Carmen Aristegui
La impudicia con la que la lideresa del sindicato magisterial narró, esta semana, los acuerdos políticos y negociaciones previas y posteriores a la contienda electoral del 2006 con Felipe Calderón, es de tal calado que vale la pena preguntarse sobre los motivos de la profesora para lanzar al aire sus afirmaciones, precisamente, en un momento como el que se vive.
Recta final del sexenio, inminencia del próximo proceso federal y elecciones en puerta en la entidad gobernada por el puntero de las encuestas. En lo inmediato, las declaraciones cayeron como balde de agua fría en Los Pinos, porque arruinan a Calderón lo que ha querido ser presentado como la semana triunfal del gobernante, después de su encuentro en Chapultepec con las víctimas de la violencia y Javier Sicilia. Decenas de tweets, desde su cuenta, largas entrevistas en algunos medios y declaraciones donde se muestra más siciliano que Sicilia, siempre y cuando no se cuestione la estrategia gubernamental. Todo eso perdió impulso por las declaraciones de Gordillo. ¿A honras de qué, la profesora sale hoy a decir, con un lustro de atraso, lo que –aunque ya era sabido– revive enconos, exhibe las culpas y deja muy mal parados a sus antiguos aliados? ¿A qué viene ahora que esta protagonista hable sobre sus negociaciones con el actual Mandatario durante la traumática elección presidencial?
El pago por la actuación político-electoral para favorecer al candidato panista, incluso con la intervención –por instancia de Gordillo– de gobiernos de los estados, es ampliamente conocido. Por alguna razón Gordillo quiso contar algo de lo que dejó huella en un proceso electoral intervenido. Sabido es que el dramático .56 de diferencia en el resultado oficial se convirtió en moneda de cambio para la lideresa sindical. Lo importante es que ahora ella lo cuenta. La llegada de Miguel Ángel Yunes al ISSSTE, de Roberto Campa al Sistema Nacional de Seguridad Pública, de Francisco Yáñez, primero, y de Benjamín González Roaro, después, a la Lotería Nacional, además de su yerno, Fernando González, a la Subsecretaría de Educación Básica de la SEP son la parte visible del pago por los servicios y favores recibidos durante la contienda presidencial.
Son los nombres más identificados de la lista de personas que –como tantas otras en los gobiernos locales– forman parte de lo que comúnmente se conoce como “la gente de Elba Esther”. La maquinaria político-electoral en la que está convertido el sindicato de maestros ha redituado a su dirigencia un enorme poder, canonjías y múltiples espacios de poder. La decisión de Gordillo de convocar a una conferencia de prensa, inusual por su duración y por los temas abordados, en un hotel de Polanco en la Ciudad de México, habla de una intención debidamente planeada y calculada para decir algo y para dejar un mensaje a algún destinatario no identificado.
¿A qué vienen estas declaraciones? ¿Acaso sabe algo y quiere vacunarse de alguna actuación judicial en su contra, promovida desde el propio gobierno, una vez que su alianza político-electoral ha terminado con la actual administración y sus huestes y aparato se enfilan para impulsar la candidatura presidencial de Peña Nieto y el PRI? Después del affaire Jorge Hank Rhon –adversario de Gordillo– sería notable que se intentara desde el poder federal otra suerte de “quiñazo” tardío.
Pudo convocar a esa rueda de prensa para recordar a los adelantados en las contiendas que ella siempre está dispuesta a negociar. No olvidar que lo que se disputa es algo más que el sillón presidencial y que, en su experiencia, se puede llegar a convenios de todo tipo con candidatos y partidos de todo el espectro nacional. Señaló que con todos se lleva muy bien “salvo con López Obrador”. Ha dicho que “aún no adopta una decisión acerca de a cuál candidato apoyará, porque hay mucha confusión. Todos andamos en una confusión adelantando tiempos, y los tiempos cuando se adelantan ocasionan abortos”. Aunque la maquinaria está lista, parecía anticipar.
Gordillo pudo adelantarse también a las obligadas críticas por el cambio de dirigencia en su Partido Nueva Alianza. Orgullo de su nepotismo, Mónica Arriola se apresta a llegar a la dirigencia nacional. También dejó claro su disgusto por la sucesión de Yunes en el ISSSTE, a favor de Jesús Villalobos, en la que ya nada tuvo que ver, dijo. Exigió una auditoría por presuntos malos manejos. De 50 mil millones de pesos se está hablando. Nada más. Se espera la respuesta.
