Javier Arcadia Galaviz / Cuestión de Debate
Esa era la idea, que aparte de ganarles, tendría que ser mediante una verdadera paliza, es decir, con un amplio margen, para mostrarlos ante el electorado nacional como partidos similares a los minoritarios, venidos a menos, poco competitivos, de dimensión reducida y de tan sólo un alcance focalizado en determinadas regiones del país.
Además de que con ello se tendría que reforzar la percepción de que ante el fracaso del gobierno panista a nivel federal y la permanente confrontación interna de una izquierda irreconciliable y auto exhibida como inmadura, el PRI sería visto por la sociedad como la única opción viable de gobierno rumbo al 2012, sin importar que innegablemente también se le conciba como el partido más intolerante, autoritario, corrupto y mañoso de todos los tiempos.
Sí, en el Estado de México así estaba escrito en el libreto político del PRI, que se tenía que insistir, no una vez, sino mil veces o las que fueran necesarias, para generar una corriente de opinión que permeara en la ciudadanía de que este partido está de regreso para reconquistar la presidencia de la República, que estará en juego el año entrante.
Esta estrategia fue bien planeada desde hace seis años, cuando Enrique Peña Nieto asumió la gubernatura del Edomex, misma que en la prueba de su primera etapa no podía fallar, en virtud de que todo estaba milimétricamente calculado para que el PRI en esta entidad no nada mas ganara la elección para gobernador, sino que la proyección era de que se alzara con un estruendoso triunfo, que en los hechos alcanzó el 61% de la votación el domingo pasado, cuyo contundencia de tales resultados electorales acreditarían la especie tantas veces repetida de que el PRI está de regreso por el camino que conduce hacía los pinos, y de pasada habría de poner contra el suelo, de una manera humillante al PRD y al PAN, que tan sólo lograron en esta entidad mexiquense el 21% y 12% de la votación, respectivamente, con lo que se evidenciaría de que su condición actual es la de partidos debilitados, no atractivos para la ciudadanía.
Con la consecuencia adicional de que implicaba que para estos dos partidos por lo raquítico de sus resultados se quedarían sin posibilidad alguna de que tan siquiera intentaran oponerse o patalear jurídicamente contra la amplia diferencia que el PRI les sacó en la cuantificación final de los sufragios. De esta forma, de nuevo y para que se asimile, se haría sentir y se subrayaría que para el 2012 no hay otro partido más que el PRI.
Pero, ¿cuál fue en sí la estrategia utilizada por el PRI para ganar de forma tan arrolladora en Edomex.? Simple, en primer lugar el PRI desde un principio apostó por un sólo candidato, Enrique Peña Nieto, para el 2012, con el fin de mantener concentrada en un mismo objetivo toda la fuerza política de este partido, pese a la simulación de que en esto se encuentra también incluido el Senador Manlio Fabio Beltrones, dizque en competencia interna por la candidatura presidencial. Es claro que en los hechos el PRI al decidir única y anticipadamente por Peña Nieto, hizo a un lado todo aquello que significaran métodos libres y democráticos, y en cambio mantuvo la cerrazón férrea y, como en el pasado, restableció el vigoroso dedazo, impositivo, autoritario y excluyente.
En segundo lugar, como estrategia utilizada para ganar el domingo pasado la gubernatura del Edoméx, fue que sí hace seis años decidieron impulsar como único candidato a la presidencia a Enrique Peña Nieto, lógico resultaba que tenían que cuidar con todo esmero la joya de la corona, que era el Estado de México, entidad gobernada por él, por lo que se dieron a la tarea de proyectar, desde el primer día, su imagen a través de los medios de comunicación y mediante un sistema de repetición favorable de encuestas hasta lograr inflarlo, es decir, ponerlo por las nubes aparentemente muy fortalecido, como mejor gobernante y con altísima preferencia electoral arriba del 70%. Estrategia equivalente al viejo y trillado método utilizado por la coca cola, consistente en repetir indefinidamente el “tome coca cola”, “tome coca cola”, hasta lograr que la gente por si sola acabe convencida consumiendo este producto, aunque resulte dañino para la salud. Y en el otro caso se acabe convencida a tanto repetir la misma cantaleta de que el PRI estará de regresará con Peña Nieto a la cabeza, pese a que pudiera ser lo más dañino que le llegase a suceder a la nación.
