Lección de la elección

¿Por qué con 604 millones de presupuesto, el PAN y el PRD sólo tuvieron representantes en 67% de las casillas mexiquenses?

José Cárdenas

Más engañoso que todo es el corazón. Jeremías 17:9


En toda contienda, el perdedor activa un mecanismo de defensa. Se llama derecho de pataleo. Ayuda a soportar el dolor.

¿Por qué negárselo a Alejandro Encinas, Luis Felipe Bravo Mena, Manuel Camacho, Gustavo Madero y otros dolidos del 3 de julio, incapaces de asumir la responsabilidad o la vergüenza pública de lo que hicieron mal?

Siendo normal, la negación no puede prolongarse demasiado. O trascienden el dolor o los negadores acabarán hundiéndose más en el ridículo de culpar al otro, al malo, al villano, al que no mereció ganar, sin mirarse antes en el espejo propio.

Preguntan a Madero por los resultados que casi desfondan al PAN en el Estado de México con menos de 13 puntos: “No se preocupen, son percepciones alimentadas por los medios, el procedimiento para selección de nuestro candidato se decide hasta octubre”, responde. Luego, la odiosa pregunta: ¿renunciará?

“Gané una elección para presidir al PAN, a mí nadie me puso y nadie me puede quitar”. ¡Gulp!

Salvo en Hidalgo, el PRI arrasó con resultados que hacen recordar a los de antes de 1988, cuando la competencia electoral era un mal chiste.

A menos de un año para elegir Presidente de la República, cada día cuenta. Sólo una profunda revisión autocrítica pondría al PAN y al PRD en una ruta distinta a la del precipicio.

¿Quién de ellos dirá mano?

Preguntas sobran: ¿Por qué con 604 millones de presupuesto, el PAN y el PRD sólo tuvieron representantes en 67% de las casillas mexiquenses? ¿Tienen algo qué decir PT y Convergencia pegados al piso con menos de dos puntos en Coahuila?

En lo que se abren las puertas del análisis (si se abren), surgen otras inquietudes: ¿Qué fue primero, el abstencionismo de los electores o el desencanto por 12 años de alternancia con partidos incapaces de diferenciarse a la hora de gobernar?

Cualquier abstencionista cree que entre gobiernos surgidos del PAN o del PRD o de sus satélites, la diferencia es ninguna.

En negativo, dicen, todos tienen los mismos vicios: son ineficaces, mentirosos, rapaces… ¿A ese autorretrato nos ha llevado la partidocracia?

El desencanto hacia otros actores de nuestra democracia electoral ayuda al PRI. Obvio. ¿Qué dinosaurio es más atractivo y experimentado para un elector que el auténtico y original, modelo 1929 recargado?

A los negadores de hoy, un consejo, no se preocupen tanto, vivan y agoten pronto su dolor.

MONJE LOCO. ¿Dónde extravió el PAN la mística de Manuel Gómez Morín, José González Torres, Adolfo Christlieb, Abel Vicencio Tovar, Manuel Clouthier o sin ir tan lejos, de Luis H. Álvarez o Carlos Castillo Peraza. ¿Dónde está su enjundia, dónde sus palabras? ¿Dónde vive en el PRD el espíritu de Heberto Castillo, o sin ir tan lejos, de Cuauhtémoc Cárdenas? Nadie sabe. Nadie supo…

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