La impudicia con la que la lideresa del sindicato magisterial narró, esta semana, los acuerdos políticos y negociaciones previas y posteriores a la contienda electoral del 2006 con Felipe Calderón, es de tal calado que vale la pena preguntarse sobre los motivos de la profesora para lanzar al aire sus afirmaciones, precisamente, en un momento como el que se vive.
Recta final del sexenio, inminencia del próximo proceso federal y elecciones en puerta en la entidad gobernada por el puntero de las encuestas. En lo inmediato, las declaraciones cayeron como balde de agua fría en Los Pinos, porque arruinan a Calderón lo que ha querido ser presentado como la semana triunfal del gobernante, después de su encuentro en Chapultepec con las víctimas de la violencia y Javier Sicilia. Decenas de tweets, desde su cuenta, largas entrevistas en algunos medios y declaraciones donde se muestra más siciliano que Sicilia, siempre y cuando no se cuestione la estrategia gubernamental. Todo eso perdió impulso por las declaraciones de Gordillo. ¿A honras de qué, la profesora sale hoy a decir, con un lustro de atraso, lo que –aunque ya era sabido– revive enconos, exhibe las culpas y deja muy mal parados a sus antiguos aliados? ¿A qué viene ahora que esta protagonista hable sobre sus negociaciones con el actual Mandatario durante la traumática elección presidencial?
El pago por la actuación político-electoral para favorecer al candidato panista, incluso con la intervención –por instancia de Gordillo– de gobiernos de los estados, es ampliamente conocido. Por alguna razón Gordillo quiso contar algo de lo que dejó huella en un proceso electoral intervenido. Sabido es que el dramático .56 de diferencia en el resultado oficial se convirtió en moneda de cambio para la lideresa sindical. Lo importante es que ahora ella lo cuenta. La llegada de Miguel Ángel Yunes al ISSSTE, de Roberto Campa al Sistema Nacional de Seguridad Pública, de Francisco Yáñez, primero, y de Benjamín González Roaro, después, a la Lotería Nacional, además de su yerno, Fernando González, a la Subsecretaría de Educación Básica de la SEP son la parte visible del pago por los servicios y favores recibidos durante la contienda presidencial.
Son los nombres más identificados de la lista de personas que –como tantas otras en los gobiernos locales– forman parte de lo que comúnmente se conoce como “la gente de Elba Esther”. La maquinaria político-electoral en la que está convertido el sindicato de maestros ha redituado a su dirigencia un enorme poder, canonjías y múltiples espacios de poder. La decisión de Gordillo de convocar a una conferencia de prensa, inusual por su duración y por los temas abordados, en un hotel de Polanco en la Ciudad de México, habla de una intención debidamente planeada y calculada para decir algo y para dejar un mensaje a algún destinatario no identificado.
¿A qué vienen estas declaraciones? ¿Acaso sabe algo y quiere vacunarse de alguna actuación judicial en su contra, promovida desde el propio gobierno, una vez que su alianza político-electoral ha terminado con la actual administración y sus huestes y aparato se enfilan para impulsar la candidatura presidencial de Peña Nieto y el PRI? Después del affaire Jorge Hank Rhon –adversario de Gordillo– sería notable que se intentara desde el poder federal otra suerte de “quiñazo” tardío.
Pudo convocar a esa rueda de prensa para recordar a los adelantados en las contiendas que ella siempre está dispuesta a negociar. No olvidar que lo que se disputa es algo más que el sillón presidencial y que, en su experiencia, se puede llegar a convenios de todo tipo con candidatos y partidos de todo el espectro nacional. Señaló que con todos se lleva muy bien “salvo con López Obrador”. Ha dicho que “aún no adopta una decisión acerca de a cuál candidato apoyará, porque hay mucha confusión. Todos andamos en una confusión adelantando tiempos, y los tiempos cuando se adelantan ocasionan abortos”. Aunque la maquinaria está lista, parecía anticipar.
Gordillo pudo adelantarse también a las obligadas críticas por el cambio de dirigencia en su Partido Nueva Alianza. Orgullo de su nepotismo, Mónica Arriola se apresta a llegar a la dirigencia nacional. También dejó claro su disgusto por la sucesión de Yunes en el ISSSTE, a favor de Jesús Villalobos, en la que ya nada tuvo que ver, dijo. Exigió una auditoría por presuntos malos manejos. De 50 mil millones de pesos se está hablando. Nada más. Se espera la respuesta.
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