Jorge Fernández Menéndez
Diez días fuera del país no cambiaron el panorama político nacional, pero han dejado cada vez más en claro que el periodo entre estas vacaciones y noviembre, cuando se comiencen a explicitar mucho más las candidaturas, será difícil de sobrellevar para los partidos, pero sobre todo para quienes aspiren a candidaturas presidenciales. El desafío son las tensiones de los distintos grupos y las líneas contradictorias que todas las fuerzas políticas presentan.
El caso del PRD debería ser el más delicado. Las declaraciones (y acciones) del propio López Obrador, la reconfiguración de Convergencia en un movimiento ad hoc para la candidatura del propio López, la decisión del PT de llevarlo desde ya como su candidato y el hecho de que René Bejarano se haya convertido en el virtual coordinador de campaña del tabasqueño, sin olvidar que su esposa Dolores Padierna, es la secretaria general del partido, demuestran que no habrá acuerdo interno en el PRD, salvo que ese acuerdo implique la propia candidatura de AMLO. Si a eso sumamos que todo está mostrando que en Michoacán las cosas están cada vez peor, con toda lógica visto su gobierno, para Leonel Godoy, que crece en las encuestas Luisa María Calderón, que el propio Godoy está coqueteando más con el candidato del PRI que con el del PRD, un Silvano Aureoles que no es de su gusto, las cosas se ponen peor para un perredismo que se queda cada vez con menos que ofrecer para el 2012.
Pero las cosas van más allá: mientras Marcelo Ebrard, lo mejor que puede ofrecer el PRD, se topa nuevamente, como era de esperar, con el rechazo a que encabece una alianza con el PAN para el 2012, está observando, según se anuncia, que su principal respaldo que es Nueva Izquierda podría también resquebrajarse. Quizás es una simple casualidad pero el que no se haya aprobado la actuación presupuestal durante su gestión al frente del partido fue de la mano con el anuncio de que Jesús Ortega lanzará una “iniciativa” política propia en un futuro muy cercano, aparentemente ligada a una candidatura independiente. Y mientras tanto, el grupo de René Arce, ya separado del partido, crece en su actividad, aparentemente muy aceitada ya su alianza con Peña Nieto, en un movimiento que podría apuntar hacia la posibilidad de arrebatarle al perredismo el DF en el 2012. El PRD con todo este escenario, si no toma definiciones ya, se podrá encaminar hacia un desastre. ¿La salida? Dejar las cartas claras, dividir las aguas y comenzar a construir de cara al futuro la centroizquierda que el país requiere y que todavía no tiene.
En el PAN, comenzó a decantarse la lista de presidenciables. El primero fue Javier Lozano, que debe ser una figura central en el equipo futuro de quien vaya a quedar en la candidatura panista. También resignó esa posibilidad Heriberto Félix y nadie se explica que sigue haciendo allí Emilio González Márquez (aunque se dice que es una forma de negociar que uno de los suyos se el candidato en Jalisco). Josefina Vázquez Mota sigue creciendo, dentro y fuera del panismo, consolidándose hoy como indudable puntera en el proceso interno, y mientras el calderonismo no termine de definir sus opciones, con un Alonso Lujambio que aparece públicamente cada vez más que Ernesto Cordero, en una confrontación que todo aparenta que continuará hasta el final, Santiago Creel se distancia de Fox para buscar acercarse a Calderón.
En el PRI, el llamado de Humberto Moreira a la unidad y la declaración de Manlio Fabio Beltrones en contra de las cargadas muestran una situación interna que puede ser más compleja que la que dicen algunas declaraciones. El PRI de Peña Nieto y Moreira tiene que llenar el periodo hasta el 15 de septiembre, cuando deje la gubernatura mexiquense Enrique en manos de Eruviel Ávila, y lo tiene que hacer, como lo demostró la reunión del consejo nacional, sin provocar esas cargadas que van en su contra. Podrían recurrir a las reformas y al extraordinario al que se habían comprometido pero aparentemente las disidencias internas sobre los temas a tratar, sobre todo de reforma política, les impiden avanzar en los mismos, quizás con la única excepción de la ley de seguridad nacional que reclaman cada vez con más insistencia y razón los cuadros militares. El que un día se haya reunido Humberto Moreira con el presidente Calderón para llegar a una agenda de acuerdos y que al día siguiente se divulgue un documento con frases infamantes contra el propio Presidente confirma algo que está allí desde hace tiempo: mientras hay dirigentes como el propio Moreira, Peña Nieto o Beltrones que quieren llevar una relación tersa con el Ejecutivo federal (porque saben que nada ganan con una confrontación dura), hay otros que para consolidar sus posiciones dentro del partido quieren estirar la cuerda hasta romperla.