Como tercer paso de esta estrategia, una vez que a través de encuestas lograron posicionar muy bien a Enrique Peña Nieto, en altas preferencias electorales, enseguida se tenía que crear toda una ingeniería electoral que garantizara la obtención real de una votación que fuera acorde con lo que artificiosamente se había proyectado mediante tales encuestas. Es decir, si se sostuvo a lo largo de seis años que Peña Nieto tenía una aceptación del alrededor del 70%, pues la votación del PRI y de Eruviel Ávila tenía que ser cercana a ese porcentaje, para confirmar que este partido estará de regreso para el 2012 con Peña Nieto como su candidato.
Meta que el domingo pasado los priistas lograron al obtener un 61% de los votos depositados en las urnas a favor de Eruviel, aunque para ello implementaron toda una estrategia de coacción y compra de votos, principalmente, como un aplastante derroche de recursos económicos invertidos en publicidad, y la movilización de todo un ejercito pagado de promotores del voto.
Con esto cumplieron con su primera etapa, que era conseguir los votos establecidos en encuestas irreales. Pero también el PRI sabe que cada elección es distinta, que las circunstancias que la rodean y que en ella influyen, nunca son iguales. Por eso que los escenarios y los factores influyentes serán diferentes para el 2012. Lo veremos.
Pálida tinta: El burro hablando de orejas, esto se dice por las declaraciones de Guadalupe Acosta Naranjo, a raíz de los resultados electorales en Nayarit y en el Estado de México. Sucede que señaló como culpable del fracaso electoral a Andrés Manuel López Obrador, de quien dijo que por negarse a ir en alianza con el PAN Encinas perdió con 41 puntos porcentuales, cuando a él en Nayarit el PRI le sacó de ventaja el 35 por ciento de la votación, y dónde, incluso él tenía toda la libertad de hacer su alianza de facto para respaldar a la candidata panista, pero su mezquindad no se lo permitió.
Esa era la idea, que aparte de ganarles, tendría que ser mediante una verdadera paliza, es decir, con un amplio margen, para mostrarlos ante el electorado nacional como partidos similares a los minoritarios, venidos a menos, poco competitivos, de dimensión reducida y de tan sólo un alcance focalizado en determinadas regiones del país.
Además de que con ello se tendría que reforzar la percepción de que ante el fracaso del gobierno panista a nivel federal y la permanente confrontación interna de una izquierda irreconciliable y auto exhibida como inmadura, el PRI sería visto por la sociedad como la única opción viable de gobierno rumbo al 2012, sin importar que innegablemente también se le conciba como el partido más intolerante, autoritario, corrupto y mañoso de todos los tiempos.
Sí, en el Estado de México así estaba escrito en el libreto político del PRI, que se tenía que insistir, no una vez, sino mil veces o las que fueran necesarias, para generar una corriente de opinión que permeara en la ciudadanía de que este partido está de regreso para reconquistar la presidencia de la República, que estará en juego el año entrante.
Esta estrategia fue bien planeada desde hace seis años, cuando Enrique Peña Nieto asumió la gubernatura del Edomex, misma que en la prueba de su primera etapa no podía fallar, en virtud de que todo estaba milimétricamente calculado para que el PRI en esta entidad no nada mas ganara la elección para gobernador, sino que la proyección era de que se alzara con un estruendoso triunfo, que en los hechos alcanzó el 61% de la votación el domingo pasado, cuyo contundencia de tales resultados electorales acreditarían la especie tantas veces repetida de que el PRI está de regreso por el camino que conduce hacía los pinos, y de pasada habría de poner contra el suelo, de una manera humillante al PRD y al PAN, que tan sólo lograron en esta entidad mexiquense el 21% y 12% de la votación, respectivamente, con lo que se evidenciaría de que su condición actual es la de partidos debilitados, no atractivos para la ciudadanía.
