Monterrey, en camino a convertirse en la nueva Ciudad Juárez

AP

La ciudad norteña de Monterrey hasta poco fue un símbolo del desarrollo y la prosperidad. Ahora pareciera estar en camino a reemplazar a Ciudad Juárez como un foco de la violencia.

De seguir su ritmo actual en 2011, los homicidios relacionados con el crimen organizado en la ciudad industrial duplicarían los registrados en el 2010 y triplicarían la cifra del 2009.

En semanas recientes, un adolescente, torturado y gritando, fue colgado vivo de un puente, y dos guardaespaldas del gobernador fueron descuartizados y arrojados con mensajes amenazantes al mandatario estatal.

La semana pasada, hombres armados mataron a 20 personas en un bar donde se encontraron bolsitas plásticas de drogas, la matanza más grande hasta el momento en la área metropolitana de 4 millones de personas. Las masacres continuaron esta semana: 14 personas fueron asesinadas en distintos ataques el miércoles, seguidas de ocho más el jueves.

Las autoridades dicen que dos cárteles, que prácticamente de un día para el otro trajeron el caos a la ciudad más rica de México tras romper su alianza a principios de 2010, están tratando de vencerse el uno al otro con demostraciones grotescas de violencia.

Funcionarios de seguridad reconocen que no saben hasta qué punto podría empeorar la situación.

“Mientras existan consumidores, mientras exista una masa crítica de jóvenes que son reclutados por estas bandas, difícilmente podemos pensar que el número (de muertos) baje,” dijo Jorge Domene, vocero de seguridad del estado de Nuevo León, donde está localizado Monterrey.

El resultado ha sido un colapso del orden social provocado por una ola de muertes que raramente se ve fuera de las ciudades fronterizas como Ciudad Juárez, Tijuana y Nuevo Laredo, los puntos principales de trasiego de drogas a Estados Unidos.

La Ciudad de México y Guadalajara, las dos ciudades más grandes el país, han tenido mucho menos tiroteos y violencia relacionada con el narcotráfico desde que el presidente Felipe Calderón emprendió una ofensiva contra el crimen organizado en 2006.

El Cartel del Golfo anteriormente controlaba Monterrey, la tercera ciudad más grande de México, que era conocida como un lugar tranquilo y seguro donde los narcotraficantes escondían a sus familias entre ejecutivos empresariales.

Ahora, una pelea feroz entre el Golfo y los Zetas ha cobrado la vida de más de mil personas en el estado de Nuevo León, un incremento respecto de las 828 registradas en 2010 y las 267 en 2009. La gran mayoría de los 4.6 millones de habitantes del estado viven en el área metropolitana de Monterrey.

La inscripción estudiantil en el Instituto Tecnológico de Monterrey ha bajado en un 4%, según reportes de la prensa local, aunque personas que trabajan en la universidad dicen que la cifra se aproxima a un 10%.

La cámara de industria de la ciudad, donde el ingreso per cápita anual duplica el promedio nacional, no quiso hablar con The Associated Press en torno al impacto de la violencia sobre el sector privado. Algunos ejecutivos aseguran que se han visto obligados a gastar más en seguridad.

Gilberto Marcos, dueño de una fábrica de camisas y miembro de un consejo ciudadano de seguridad, dice que la extorsión es un problema grave, aunque pocos casos son denunciados formalmente.

En los vecindarios más ricos de la zona metropolitana, los restaurantes aún se llenan y la gente todavía corre por los parques y saca sus perros a pasear de noche. En los barrios más pobres, hombres armados han asaltado a cuadras enteras y varios jóvenes han sido secuestrados en las calles.

El incremento más reciente de la violencia se da en momentos que el Cartel del Golfo intenta recuperar territorio controlado por los Zetas, un grupo fundado por ex militares de elite y que hasta el 2010 fue el brazo armado del Golfo.

“El cartel (del Golfo) ha estado invadiendo un territorio que en teoría ellos no tenían y esto ha desatado una guerra”, explicó Domene.

El Cartel del Golfo y los Zetas se dividieron por el asesinato de un miembro de los Zetas en la ciudad de Reynosa, fronteriza con McAllen, Texas, en enero de 2010. Desde entonces, su batalla para destruirse el uno al otro ha creado una zona de guerra en el noreste de México, a pesar que el gobierno ha enviado miles de soldados y policías a la región desde noviembre en una operación especial para frenar la violencia.

Monterrey aún no es Ciudad Juárez, una urbe con más zonas económicamente deprimidas y que ahora es considerada una de las más peligrosas del mundo tras registrarse 3 mil homicidios el año pasado. En esa ciudad fronteriza, la extorsión, los homicidios y la quema de empresas locales han provocado una fuga de habitantes a la vecina ciudad de El Paso en Texas.

Sin embargo, Monterrey ha recibido mayor atención en la medida que los homicidios en Juárez comienzan a disminuir.

Los grupos delictivos han colgado cadáveres de puentes en territorios disputados por todo México. Pero en Monterrey, colgaron el cuerpo golpeado de una mujer media desnuda en diciembre, y dos jóvenes fueron colgados vivos de un puente antes de ser asesinados a disparos en medio de las horas pico de tránsito. Uno de ellos sobrevivió.

La Hermana ConsueloMorales, directora del grupo Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, dice que unas 70 familias le han pedido ayuda para buscar a hijos secuestrados en las calles o en sus hogares.

Una pareja, que prefirió mantenerse en el anonimato por temor a represalias, dijo que su hijo, un estudiante universitario de lingüística de 18 años, fue secuestrado por una decena de hombres armados que entraron a su casa una noche en enero.

Su mejor esperanza es que su hijo haya sido obligado a trabajar por un cartel.

“Uno tiene la esperanza de que lo tengan empacando droga o dinero”, dijo su padre, un taxista que dejo su empleo para dedicarse a buscar a su hijo.

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