Diez días fuera del país no cambiaron el panorama político nacional, pero han dejado cada vez más en claro que el periodo entre estas vacaciones y noviembre, cuando se comiencen a explicitar mucho más las candidaturas, será difícil de sobrellevar para los partidos, pero sobre todo para quienes aspiren a candidaturas presidenciales. El desafío son las tensiones de los distintos grupos y las líneas contradictorias que todas las fuerzas políticas presentan.
El caso del PRD debería ser el más delicado. Las declaraciones (y acciones) del propio López Obrador, la reconfiguración de Convergencia en un movimiento ad hoc para la candidatura del propio López, la decisión del PT de llevarlo desde ya como su candidato y el hecho de que René Bejarano se haya convertido en el virtual coordinador de campaña del tabasqueño, sin olvidar que su esposa Dolores Padierna, es la secretaria general del partido, demuestran que no habrá acuerdo interno en el PRD, salvo que ese acuerdo implique la propia candidatura de AMLO. Si a eso sumamos que todo está mostrando que en Michoacán las cosas están cada vez peor, con toda lógica visto su gobierno, para Leonel Godoy, que crece en las encuestas Luisa María Calderón, que el propio Godoy está coqueteando más con el candidato del PRI que con el del PRD, un Silvano Aureoles que no es de su gusto, las cosas se ponen peor para un perredismo que se queda cada vez con menos que ofrecer para el 2012.
Pero las cosas van más allá: mientras Marcelo Ebrard, lo mejor que puede ofrecer el PRD, se topa nuevamente, como era de esperar, con el rechazo a que encabece una alianza con el PAN para el 2012, está observando, según se anuncia, que su principal respaldo que es Nueva Izquierda podría también resquebrajarse. Quizás es una simple casualidad pero el que no se haya aprobado la actuación presupuestal durante su gestión al frente del partido fue de la mano con el anuncio de que Jesús Ortega lanzará una “iniciativa” política propia en un futuro muy cercano, aparentemente ligada a una candidatura independiente. Y mientras tanto, el grupo de René Arce, ya separado del partido, crece en su actividad, aparentemente muy aceitada ya su alianza con Peña Nieto, en un movimiento que podría apuntar hacia la posibilidad de arrebatarle al perredismo el DF en el 2012. El PRD con todo este escenario, si no toma definiciones ya, se podrá encaminar hacia un desastre. ¿La salida? Dejar las cartas claras, dividir las aguas y comenzar a construir de cara al futuro la centroizquierda que el país requiere y que todavía no tiene.
En el PAN, comenzó a decantarse la lista de presidenciables. El primero fue Javier Lozano, que debe ser una figura central en el equipo futuro de quien vaya a quedar en la candidatura panista. También resignó esa posibilidad Heriberto Félix y nadie se explica que sigue haciendo allí Emilio González Márquez (aunque se dice que es una forma de negociar que uno de los suyos se el candidato en Jalisco). Josefina Vázquez Mota sigue creciendo, dentro y fuera del panismo, consolidándose hoy como indudable puntera en el proceso interno, y mientras el calderonismo no termine de definir sus opciones, con un Alonso Lujambio que aparece públicamente cada vez más que Ernesto Cordero, en una confrontación que todo aparenta que continuará hasta el final, Santiago Creel se distancia de Fox para buscar acercarse a Calderón.
En el PRI, el llamado de Humberto Moreira a la unidad y la declaración de Manlio Fabio Beltrones en contra de las cargadas muestran una situación interna que puede ser más compleja que la que dicen algunas declaraciones. El PRI de Peña Nieto y Moreira tiene que llenar el periodo hasta el 15 de septiembre, cuando deje la gubernatura mexiquense Enrique en manos de Eruviel Ávila, y lo tiene que hacer, como lo demostró la reunión del consejo nacional, sin provocar esas cargadas que van en su contra. Podrían recurrir a las reformas y al extraordinario al que se habían comprometido pero aparentemente las disidencias internas sobre los temas a tratar, sobre todo de reforma política, les impiden avanzar en los mismos, quizás con la única excepción de la ley de seguridad nacional que reclaman cada vez con más insistencia y razón los cuadros militares. El que un día se haya reunido Humberto Moreira con el presidente Calderón para llegar a una agenda de acuerdos y que al día siguiente se divulgue un documento con frases infamantes contra el propio Presidente confirma algo que está allí desde hace tiempo: mientras hay dirigentes como el propio Moreira, Peña Nieto o Beltrones que quieren llevar una relación tersa con el Ejecutivo federal (porque saben que nada ganan con una confrontación dura), hay otros que para consolidar sus posiciones dentro del partido quieren estirar la cuerda hasta romperla.
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