiras o de verdades parciales, que es necesario algo más que heroísmo para consagrarse a la verdad; puede sentirse satisfecho Felipe Calderón Hinojosa, como apuntó el 5 de agosto último Francisco Martín Moreno, en Excélsior.

Que no se equivoquen los especuladores políticos al pensar que sólo se enfrentarían a medio Presidente de la República porque me restan 15 meses para concluir mi mandato constitucional: que no se equivoquen. México ha demostrado siempre la fortaleza de su musculatura y la reciedumbre de su tejido social. Nada ni nadie ha logrado destruirlo ni lo lograrán los poderosos agentes del narco. Nada ha detenido a nuestro México. Nunca dejaremos de sorprendernos de este maravilloso país, en el que un movimiento armado no duraría más allá de diez minutos. Que nadie se confunda: los mexicanos no tienen en este momento medio Presidente de la República.

Es cierto, tenerlo nos ha costado mucho dinero, pero sobre todo y más importante, muchas vidas.

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