Con la consecuencia adicional de que implicaba que para estos dos partidos por lo raquítico de sus resultados se quedarían sin posibilidad alguna de que tan siquiera intentaran oponerse o patalear jurídicamente contra la amplia diferencia que el PRI les sacó en la cuantificación final de los sufragios. De esta forma, de nuevo y para que se asimile, se haría sentir y se subrayaría que para el 2012 no hay otro partido más que el PRI.
Pero, ¿cuál fue en sí la estrategia utilizada por el PRI para ganar de forma tan arrolladora en Edomex.? Simple, en primer lugar el PRI desde un principio apostó por un sólo candidato, Enrique Peña Nieto, para el 2012, con el fin de mantener concentrada en un mismo objetivo toda la fuerza política de este partido, pese a la simulación de que en esto se encuentra también incluido el Senador Manlio Fabio Beltrones, dizque en competencia interna por la candidatura presidencial. Es claro que en los hechos el PRI al decidir única y anticipadamente por Peña Nieto, hizo a un lado todo aquello que significaran métodos libres y democráticos, y en cambio mantuvo la cerrazón férrea y, como en el pasado, restableció el vigoroso dedazo, impositivo, autoritario y excluyente.
En segundo lugar, como estrategia utilizada para ganar el domingo pasado la gubernatura del Edoméx, fue que sí hace seis años decidieron impulsar como único candidato a la presidencia a Enrique Peña Nieto, lógico resultaba que tenían que cuidar con todo esmero la joya de la corona, que era el Estado de México, entidad gobernada por él, por lo que se dieron a la tarea de proyectar, desde el primer día, su imagen a través de los medios de comunicación y mediante un sistema de repetición favorable de encuestas hasta lograr inflarlo, es decir, ponerlo por las nubes aparentemente muy fortalecido, como mejor gobernante y con altísima preferencia electoral arriba del 70%. Estrategia equivalente al viejo y trillado método utilizado por la coca cola, consistente en repetir indefinidamente el “tome coca cola”, “tome coca cola”, hasta lograr que la gente por si sola acabe convencida consumiendo este producto, aunque resulte dañino para la salud. Y en el otro caso se acabe convencida a tanto repetir la misma cantaleta de que el PRI estará de regresará con Peña Nieto a la cabeza, pese a que pudiera ser lo más dañino que le llegase a suceder a la nación.
Como tercer paso de esta estrategia, una vez que a través de encuestas lograron posicionar muy bien a Enrique Peña Nieto, en altas preferencias electorales, enseguida se tenía que crear toda una ingeniería electoral que garantizara la obtención real de una votación que fuera acorde con lo que artificiosamente se había proyectado mediante tales encuestas. Es decir, si se sostuvo a lo largo de seis años que Peña Nieto tenía una aceptación del alrededor del 70%, pues la votación del PRI y de Eruviel Ávila tenía que ser cercana a ese porcentaje, para confirmar que este partido estará de regreso para el 2012 con Peña Nieto como su candidato.
Meta que el domingo pasado los priistas lograron al obtener un 61% de los votos depositados en las urnas a favor de Eruviel, aunque para ello implementaron toda una estrategia de coacción y compra de votos, principalmente, como un aplastante derroche de recursos económicos invertidos en publicidad, y la movilización de todo un ejercito pagado de promotores del voto.
Con esto cumplieron con su primera etapa, que era conseguir los votos establecidos en encuestas irreales. Pero también el PRI sabe que cada elección es distinta, que las circunstancias que la rodean y que en ella influyen, nunca son iguales. Por eso que los escenarios y los factores influyentes serán diferentes para el 2012. Lo veremos.
Pálida tinta: El burro hablando de orejas, esto se dice por las declaraciones de Guadalupe Acosta Naranjo, a raíz de los resultados electorales en Nayarit y en el Estado de México. Sucede que señaló como culpable del fracaso electoral a Andrés Manuel López Obrador, de quien dijo que por negarse a ir en alianza con el PAN Encinas perdió con 41 puntos porcentuales, cuando a él en Nayarit el PRI le sacó de ventaja el 35 por ciento de la votación, y dónde, incluso él tenía toda la libertad de hacer su alianza de facto para respaldar a la candidata panista, pero su mezquindad no se lo permitió.
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