Los pecados de Marcelo

Javier Arcadia Galaviz / Cuestión de Debate

La decepción y posiblemente la deslealtad viene cuando al representar a un gobierno de izquierda, actúe a plenitud como sí fuera gobierno de derecha.

Lo esperado, que después de que concluyera el proceso electoral del Estado de México, como paso siguiente se empezaría a notar en los partidos políticos una mayor efervescencia y acentuada movilidad, enfocada a todo aquello relacionado con los preparativos de la elección más esperada, la presidencial de la República, a celebrarse el año entrante, no obstante de los comicios de Michoacán que antes se atravesarán, dado que serán en el mes de noviembre próximo cuando por virtud de ellos se elija al nuevo Gobernador de ese estado. Proceso electoral local que resultará de especial importancia, porque, entre otras cosas, significará que de alguna manera posicionará rumbo al 2012 al partido que logre salir triunfador.

Pero, volviendo al escenario de dimensión nacional y a la movilidad política tanto de partidos como también de aspirantes, vale señalar que con relación a éstos, cada uno trae su propia dinámica y estrategia. En el caso del PRD, de sobra es sabido que son únicamente Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador, los dos contendientes activos que bajo sus propios métodos y estilos pugnan por alcanzar la candidatura por este partido a la Presidencia de la República.

Sin embargo, con relación a Marcelo Ebrard, es necesario detenerse tan siquiera un poco, y ello es con el fin de visualizar algunas cuestiones que no pueden pasarse por alto, ya que al final es seguro que éstas le podrían pesar tanto, como si fueran fatigosas bolsas de plomo que lleva a cuestas, mismas que serían el impedimento para que consiga su primer objetivo, que es la candidatura presidencial por el PRD.

Sí, para empezar habrá de recordarse que el origen ideológico de Marcelo ni es de izquierda, como en algunas ocasiones se lo han espetado, y ni tampoco con sus actos ha parecido serlo, pero él, seguramente por conveniencia y por circunstancias que en determinado momento le eran favorables decidió participar políticamente ahí, en ese espacio político, dónde, incluso, la izquierda generosamente le abrió las puertas de par en par. A pesar de ello, hasta este punto todo pudiera ser aceptable, se podría decir que no existe reproche alguno. La decepción y posiblemente la deslealtad viene cuando al representar a un gobierno de izquierda, actúe a plenitud como sí fuera gobierno de derecha.

En efecto, aun cuando incansablemente el Jefe de Gobierno no deja de cacarear y de vanagloriarse de los programas sociales aplicados en la Ciudad de México, a los que, hay que decirlo, nada más les dio continuidad y extensión, toda vez que la mayoría de tales programas ya estaban establecidos, pero cabe señalar que contrario a ello, también ha emprendido acciones que denotan de manera innegable el alejamiento de los principios de izquierda, entendidos como aquellos prolegómenos que propugnan por los intereses de las grandes mayorías desprotegidas, de los más pobres o desvalidos, que al final esto es la esencia de la izquierda traducida en una justicia social.

Para muestra de que se ha apartado de dichos principios de izquierda, basta apuntar que recientemente este gobierno del Distrito Federal intentó privatizar el agua, propósito que no le resultó por el alto contundente y oportuno que le puso la Asamblea Legislativa, lo cual hubiese significado el encarecimiento inmediato de la vida para los habitantes capitalinos. Esto innegablemente es el estilo y la dogmática de un gobierno de derecha.

Ha concesionado a la iniciativa privada el transporte público relativo al metrobús, lo que es seguro que más adelante se elevará su costo en detrimento de los estratos sociales populares. Asimismo, es del conocimiento público que las obras que actualmente se llevan a cabo correspondientes al segundo piso del periférico y de la supervía, su uso futuro es que serán de cuota, ya que fueron concesionadas por 30 años a una empresa española. Bajo ninguna circunstancia estas acciones podrían ser parte de la visión y la política de un gobierno que se dice de izquierda.

Estos desaciertos son como pecados o sacrilegios para la izquierda, lo cual tendría un costo en las aspiraciones políticas inmediatas de Marcelo Ebrard, ya que posiblemente por esa causa no logre las simpatías suficientes dentro del PRD como para convertirse en su candidato presidencial.

Pero aparte de ello, ha evidenciado otros desaciertos, ya que al dejarse llevar por las insinuaciones o por el canto de las sirenas de la derecha, sostuvo hasta hace unos días la posibilidad de que el PRD y el PAN formaran una alianza para la elección presidencial del 2012, al calcular que las insinuaciones eran para que él la encabezara.

Tan fue así, que en el afán de quererse congraciar con los panistas, en una estrategia riesgosa, y en su carácter de presidente de la CONAGO, emprende acciones contra la delincuencia catalogada de menor impacto, lo que se interpretó que prácticamente hizo suya y legitimó a la otra guerra fallida contra el crimen organizado de Felipe Calderón, cuando la sociedad, hasta el día hoy, la desaprueba por tanta sangre derramada.

Pero el desengaño no tardó en llegar, ya que desafortunadamente para Marcelo Ebrard, tanto Diego Fernández de Ceballos como Felipe Calderón, la semana pasada categóricamente declararon que no irán en alianza con el PRD y que tampoco Marcelo ni remotamente sería su candidato. Estos errores posiblemente en la izquierda sean insalvables y su impedimento para su proyecto político más preciado. Lo veremos.

Pálida tinta: Se dice que el Dr. Juan Ramón de la Fuente está en un dilema, deshojando la margarita, porque Felipe Calderón ya le mandó un mensaje público, muy claro, que lo quiere como candidato ciudadano por el PAN a la Presidencia de la República, pero por parte de la izquierda también se sabe que lo quieren como su candidato externo a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. La primera opción es muy atractiva, por ser la máxima aspiración política que en el sueño de todo ciudadano mexicano desearía, pero resulta que no la tendría segura, aún cuando él sea un gran personaje con amplio reconocimiento social y moral, ya que es indudable que se enfrentaría por ese alto cargo a “dos tipos de cuidado”, Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto, uno de la coalición PRD, PT y Convergencia, y el otro del PRI, respectivamente. En cambio, como candidato de la izquierda al Gobierno del Distrito Federal, su triunfo estaría prácticamente asegurado, porque el PRI y el PAN en su condición de partidos opositores en la capital del país y con sus candidatos que gusten y manden para esa próxima elección local, es un hecho que no tendrían nada que hacer frente a él.

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